PASADO Y PRESENTE - DESTRUCCION CRISTIANDAD

La destrucción de la Cristiandad. Europa 1517-1648
Mark Greengrass

Pocos períodos de nuestra historia han sido más convulsos y turbulentos que los siglos XVI y XVII. En apenas unas décadas las estructuras que venían sosteniendo la sociedad europea se desmoronaron y un nuevo orden emergió de entre las cenizas del anterior. Las transformaciones no fueron únicamente políticas, sino que afectaron a todos los elementos de la sociedad. La ciencia, la religión, la cultura, la economía o el pensamiento filosófico, por ejemplo, sufrieron profundos cambios que revolucionaron el mundo occidental. Por supuesto, estas innovaciones tuvieron su equivalente en el tablero político europeo: emergieron nuevas potencias (Holanda o Suecia) y otras terminaron por consolidarse (España, Francia e Inglaterra), mientras que el Sacro Imperio y el Papado, protagonistas de las centurias precedentes, aunque conservaron su autoridad y prestigio vieron cómo su predominancia política se desvanecía frente al empuje de los nuevos jugadores. En medio de estas agitadas aguas tuvo lugar el cisma de Occidente, cuyo impacto en la política europea se hará sentir largo tiempo.

De los numerosos valores, conceptos o instituciones que se derrumbaron con la llegada de la Edad Moderna, el profesor Mark Greengrass se ocupa, en su obra La destrucción de la cristiandad. Europa 1517-1648*, del desmoronamiento de la idea de “Cristiandad” y de la aparición de la noción de “Europa”. Tras la caída del Imperio Romano, el cristianismo hizo suyo el componente universal y aglutinador que había constituido la ciudadanía romana: aquellos que hubiesen sido bautizados formaban parte, independientemente de su lugar de origen, de una comunidad global. Todos sus miembros, a pesar de sus diferencias, eran hijos de Dios y, por tanto, pertenecían al mismo “rebaño”. Este sentimiento de unidad se veía reflejado, por ejemplo, en el latín: lengua común de la Cristiandad y uno de los últimos componentes en derrumbarse.

La Edad Moderna, opina el profesor Greengrass, puso punto y final a esta noción y fragmentó el continente europeo en una pluralidad de entes (quizás sea prematuro hablar de Estados) que, aun conservando su fe, dejaron de sentirse miembros de aquella comunidad. Así lo explica el autor: “Lo que se produjo fue una sustitución progresiva de la Cristiandad por Europa (definida como una noción geográfica en una relación de distancia con otras partes del mundo). Estas dos entidades diferían fundamentalmente. La Cristiandad reclamaba la lealtad en la comunidad de creencias de los que habían sido bautizados y que se relacionaban de modo acorde con el mundo exterior. Europa, en cambio, no reclamaba una unidad más allá de la masa continental geográfica que representaba y la percepción emergente de la superioridad moral y civilizadora de los diferentes estados y pueblos que la ocupaban. La Cristiandad occidental era un gran proyecto sobre la unidad europea que duraba más de un milenio. Su destrucción, en cambio, fue rápida y total. En poco más de un siglo ya no quedaba de ella más que el recuerdo”.

REFORMA PROTESTANTE LUREROMark Greengrass analiza este proceso a través de un hercúleo esfuerzo enciclopédico (la obra cuenta con más de ochocientas páginas) en el que todos los aspectos de la vida moderna son abordados. El título de la obra puede desanimar al lector más piadoso si creyera que se trata de una obra destinada a sacar a la luz los males del cristianismo: nada más lejos de la realidad. El propósito del profesor británico no radica en desmenuzar los conceptos de “Cristiandad” y “Europa” a través de una sesuda reflexión, sino mostrar al lector cómo era la sociedad europea de los siglos XVI y XVII y, con breves comentarios repartidos a lo largo del libro, explicar la desaparición de una idea que había perdurado durante un milenio y el nacimiento de una nueva forma de entender el mundo. Este proceder implica que la obra pueda ser utilizada perfectamente como manual, pues la organización y desarrollo de los capítulos así lo permite.

Como suele acontecer a lo largo de nuestra historia, las grandes transformaciones no se produjeron de modo espontáneo sino que tuvieron un largo período de gestación. La desaparición de la Cristiandad no fue una excepción y las causas para explicarla se remontan a varios siglos atrás. Mark Greengrass dedica todo un capítulo a rastrear los motivos que condujeron a su desmoronamiento. Las raíces de este fenómeno, concluye el profesor británico, se hallan en el efecto que provocó el Renacimiento, en las diferencias entre el centro y la periferia de Europa, en la recuperación del humanismo clásico, en el ocaso de las Cruzadas, en la pérdida de poder del emperador, en las trasformaciones en el seno de la sociedad europea o en las disputas internas de la jerarquía eclesiástica, entre otras muchas que también son estudiadas. Como explica Greengrass: “Muchos de los elementos que contribuyeron al ocaso de la Cristiandad occidental estaban ya presentes en Europa antes de 1500, pero hasta que no estuvieron todos en juego, interactuando mutuamente, no se hizo total el eclipse de la Cristiandad”.

Entre los numerosos temas tratados en la obra del profesor británico hay uno que quizás destaque por encima del resto: el Cisma de Occidente. Tanto los motivos que lo produjeron, como sus consecuencias (políticas y religiosas) y la respuesta que el catolicismo intentó articular a través de la Contrarreforma son analizadas con mucho detalle en el libro. Tampoco ha de extrañarnos este proceder, pues resulta obvio que si se aborda el abandono de la noción de Cristiandad debe prestarse atención al hecho que causó mayor impacto en el orden religioso del continente europeo. Citando nuevamente a Mark Greengrass: “A raíz de la Reforma la Cristiandad quedó comprometida. Su ideal universal se había desteñido y su infraestructura debilitado […]. Las divisiones en la Cristiandad parecían irresolubles”.

MATANZA DE SAN BARTOLOMEHay ocasiones en que resulta extremadamente complicado reseñar una obra. La destrucción de la Cristiandad es uno de estos casos. La heterogeneidad de su contenido, el vasto marco temporal y geográfico que engloba o la titánica corriente de información y datos que fluyen a lo largo de sus páginas dificultan centrar el tiro en su crítica. Podríamos ocuparnos de la distribución de los cinco capítulos (“De la ‘Edad de Plata’ al ‘Siglo de Hierro’”, “Aprehender el mundo”, “La Cristiandad afligida (1517-1559)”, “Comunidades cristianas enfrentadas” y “Estados cristianos en desorden”) pero las subdivisiones de cada uno de ellos harían esta reseña interminable. También podríamos limitarnos a señalar las menciones a las ideas de Cristiandad y Europa que están dispersas por todo el libro. Estaríamos, en este caso, omitiendo un significativo volumen de información que constituye el núcleo central de la obra. O incluso podríamos limitarnos a explicar el contexto histórico de los hechos abordados ¿pero cómo resumir en pocas palabras dos siglos tan sumamente convulsos?

Optamos, por tanto, por dejar que sea el lector quien descubra la excelente obra del profesor Greengrass, no sin antes advertirle de que tiene ante sí un libro voluminoso —no sólo por el número de páginas, sino también por la abundante información que recoge— que le requerirá tiempo y dedicación. Ahora bien, los frutos de su lectura merecen sobradamente el esfuerzo, pues tras el análisis de la caída de la Cristiandad vemos emerger un nuevo mundo, más violento y fragmentado, pero que constituye el primer paso del sistema político que hoy rige Europa.

Mark Greengrass es profesor emérito de Historia Moderna de la Universidad de Sheffield. Especialista en la historia de Francia y en la Reforma. Ha recibido diversos reconocimientos de la Royal Historical Society o la Society of Antiquaries. La destrucción de la Cristiandad fue escrito en su mayor parte en Friburgo donde trabajó en el Instituto de Estudios Avanzados de la universidad. En la actualidad colabora con la Universidad de París.

*Publicado por la editorial Pasado&Presente, abril 2015.