ALIANZA EDITORIAL - ATENAS DE PERICLES

La Atenas de Pericles
C. M. Bowra

La Roma de Augusto, la Florencia de Leonardo da Vinci, la Francia de Luis XIV o la Inglaterra victoriana representan algunos de los momentos estelares de la humanidad. Por un azar del destino, durante un período de tiempo normalmente corto, las musas y la razón se ponen de acuerdo para dotar de belleza y de poder a toda una nación, cuyos logros quedan esculpidos para la posteridad. Hombres extraordinarios guían a un pueblo que facilita las proezas de sus genios y esa conjunción de suerte y determinación le conduce al cenit de su cultura. No debe resultarnos extraño que, en esos momentos de apogeo político, las artes y las ciencias sufran un desarrollo paralelo. La gloria de una civilización no se mide solo por sus conquistas, sino por el legado que deja. De ahí que el imperio huno bajo Atila, a pesar de las espectaculares proezas que logró en el campo militar, apenas realizara aportación alguna al ser humano y su recuerdo es hoy vago y sangriento.

Uno de esos gloriosos períodos de la historia lo hallamos en la Atenas de la Grecia Clásica. Los años que van desde la victoria frente a la flota persa en Salamina (480 a.C.) hasta la derrota sin paliativos ante los espartanos en la Guerra del Peloponeso (404 a.C.) marcan el culmen de la civilización griega. Su impronta, más de dos mil años después de su ocaso, todavía se deja sentir como modelo ideal de sociedad. Pocas veces en la historia se ha congregado en un espacio tan reducido un elenco tan extraordinario de filósofos, artistas, militares y políticos que llevaron a una pequeña ciudad-estado del Ática a convertirse en la principal potencia del Mediterráneo oriental y a doblegar a un Imperio tan poderoso como el persa. A la cabeza de esta ciudad se situó un hombre, Pericles, que supo canalizar los deseos de los atenienses y les guió hasta cotas insospechadas.

Alianza Editorial reedita un trabajo, ya clásico, del profesor de la Universidad de Oxford, Cecil Maurice Bowra, La Atenas de Pericles*, que se adentra en la Grecia del siglo V a.C., explora las causas de su apogeo y los hitos más destacados de aquellos años. Como explica el propio autor, “Ninguna edad de oro iguala totalmente a la ateniense en la amplitud de su realización o en la categoría sustentada por las obras que han sobrevivido. Nos incita a preguntarnos qué tipo de sociedad las alentó. En una búsqueda de este tipo incluso los pequeños indicios fragmentarios de conocimiento pueden arrojar una luz reveladora y descubrir no únicamente los cimientos sobre los que se elevan las estructuras notables sino también el funcionamiento práctico de una comunidad que, a partir de una sencillez fundamental, fue capaz de producir resultados bellos y completos”. La obra, por tanto, no se limita a recorrer la historia política, sino que aborda todos los aspectos de la edad de oro ateniense.

IMAGEN PARTENON ATENAS¿Qué llevó a Atenas a convertirse en un formidable imperio marítimo y a lograr tales avances culturales? Para C. M. Bowra la respuesta es evidente: “Hasta el siglo V Atenas no sacó provecho de sus recursos naturales, convirtiéndose en una de las grandes potencias de Grecia. El impulso conductor de este proceso fue su sistema democrático y las energías que liberó y puso en marcha”. Para el historiador de Oxford, la democracia fue la principal causa del desarrollo de Atenas y, gracias a ella, los atenienses pudieron construir un sistema político flexible y vigoroso que les permitió incrementar considerablemente su poder. Ahora bien, que nadie se lleve a engaño: aunque hoy se aluda a la democracia ateniense como un ideal político, poco se parece a nuestra actual democracia. Sumamente avanzada para la época, mantenía algunos anacronismos como la existencia de esclavos o el nulo papel de las mujeres en la vida pública. Cuando volvemos a los ojos a la historia debemos tener en cuenta el contexto y evitar comparaciones.

Pericles tampoco fue el inventor de la democracia. Atenas ya contaba con un sistema democrático desde el año 510 a.C. cuando alcanzó al poder Clístenes y llevó a cabo una serie de reformas trascendentales en la organización política de la ciudad. Incluso había instituciones que se remontaban más atrás en el tiempo, como la Ekklesía (Asamblea), introducidas por Solón a principios del siglo VI a.C. No obstante, bajo el gobierno de Pericles la democracia se desarrolló completamente. Se promulgaron una nueva serie de medidas, como la remuneración por ocupar cargos públicos, que permitieron al pueblo participar activamente en los asuntos de gobierno, hasta entonces en manos de la aristocracia. Así se refiere el historiador griego Tucídides a la labor de Pericles: “Gracias a su autoridad, a su inteligencia y a su conocida integridad, pudo respetar la libertad de su pueblo a la par que lo refrenaba. En vez de dejarse dirigir por el pueblo, él lo dirigía; puesto que nunca había buscado el poder por medio ilegítimos, no necesitaba halagarlos; […] De este modo, bajo el nombre de democracia, el poder estaba realmente en manos del primer ciudadano”.

Junto a los avances políticos, Bowra también aborda los logros artísticos y filosóficos. A lo largo del siglo V a. C., Atenas se convirtió en el centro de la civilización helénica, acogiendo a algunas de las figuras más importantes de la historia cultural e intelectual de Occidente. Dramaturgos como Esquilo, Aristófanes, Eurípides o Sófocles; filósofos como Sócrates, Anaxágoras o Protágoras, o historiadores como Heródoto o Tucídides, elevaron el horizonte cultural atenienses a niveles pocas veces alcanzados. Así se refiere el profesor de Oxford a este catálogo de mentes brillantes: “Las grandes figuras del siglo V son tan notables por su sinceridad como por su alcance intelectual y vigor creativo, e innegablemente ejercieron una vasta influencia sobre sus contemporáneos. Pudieron hacerlo a través del análisis intelectual, como Tucídides y Sócrates, o pudieron utilizar los recursos de un arte noble, como los trágicos y escultores. Pero en ambos caos, lo que cuenta es su poderoso esfuerzo para abarcar la realidad tal como es, no para rehuir sus complejidades o conformarse con sus respuestas”.

BUSTO PERICLESTras la victoria frente a los persas en las Guerras Médicas, el poder de Atenas fue incrementándose ininterrumpidamente y su influencia se extendió por la región. Poco a poco empezó a fraguarse un Imperio en torno a la Liga de Delos bajo la desconfiada mirada de Esparta. La actitud que adoptó Atenas con sus aliados no está exenta de polémica, pues el uso indiscriminado que hizo del tesoro de la Liga y algunas controvertidas actuaciones militares se alejaron del ideal democrático que defendía. Bowra explica las bases del imperialismo ateniense: una poderosa flota, la potenciación de la unidad griega y el férreo control sobre sus aliados. Pericles favoreció la creación del Imperio con el objetivo de que el ejemplo de Atenas se imitase en toda Grecia y las demás ciudades adoptasen por un modelo democrático para alcanzar “la realización de una idea de una vida plena”. Es inevitable que estos factores inquietasen a Esparta, cuyo sistema político era diametralmente opuesto al ateniense, y se generaran numerosas fricciones que arrastraron a Grecia a la guerra y a su decadencia. El historiador inglés estudia, igualmente, los prolegómenos de la Guerra del Peloponeso y su desarrollo.

Pericles, que llegó a la política en el año 470, diez años después de la derrota persa, fue el timonel de Atenas durante algo más de treinta años, hasta que la peste le arrebató la vida al poco de iniciarse la Guerra del Peloponeso. A lo largo de esos años, tuvo que enfrentarse a numerosos enemigos, internos y externos, que no sólo le atacaron a él, sino también a su círculo de amigos. Su principal rival fue Tucídides (no el historiador) a quien logró derrotar y que se le aplicase el ostracismo. Sus adversarios fueron aristócratas conservadores, quienes veían con malos ojos la extensión de la democracia impulsada por él. No obstante, poco pudieron hacer frente al hábil manejo de la política ateniense que practicó Pericles. Bowra dedica todo un capítulo a estudiar quiénes se le opusieron y los métodos que utilizaron, con poco éxito, para desacreditarle.

La Atenas de Pericles no es sólo un libro sobre la historia de una ciudad, es una obra sobre una forma de vida, una época y una mentalidad hoy perdida. El espíritu por lo público y por la comunidad hace tiempo que ha dejado paso al feroz individualismo y a la desconfianza hacia el Estado. La Atenas democrática que dibuja Bowra, con sus claroscuros, es un modelo a seguir por todos, una idea que ha guiado a incontables pensadores en la construcción de un mundo más justo y libre. Pericles personificó mejor que nadie los ideales que guiaban a los atenienses y supo conducirlos hacia un destino glorioso. El trabajo del historiador inglés recorre los principales rasgos de un período tristemente irrepetible.

Sir Cecil Maurice Bowra (1898-1971) se licenció en lenguas clásicas por Oxford. En la misma universidad desarrolló una prolongada y fecunda carrera académica, con multitud de estudios sobre la Grecia clásica que siguen siendo referencias obligadas en la materia, traducidos a una multitud de lenguas. Sus principales obras son Historia de la literatura griega (1933), La poesía heroica (1952) y La imaginación romántica (1950).

*Publicado por Alianza Editorial, octubre 2015.