Pocas congregaciones religiosas han sido tan controvertidas como la Compañía de Jesús. Prueba de esta polémica la encontramos en la elección del actual Papa Francisco: casi quinientos años han debido transcurrir desde que se fundó la orden para que un jesuita porte el anillo del pescador. La historia de la Compañía de Jesús está marcada por la consecución de importantes hitos evangelizadores y doctrinales y, al mismo tiempo, por una enconada lucha política con las autoridades nacionales. No creemos que haya habido una institución católica más hostigada y atacada en países cristianos que los jesuitas. La relación entre los dirigentes públicos y la orden ha estado siempre condicionada por un turbulento nexo, en el que se han alternado fases de profunda influencia con otros de persecución y expulsión. En el campo teológico, la Compañía de Jesús también ha tenido que afrontar enconadas polémicas que la han llevado a enemistarse con otras órdenes religiosas e incluso con el Papado.
Es difícil determinar los motivos del rechazo hacia los jesuitas en determinados momentos de nuestro pasado. Quizás encontremos algunas respuestas en la obra de las hermanas María y Laura Lara, Ignacio y la Compañía. Del Castillo a la Misión*, que aborda la historia de la orden religiosa desde su fundación en el año 1540 hasta nuestros días. Si observamos algunas de las particularidades que rigen la organización de la Compañía, intuiremos el origen de los recelos de las instituciones y dirigentes: los privilegios y excepciones fiscales; la obediencia incondicional al Papado por encima de los estados o naciones; su implicación en las misiones que, en ocasiones, contravenían los intereses de los gobiernos; su influencia en la Corte; su enorme red de centros educativos o su defensa de la ortodoxia católica. El trabajo de investigación de las hermanas Lara, más que centrarse en las disputas acerca de los jesuitas (aunque estén muy presentes en sus páginas), indaga en la historia de la Compañía y en sus aportaciones al mundo y a la religión.
La obra, que fue galardonada con el XIII Premio Algaba, combina el rigor histórico con el carácter divulgativo para ofrecer al lector interesado un recorrido por el viaje de los jesuitas, desde sus humildes orígenes hasta la elección de Jorge Mario Bergoglio como Papa. Obviamente, se dedica una parte importante del libro a estudiar la vida y obra de su fundador, san Ignacio (Iñigo según su nombre de nacimiento) de Loyola. El trabajo, sin embargo, no se limita a unir las biografías de destacados jesuitas, antes bien es la orden, como ente colectivo, la auténtica protagonista. Así lo explican las autoras en su introducción: “Al servicio de la ‘Mayor gloria de Dios’, como reza su lema, los Amigos de Jesús saltaron de inmediato de su organización interna a la Historia Universal, no solo por hallarse en la exploración del orbe cuando en pleno Renacimiento se estaban dilatando sus márgenes, sino porque el poderoso cuarto voto, de obediencia absoluta a Roma, los colocaba en un papel incómodo ante los regímenes temporales, en tanto en cuanto desde sus filas se creían ya ciudadanos, de carne y hueso, de una ciudad de Dios susceptible de ser contemplada en torno a la plaza de las misiones”.
Todo comenzó el 20 de mayo de 1521 en Pamplona. El ejército francés atacó la ciudad navarra e Iñigo de Loyola, que por aquel entonces contaba con treinta años, fue uno de los defensores de la ciudad, que cayó herido por una bala de cañón. Hasta entonces había mantenido una vida secular como cualquier joven de la época, pero durante su convalecencia comenzó a leer la Vida de Cristo del cartujo Ludolfo de Sajonia y la Flos Sanctorum de Jacobo de la Vorágine, que ejercieron una gran influencia sobre el malherido soldado. Tras su recuperación inició un viaje espiritual que le llevó a recorrer gran parte del continente (Cataluña, Italia, los Santos Lugares o Francia). A lo largo de estos años se formó intelectualmente, con estancias en las universidades de Alcalá de Henares y en la Sorbona de París, y llevó una vida austera y centrada en la ayuda de los menesterosos. Todo ese esfuerzo y dedicación se vio recompensado el 27 de septiembre de 1540 con la bula de aprobación Regimini militantes Ecclesiae, por la que el papa Pablo III aceptaba la constitución de la Compañía de Jesús.
El momento en que se constituye la orden no es intrascendente. Durante la mitad del siglo XVI, Europa sufre una profunda crisis política como consecuencia de la aparición del movimiento reformista iniciado por Lutero. El cisma en la Cristiandad condicionará el rumbo del continente durante las dos próximas centurias. La respuesta del catolicismo a las ansias de renovación en la Iglesia fue el Concilio de Trento y el inicio de la Contrarreforma. Al calor de los debates teologales surgió la Compañía de Jesús. Como señalan las hermanas Lara, “La espada y la cruz andaban de la mano, de ahí que si era necesaria una nueva articulación del poder político, no resultaba menos preciso el purificar los hábitos religiosos. El espíritu que impulsó la fundación de la Compañía fue la necesaria renovación interior de la Iglesia”.
Una vez constituida la Compañía, la obra de María y Laura Lara desglosa los sucesivos hitos que atravesaron los jesuitas hasta su definitiva consolidación. Tras explicar los principales rasgos de su organización y las medidas adoptadas por los primeros Padres Generales, la narración se aleja de Europa y se encamina a dos polos esenciales para comprender la historia de la orden religiosa: Asia y América. En el continente asiático encontramos las figuras de Francisco Javier, Matteo Rici, Alessandro Valignano, Alonso Sánchez o Roberto de Nobili, cuya labor pastoral fue fundamental para introducir el cristianismo en aquellas remotas tierras, aunque sus métodos fuesen a veces cuestionados y objeto de una agria polémica. En el Nuevo Mundo, por su parte, las acciones adoptadas se realizaron generalmente en consonancia con las autoridades españolas o portuguesas, sin olvidar el importante papel que desempeñaron las misiones jesuitas.
La llegada del siglo XVIII supuso un duro revés para la Compañía. Portugal, Francia, Nápoles o España, entre otros Estados, expulsaron a los jesuitas de sus territorios. La acusación de conspirar contra el gobierno o de provocar motines, los enfrentamientos con otras congregaciones y el espíritu de la Ilustración que empezaba a florecer forjaron un sentimiento generalizado de rechazo que desembocó en la expulsión. El breve Dominus ac Redemptor, promulgado por el papa Clemente XIV el 21 de julio de 1773, liquidaba la Compañía. La supresión apenas duró unos años y en el siglo XIX los jesuitas recobraron parte de sus posesiones y potestades, aunque esta centuria tampoco fue fácil para la orden, con sucesivas expulsiones y conflictos internos. Para las las autoras, “[…] como todo descalabro, las expulsiones transmitieron una enseñanza y fue el anhelo de mantenerse independientes de los partidos políticos, propiciando la cohesión social de los creyentes con los círculos obreros católicos y las congregaciones marianas. Habían salido de la clandestinidad gracias a su tesón, fortaleza y confianza, reconstruyendo lo nuevo a partir de lo mejor del pasado. El antiliberalismo, la neoescolástica y la devoción al Sagrado Corazón marcarían la vida de la Compañía en el último tercio del XIX y los albores del XX”.
Los últimos capítulos del libro están dedicados a examinar la función de la Compañía de Jesús en el siglo XX y principios del XXI. Los problemas derivados de la aparición de la Teología de la Liberación, su acomodación a las nuevas tecnologías y a las nuevas realidades del mundo, el papel desempeñado por la orden durante la Guerra Fría o la figura de Jorge Mario Bergoglio son algunos de los temas que se abordan en estas páginas.
No suele ser frecuente, y menos en los tiempos que corren, encontrarse obras que aborden sin sesgos y con un espíritu objetivo la historia de congregaciones religiosas o de la propia Iglesia. El trabajo de las hermanas Lara es una excepción a esta tendencia. Mediante un encomiable esfuerzo historiográfico han construido un relato ameno e interesante sobre la que posiblemente sea la orden religiosa más importante del cristianismo, la Compañía de Jesús.
María Lara Martínez y Laura Lara Martínez (Guadalajara, 1981), son historiadoras y escritoras. Doctoras Europeas en Filosofía por la Universidad Complutense y Licenciadas en Historia por la Universidad de Alcalá, en 2005 ambas hermanas ganaron el Primer Premio Nacional de Fin de Carrera en los Estudios de Historia concedido por el MEC y el Premio Uno de la UAH, y en 2007 recibieron el Premio Extraordinario de Licenciatura (concedido por el Ministerio de Educación y Ciencia). Ejercen su magisterio como profesoras de Ciencia Histórica y Antropología de la Universidad a Distancia de Madrid, UDIMA, donde María es Directora del Departamento de Historia y Humanidades y Laura Profesora Titular de Historia Contemporánea.
*Publicado por la editorial Edaf, noviembre 2015.