GRANDE - ERGASTULA - ITINERARIO ALFONSO XI

Itinerario de Alfonso XI de Castilla. Espacio, poder y corte (1325-1350)
Francisco de Paula Cañas Gálvez

Alfonso XI asume el trono castellano en 1325. Su padre, Fernando IV, había fallecido trece años antes cuando Alfonso tan solo contaba con un año de vida. Hasta alcanzar la mayoría de edad (y con ella, la corona) el gobierno de Castilla estuvo en poder de distintos regentes (los infantes don Juan, don Pedro y don Felipe o don Juan el Tuerto) y bajo la tutela de la abuela de Alfonso, María de Molina (mujer de Sancho IV de Castilla). No fue un período tranquilo, pues a las disputas por obtener mayores cuotas de poder entre las facciones nobiliarias se sumó la reaparición del movimiento hermandino; sin olvidar la amenaza musulmana representada por el reino de Granada, que aun carente de la fuerza y prestigio de la presencia islámica de los siglos anteriores seguía siendo un rival peligroso a tener en cuenta.

Los primeros años del reinado de Alfonso XI no fueron fáciles y tuvo que hacer frente tanto a enemigos internos (revueltas de don Juan el Tuerto o del infante don Juan Manuel), como a enemigos externos (la invasión de don Alfonso Sánchez, bastardo de don Dionís de Portugal, la primera campaña en la frontera de Granada o la pérdida de Gibraltar). Poco a poco y no sin esfuerzo y grandes dosis de habilidad diplomática, el monarca castellano fue afianzando su posición e impuso su autoridad sobre nobles y ciudades. Los hitos más recordados de su reinado fueron la promulgación del Ordenamiento de Alcalá en 1348, la victoria en la batalla del Salado y la conquista de Algeciras.

No es este el momento para profundizar en los entresijos de la corte de los monarcas castellanos medievales. Nos conformaremos con decir que, a diferencia de otros períodos históricos, Castilla no contaba con una capital política fija (como lo sería Toledo para los visigodos o Madrid para los Austrias), aunque existían ciudades o enclaves con mayor peso simbólico (Santiago de Compostela o Burgos, por ejemplo); por otro lado, también era frecuente que el rey acompañase a sus ejércitos en las campañas bélicas, lo que obligaba a un continuo desplazamiento de la corte. Estos rasgos se acentúan bajo el reinado de Alfonso XI, quien desde su acceso al trono en 1325 hasta su muerte en 1350 no llegó a permanecer durante un período de más de dos años en una residencia fija.

El profesor Francisco de Paula Cañas Gálvez en su obra Itinerario de Alfonso XI de Castilla. Espacio, poder y corte (1325-1350)* analiza desde una perspectiva poco habitual, aunque cada vez más utilizada, “[…] el ejercicio del poder real, pero atendiendo a la itinerancia y a los aspectos simbólico-propagandísticos de esos viajes en los espacios urbanos y geográficos como forma de alcanzar los mismos objetivos [consolidación del poder y autoridad real]”. Estamos, por tanto, ante una obra de referencia, cuyos principales destinatarios son investigadores o expertos que busquen profundizar en el reinado de Alfonso XI o en las particularidades de la monarquía durante la última fase de la Baja Edad Media.

El núcleo del libro lo constituye el estudio de los desplazamientos del monarca a lo largo de su reinado. Dicho así puede parecer un trabajo excesivamente “especializado” pero, sin embargo, a poco que profundicemos se hace evidente el enorme interés histórico que despierta esta investigación. Como pone de manifiesto José Manuel Nieto Soria en el prólogo de la obra, “hay una razón especialmente determinante de la importancia historiográfica de la realización de un itinerario regio para esta época, y ésta es que todavía nos hallamos en un momento de la evolución de la institución monárquica en el que la presencia física e inmediata del monarca resulta relevante, cuando no decisiva, para el desarrollo de ciertos procesos políticos y para dar eficacia añadida al ejercicio del poder regio”.

BATALLA DEL SALADODurante la Edad Media los viajes reales no conllevaban la movilización del mismo número de hombres y recursos que tendrán siglos más tarde y tampoco la imagen del monarca era objeto de un cuidadoso estudio propagandístico. Ahora bien, esto no quiere decir que los trayectos de la corte no tuviesen que ser preparados y coordinados con precisión, ni que la elección de una estancia u otra estuviese exenta de cierta carga simbólica. Uno de los temas más interesantes que aborda la obra de Francisco de Paula Cañas es el estudio de las personas encargadas de la logística y la organización de todo lo relacionado con los desplazamientos reales. Aparecen así figuras como la del posadero, el despensero, el caballerizo o el acemilero, cuyas funciones, en apariencia secundarias, fueron esenciales para el correcto funcionamiento de una corte itinerante como fue la de Alfonso XI.

La obra se estructura en tres bloques bien delimitados. El primero, a su vez compuesto por dos grandes capítulos, “contempla el estudio de los viajes reales desde el punto de vista logístico […] [y aborda] la configuración y desarrollo de los centros políticos, ceremoniales, simbólicos, militares y administrativos que por entonces se estaban fraguando en la Corona de Castilla, insertándolos dentro del programa de reafirmación del poder regio desplegado por la Corona”. Es el apartado más divulgativo de la obra y en el que se exponen las características de la Corte de Alfonso XI.

De este bloque debemos destacar la división tripartita que el autor hace de los ejes de desplazamiento de Alfonso XI. El primero, el eje simbólico-ceremonial, correspondería al norte del reino y a las estancias del rey en ciudades como Santiago de Compostela, Burgos (donde sería coronado en 1332, en el monasterio de Santa María la Real de las Huelgas), Oviedo o Vitoria (tras la incorporación de la región alavesa a la Corona). El segundo, el eje político-administrativo, englobaría a las ciudades del centro peninsular: Valladolid (que se erige como el centro burocrático de la monarquía), Segovia, Madrid (que empieza a adquirir mayor presencia institucional en el Reino) o Ciudad Real. El tercer eje, el político-militar, estaría determinado por la guerra y los enfrentamientos militares contra los musulmanes en el sur peninsular, siendo las ciudades más visitadas Sevilla, Córdoba o Jerez de la Frontera.

Los otros dos bloques temáticos del libro se ajustan al carácter de obra de consulta o de referencia: el segundo es una extensa relación, ordenada cronológicamente, de los viajes acometidos por Alfonso XI durante su reinado y el tercero, el más breve, recoge cinco mapas cartográficos que reflejan gráficamente dichos viajes. A los que se añaden la recopilación de fuentes (alguna de ellas inéditas) y la bibliografía sobre el reinado del monarca castellano incluidas ambas al final del libro.

Itinerario de Alfonso XI de Castilla. Espacio, poder y corte (1325-1350) no está escrito para un público muy amplio. Al lector ocasional quizás no le preocupará demasiado saber dónde se encontraba Alfonso XI, por ejemplo, en febrero de 1342. Más interés pudiera despertar el primer bloque, en el que se esbozan las características de una corte medieval y el proceso de construcción o imposición del monarca en un reino que había atravesado años de inestabilidad política. No obstante, el libro es un instrumento indispensable para investigadores que quieran ahondar en el reinado de Alfonso XI.

Francisco de Paula Cañas Gálvez es profesor de Historia Medieval en la Universidad Complutense de Madrid. Su actividad investigadora ha girado en los últimos años en torno a la dinámica administrativa de la cancillería real castellana durante la primera mitad del siglo XV y el estudio de las Casas reales castellanas bajomedievales. Autor de un importante número de trabajos que han abordado esta temática, entre sus obras de referencia cabría citar las monografías El itinerario de la corte de Juan II de Castilla (1418-1454) (2007); Colección Diplomática de Santo Domingo el Real de Toledo. 1 Documentos Reales (1249-1473) (2010) y Burocracia y cancillería en la corte de Juan II de Castilla (1406-1454). Estudio institucional y prosopográfico (2012).

*Publicado por la editorial La Ergástula, julio 2014.