La conquista de América
Inger Enkvist y Vicente Ribes Iborra

En boca de los periodistas de actualidad, los comentaristas deportivos o los presentadores de televisión, el adjetivo “histórico” se emplea, casi por costumbre, para cada acontecimiento que se escape de lo habitual, con lo que se le despoja de su significado propio. En realidad, muy pocos sucesos se recordarán en los libros de texto y pasarán a la posteridad: el resto, o se difumina y acaba desterrado del recuerdo popular o, todo lo más, se convertirá en una mera nota al pie de página de algún manual de historia.

Hay periodos en los que parece que no ocurre nada relevante y otros cuyos acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso. Siempre es ilustrador recuperar la frase de la película El tercer del hombre de Carol Reed, pronunciada por Harry Lime (interpretado por Orson Welles): “En Italia, en treinta años de dominación de los Borgia no hubo más que terror, guerras y matanzas, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron quinientos años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco”.

Uno de estos períodos convulsos de la historia se sitúa en las postrimerías del siglo XV. Los nacidos en España en 1470, por poner una fecha, fueron testigos de cómo el mundo conocido se transformaba radicalmente ante sus ojos. A los veintidós años verían que la Reconquista concluía, tras más de setecientos años de lucha, que se descubría un nuevo continente y se ensanchaban las fronteras del globo, que se nombraba a un papa español o que se publicaba la primera gramática de una lengua romance (la de Nebrija). Si, además, lograban alcanzar una edad provecta, los cambios políticos, sociales y culturales a los que asistirían serían aún más radicales. Entonces sí que podían utilizar el adjetivo histórico sin miedo a emplearlo incorrectamente.

De los hechos citados, quizás el descubrimiento del Nuevo Mundo sea el que más impacto provocó en el discurrir de la historia occidental. Sus implicaciones en todas las facetas de la sociedad europea —por no hablar de las que conllevó para los pueblos americanos— fueron extraordinarias. La importancia del suceso es paralela a la producción literaria que ha generado. Miles de obras lo han abordado y estudiado hasta la saciedad, desde todos los ángulos y enfoques posibles. En los últimos años, la mayoría de los trabajos se han centrado en elementos concretos, más especializados, pero subsisten -y es de agradecer- autores que nos brindan una imagen de conjunto, sintética y resumida, del descubrimiento y de la conquista llevada a cabo por los españoles. Así ocurre con la obra de Inger Enkvist y Vicente Ribes Iborra, La conquista de América. España y el Nuevo Mundo (1492-1580)*.

Como explican los autores, “la inserción de América en el resto del mundo, llevada a cabo por los españoles, puede considerarse una primera globalización, y esa es la importancia del descubrimiento para la posteridad. Habría sucedido tarde o temprano, aunque Colón como individuo no hubiera existido. Eso no disminuye nuestro asombro ante el hecho de que, entre 1492 y 1580, pequeños grupos de españoles hayan podido conquistar territorios quizá treinta veces más grandes que su madre patria. ¿Cómo fue posible y cómo sucedió? Estas son las preguntas a las que se quiere contestar en este libro, y con este fin se invita al lector a la aventura intelectual de adentrarse en otra época”.

El trabajo de Inger Enkvist y Vicente Ribes es un breve, pero intenso, repaso a los casi cien años que duró la conquista de América y del Océano Pacífico. A veces olvidamos que los españoles no solo se hicieron con el control de un continente, sino que también convirtieron en casi un coto privado un océano inmenso. En tiempos en los que parece que el número de páginas de un libro lo convierte, sin más, en obra profunda y rigurosa (lo que genera textos interminables e inasequibles para el lector profano), trabajos como este acercan al gran público a la historia. Estamos ante un texto sencillo, accesible y muy divulgativo que, en apenas doscientas páginas, describe los hitos más importantes de la conquista y los fenómenos socioculturales que implicó, tanto para los pueblos americanos como para la Monarquía Hispánica. Es cierto que el intento de concretar y abarcarlo todo deja de lado algunos matices, sin atender a ciertas cuestiones complejas y controvertidas, pero el resultado final es un trabajo ameno y didáctico.

El mero relato de los hechos ya es de por si cautivador. La proeza acometida es tan espectacular que no requiere ningún aditivo para atraer al lector, pues nunca antes unos pocos hombres lograron tanto. Esta realidad permite a los autores, además de narrar el destino de las principales expediciones, intercalar y contextualizar la información sobre los pueblos que se iban descubriendo y el efecto que en ellos produjo la llegada de los españoles.

El libro se estructura en cinco bloques, organizados cronológicamente. El primero sirve de introducción y describe a grandes trazos las principales características de la Monarquía Hispánica. El segundo está dedicado a Colón (de quien se glosa tanto su figura como la expedición que culminó con el descubrimiento del continente americano) y a los protagonistas de otras empresas destinadas a explorar las nuevas tierras, como las de Pedrarias y Balboa.

El tercer bloque se centra en Hernán Cortés y en la conquista de México. En sus páginas se detalla, junto a la narración de la gesta del militar extremeño, las acciones que llevó a cabo la Corona española para consolidar su poder. Una vez explicada la caída del imperio azteca, los autores abordan la figura de la encomienda o de los virreyes, la labor de los misioneros, la promulgación de las primeras normas para tratar a los indígenas o las distintas crónicas que dieron fe de las conquistas españolas.

El cuarto bloque comienza con la llegada de los españoles a América del Sur, continúa con las conquistas del Perú, Colombia, Venezuela, Chile y el Río de la Plata y finaliza con los viajes de exploración por el Pacífico y el enclave filipino. Al igual que sucede con el epígrafe anterior, se intercalan análisis sobre la minería, la importancia de la Casa de Contratación o el día a día de la vida en los virreinatos sudamericanos.

El último bloque se adentra en un terreno que en los últimos años ha levantado mucha polvareda intelectual: el mito de la conquista española de América, que sirvió a la Leyenda Negra de caldo de cultivo con el que alimentar las invectivas contra el Imperio español (matanzas, saqueos, esclavitud…). Los autores analizan y exponen las distintas corrientes que apoyan o critican la presencia hispana en el continente americano y las consecuencias que tuvo. Sirva como ejemplo esta reflexión con la que concluimos la reseña: “La fuerza del mito de la pacífica vida indígena y de la inocencia de sus habitantes ha sido tan fuerte que los arqueólogos no han entendido lo que veían durante las excavaciones. El problema no era que se basaran en ideas no probadas, sino que no acababan de ver lo que tenían materialmente delante de sus ojos. Las excavaciones demuestran que los pueblos prehistóricos tenían una historia violenta”.

Inger Enkvist es catedrática emérita de lengua y literatura españolas en la Universidad de Lund (Suecia) y exasesora del Ministerio de Educación de ese país. Especializada en temas culturales y educativos, ha traducido y escrito sobre diversos autores y pensadores españoles, como Unamuno, María Zambrano o Vargas Llosa.

Vicente Ribas Iborra es doctor en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor en diversas universidades de España, México y Estados Unidos, ha publicado más de una veintena de libros sobre la historia de estos tres países y las relaciones entre ellos.

*Publicado por Cátedra Ediciones, febrero 2021.