Historia de África desde 1940. El pasado del presente
Frederick Cooper

África es, para nosotros, una gran desconocida. El gran público tiene unas nociones muy básicas (y normalmente estereotipadas) de lo que sucede en el continente africano. Esas lagunas crecen exponencialmente si hablamos de su historia. Ni siquiera el pasado reciente ha recibido gran atención por la historiografía occidental que, si ha abordado el proceso de descolonización, lo ha hecho por sus implicaciones para las metrópolis, arrastradas a unos conflictos duraderos y en no pocas ocasiones violentos. El análisis usual de estos acontecimientos tiende a hacerse más desde un contexto sociopolítico que propiamente histórico. Esas características se acentúan si nos referimos al lector español: salvo las posesiones en Guinea, en Marruecos y en el Sahara, España tuvo una presencia escasísima en el continente africano, lo que quizás explique que nuestro interés por África sea apenas testimonial.

La historia reciente de África es un relato que combina la esperanza y la frustración. En ella se dan episodios que ennoblecen al hombre con otros en los que se muestra la bajeza de la condición humana. Aunque la Segunda Guerra Mundial se suele situar como punto de inflexión, el proceso que se inicia en aquellos años ha dado tantos pasos hacia delante como hacia atrás. La situación actual de África, en su conjunto, no ha mejorado al mismo nivel que en otros continentes. En algunos casos, ni siquiera llega a los niveles de hace una centuria. La inmensa mayoría de sus habitantes no disfruta de la vida holgada y desarrollada que auguraban y muchos siguen malviviendo en condiciones de pobreza, incluso de pobreza extrema, sin esperanzas de mejorar en un plazo relativamente corto. Las causas de esta situación son tan numerosas como los culpables. Achacar exclusivamente a las potencias europeas todos los males de África es una visión simplista, que no tiene en cuenta una realidad mucho más compleja.

Para entender la situación del continente africano resulta imprescindible conocer su pasado reciente (el lejano también sería útil, pero escapa a esta reseña) y explorar los caminos que han conducido a los países que lo integran hasta el lugar en el que se hallan hoy. Este es el propósito que inspira la Historia de África desde 1940. El pasado del presente* del profesor Frederick Cooper. El libro está pensado para servir de manual, o de texto introductorio, sobre este período y territorio, pero, a la vez, contiene un análisis tan exhaustivo como interesante de los fenómenos acaecidos en África durante y tras el proceso de descolonización. Es, pues, una lectura idónea para quien se interese por los avatares de nuestros vecinos del sur.

Como explica el autor, “este libro explora el período en que el dominio de las potencias coloniales europeas sobre la mayor parte del continente africano comenzó a desmoronarse, cuando los africanos se movilizaron para reclamar un futuro nuevo, cuando las realidades cotidianas de las ciudades y de los pueblos cambiaron súbitamente, y cuando los nuevos estados tuvieron que afrontar el significado de la soberanía, y los límites del poder estatal se toparon con las realidades sociales dentro de sus propias fronteras y con una posición menos controlable en la economía mundial y en las redes internacionales de poder. Es un libro sobre las posibilidades que las personas se han procurado para sí mismas como miembros de las comunidades rurales, como emigrantes a las ciudades y como constructoras de organizaciones sociales, movimientos políticos y nuevas formas de expresión cultural. Trata también sobre cómo se malograron muchos de aquellos aperturismos”.

Con este propósito, el profesor Cooper aborda la evolución del continente africano desde los años cuarenta hasta el presente (la obra se publicó originalmente en Cambridge University Press en 2019) y lo hace siguiendo una estructura temática y no lineal. Aunque el libro se divida en dos grandes bloques, separados por un interludio, la sucesión de epígrafes no se atiene a un orden cronológico. El historiador americano opta por agrupar sus planteamientos alrededor de los cambios sociales, económicos o políticos, a los que acompañan una serie de tablas y mapas para ilustrar las tesis expuestas. De ahí que, por ejemplo, algunos capítulos se titulen: “Trabajadores, campesinos y desafío al gobierno colonial” o “La crisis del estado celador”. Dentro de cada apartado se observa mayor correlación temporal, pues se examinan sucesivamente las dinámicas de cambio relativas a cada tema.

El autor es consciente de que tratar a África como un todo homogéneo resulta inadecuado, pues es un continente de miles de kilómetros, con pueblos y culturas muy diversos. Aun así, sostiene que su obra “se acerca a África tal como la define su historia: se centra en el continente africano al sur del desierto del Sahara, pero en el contexto de los vínculos, continentales y de ultramar, que pergeñaron la historia de esa región”. En una misma página podemos hallar, por tanto, un análisis de las elecciones en Ghana, la explicación de unas revueltas en Kenia y el examen de unas medidas adoptadas por el gobierno sudafricano. El historiador estadounidense intenta, con este modo de proceder, ofrecernos una visión de conjunto de la evolución sufrida en África en los últimos ochenta años.

Cooper afirma y reitera en distintas partes del libro que su trabajo se aleja de la dicotomía entre períodos coloniales o postcoloniales. Para él, esa división arbitraria no se ajusta a la poliédrica realidad africana. Obviamente, la aparición de nuevos estados supuso un cambio importante en el equilibrio del continente, pero el libro busca ir más allá y descubrir las transformaciones internas que tuvieron lugar en aquel momento y que afectaron de distinta manera a la sociedad. La lucha por el poder se producía tanto bajo la dominación de los europeos como bajo la de los nuevos líderes africanos, quienes, una vez en sus cargos, eran reacios a abandonarlos y optaban por implantar medidas que no siempre tenían como objetivo el bienestar del pueblo. Esto provocó que el ciudadano medio no fuese consciente del cambio de régimen y dio origen a la aparición de dictaduras y guerras regionales con resultados desastrosos.

La obra concluye con una reflexión sobre el presente que, sin buscar culpables, intenta ofrecer alternativas y posibles soluciones para el futuro (incierto) del continente: “¿Las opciones de África son, o bien la pobreza de la marginación, o bien la devastación de la explotación? ¿O hay otras formas de organizar la producción agrícola, la industria a pequeña escala y los mercados regionales? Los episodios en los que los africanos han exigido los beneficios de la ciudadanía, desde la década de 1940 hasta la década de 2010, ¿están condenados a ser fugaces? —ya que los gobernantes, temerosos de la fragilidad de su propio poder, reprimen las formas de asociación y comunicación que podrían contrarrestar su dominio particular sobre los limitados recursos políticos y económicos. ¿O las experiencias que los africanos han vivido durante los últimos setenta y cinco años —al forjar asociaciones y mutuas alianzas, y al conjeturar nuevas formas de acción religiosa, cultural y política— ofrecen posibilidades para el futuro?”.

Frederick Cooper, catedrático de Historia en la Universidad de Nueva York, es autor de numerosos libros sobre historia de África e historia de los imperios, algunos de los cuales han sido premiados por la American Historical Association, The African Studies Association y The World History Association. Ha dirigido investigaciones en África Oriental y Occidental y ha enseñado también en las universidades de Harvard y Michigan.

*Publicado por Rialp Ediciones, febrero 2021. Traducción de José María Sánchez Galera.