La Crónica de Alfonso III y el reino astur
Amancio Isla Frez

Las descendencias gastan muchos godos; todos blasonan, nadie los imita; y no son sucesores, sino apodos”. Esta genial estrofa de un soneto de Quevedo, crítico de sus contemporáneos y nostálgico del pasado, revelaba ya en su momento algo que la tradición española había mitificado desde hacía siglos: el intento de conectar los linajes de cada época con los del primer milenio, anteriores a la invasión musulmana.

Un cumplido ejemplo de ese proceder se encuentra en la alta Edad Media, cuando los cronistas al servicio de los sucesivos reyes no dudan en retrotraerse a los visigodos, en muchos casos con ánimo de probar la conexión (y la consiguiente legitimación) de la dinastía en el trono con las familias reales existentes antes del siglo octavo.

Algo de eso sucede en las denominadas Crónicas de Alfonso III (Crónicas Alfonsinas), escritas durante el reinado de este monarca, que ocupó el trono de Asturias desde el año 866 al 910. Con ciertas (y significativas) diferencias entre las dos versiones que de ellas nos han llegado, las Crónicas Alfonsinas se remontan a la elección de Wamba como rey de los visigodos (672-680) para, desde ese momento, narrar la historia de sus sucesores hasta Don Rodrigo y enlazar la resistencia de algunos nobles godos, refugiados en el norte de la península ante el avance musulmán, con el nacimiento del nuevo regnum en Asturias.

La Reconquista es, entre nosotros, un fenómeno que unos ensalzan, hasta convertirlo en eje de nuestro pasado, y otros desmienten o minimizan, como si nada significativo hubiese aportado al devenir de los reinos peninsulares desde el siglo octavo. En función, por lo general, de los prejuicios de cada autor, la polémica historiográfica está servida y solo un trabajo serio de investigación puede servir para poner la realidad histórica en su sitio (de ahí la utilidad de seminarios o de jornadas sobre este tema, como las que recientemente hemos coorganizado, cuyo programa puedes ver aquí).

 Entre esos trabajos de investigación histórica rigurosa se halla el de Amancio Isla Frez La Crónica de Alfonso III y el reino astur*.  La suya es una obra de análisis de esa fuente documental, que se incorpora a la larga serie de estudios historiográficos que la han precedido, con cuyos autores (entre ellos figuras tan destacadas como Menéndez Pidal, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel Gómez Moreno y tantos otros) Amancio Isla no deja de dialogar.

Valgan, por todas, sus palabras respecto al tratamiento que se ha dado al (supuesto) diálogo, reflejado en la Crónica de Alfonso III, entre el contemporizador obispo Oppas y Don Pelayo, antes de la batalla de Covadonga: “Sánchez Albornoz, alarmado ante cualquier debilitamiento del valor histórico de la Crónica, fue crítico con las opiniones de este tipo [las que ponían en tela de juicio la realidad del suceso] que se apuntan en su época. Si eran evidentes ciertos rasgos propios del episodio y del cruce de palabras entre Oppas y Pelayo, no dejaba de señalar su verismo y el poso de autenticidad. Si había elementos legendarios, no debía negarse valor al relato”. Para Amancio Isla, por el contrario, la inserción de este relato, y de otros muchos, revela el designio del autor (o de los autores) de la Crónica, que no era sino mostrar, retrospectivamente, los orígenes del reino de Asturias de la manera que más convenía a la realidad política del tiempo en que se escribía la propia Crónica.

Este es, en realidad, el valor añadido que posee el libro de Isla, frente a otros que, como él mismo expone, han utilizado profusamente las Crónicas alfonsinas “como fuente o como conjunto abigarrado de noticias [que] han acabado por fomentar una historia algo redundante y, cabe decir, amenazada de muerte por inanición”.  El propósito de Amancio Isla es, por el contrario, “compaginar el análisis concreto de las palabras y de las frases de la Crónica de Alfonso III con otro más global que, además, atienda al conjunto como una producción que se redacta en un medio social, político y cultural, con unas coordenadas subyacentes, como algo que estuvo escrito para su tiempo con la voluntad de interpretar el pasado desde la perspectiva de su presente”.

El libro sigue fielmente este enfoque en el tratamiento de los sucesivos capítulos (El fin del reino de los godos; el reinado de Ramiro; Wamba en los orígenes; Iglesia y regnum; el modelo regio), precedidos por un interesante estudio preliminar sobre el texto de la Crónica, a partir del análisis tanto de los manuscritos correspondientes a las dos versiones, que quizás “procedan de un modelo anterior común” como de sus presumibles autores y del latín que estos emplean.

En ese estudio se ponen de relieve los amplios conocimientos del autor, reflejados de modo especial en las 554 notas a pie de página, sobre las características de textos más o menos similares en el panorama europeo de la época. Es este un rasgo destacado, y bienvenido, del trabajo de Isla, que nos da cuenta de las relaciones de la crónica alfonsina con otras francas, carolingias o bizantinas, a la par que indaga en sus conexiones con pasajes del Antiguo Testamento o de historiadores clásicos.

Concluimos con este pasaje de la obra que refleja, en palabras del autor, la síntesis de su investigación: “La Crónica escrita en torno al año 900 o muy poco antes se mueve en un ámbito ambiguo, actuando sobre el pasado y el presente, Por un lado, utiliza el pasado para explicar tiempos más presentes. Así, acude a los modelos bíblicos para presentar episodios como el de Covadonga, pero también se gira hacia la historiar visigoda para conducirnos entre algunas dificultades historiográficas más actuales […] El relato se vuelca sobre el pasado visigodo y lo reconstruye en virtud de sus intereses. En este orden de cosas, nuestra Crónica aparece como un encuentro entre el pasado y el presente que los conecta y modifica. La Crónica dotaba al reino de unas raíces históricas -así legitimaba su presente- y le confería coherencia a través de un recorrido histórico hasta su actualidad”.

Amancio Isla Frez es catedrático de Historia en la Universidad Rovira i Virgili. Especialista en historia de la Península Ibérica de los siglos V al X, entre sus libros se cuentan Ejército, sociedad y política en la Península Ibérica entre los siglos VII y XI, (2010); Memoria, culto y monarquía hispánica entre los siglos X y XII (2007); La Alta Edad Media, siglos VIII-XI. (2002) y Realezas hispánicas del año mil (1999).

*Publicado por Ediciones Trea, octubre 2019.