«Nuestros textos proceden de un período que abarca cuatro siglos: desde la ascensión de Roma y su hegemonía mundial en lucha con Cartago hasta su tardío florecimiento bajo el imperio de los Antoninos«. Así comienza el prólogo a la primera edición española del libro del profesor Michael von Albrecht Grandes Maestros de la prosa latina: de Catón a Apuleyo*, que ve la luz por primera vez en su traducción al castellano, a cargo de Antonio Matriz Martínez.
El libro incorpora un capítulo inicial, «a modo de presentación», escrito por Francisca Moya del Baño quien, por un lado, nos da cuenta de la trayectoria profesional y académica del maestro de Heidelberg y, por otro, describe los rasgos más importantes («el inconfundible sello de identidad«) de una obra inicialmente publicada en aquella ciudad alemana, reeditada varias veces y convertida, afirma, en un «clásico» de los estudios latinos.
A lo largo de sus diez capítulos y siguiendo la evolución cronológica correspondiente, von Albrecht analiza –
Von Albrecht explica la elección de los autores y de los textos elegidos por razones prácticas, visto el «inagotable caudal de prosistas latinos«. Quedan al margen de su selección quienes sólo escribieron obra poética o «los autores técnicos, los escritos jurídicos así como las cartas de carácter no literario y, sobre todo la literatura cristiana«. Excluidos los cuales, el autor apela a la conocida frase de Quintiliano para justificar su inevitable selección: «sunt et alii scriptores boni, sed nos genera degustamos, non bibliothecas excutimus» (hay otros buenos escritores pero nosotros catamos estilos, no revolvemos bibliotecas).
Tras el análisis de tres fragmentos de M. Porcio Catón, los sucesivos capítulos del libro se dedican a sendos discursos de dos grandes oradores (C. Graco y Cicerón); a un pasaje de Cesar sobre la guerra de las Galias, así como al comienzo de su discurso por la muerte de Julia; a una palabras de Salustio sobre la ambición, seguidas de un relato sacado de la Guerra de Yugurta; a la historiografía de las épocas de Sila y de Augusto, con las descripciones de un mismo hecho militar ofrecidas, en términos bien distintos, por Claudio Cuadrigario y Tito Livio; a dos textos filosóficos de Cicerón y de Séneca; a una conversación recogida del Satiricón de Petronio; al discurso que Tácito pone en boca de Claudio, comparado con otro testimonio escrito de aquél; a un pasaje de caza escrito por Plinio el Joven y, en fin, al ya mencionado episodio el Asno de Oro de Apuleyo.
Aun cuando la obra de von Albrecht es susceptible de diversas lecturas, en función de los previos conocimientos de quien la tenga en sus manos, bien puede decirse que se trata de un libro primordialmente para uso de los docentes y discentes de la lengua latina que cuenten con un nivel avanzado. Tratándose como se trata del estudio de unos textos en versión original, para sacar a la superficie todo lo que llevan dentro (por emplear las palabras de la profesora Moya del Baño en la presentación), es claro que su mejor comprensión requiere un cierto dominio del latín.
Sentada esa premisa, el lector disfrutará sin duda con el análisis de los textos que von Albrecht realiza, mezclando en las dosis apropiadas el orden y la claridad expositiva con el rigor académico, del que es constante prueba su diálogo –especialmente en las notas a pie de página-
Los textos objeto de estudio son pasados por el cedazo implacable de von Albrecht desde diferentes ángulos, que incluyen tanto la sintaxis y la estilística como el examen de las estructuras narrativas. El autor se detiene en las «construcciones oracionales» propias de cada fragmento analizado, en sus recursos estilísticos; observa las repeticiones de los términos que incluyen (reflejando, cuando existen, los arcaísmos utilizados); destaca los componentes de origen oral, las repeticiones de sinónimos, entre otras categorías. Lo hace, como él mismo dice, en un terreno fronterizo entre la lingüística y la ciencia literarias, de nuevo mezcladas en una acertada síntesis.
No es posible en una reseña como esta adentrarse en cada uno de los diez capítulos del libro, que siguen una secuencia argumental semejante. Sólo como muestra de lo que el lector podrá encontrar en ellos basten unos someros rasgos de los dedicados a Catón el Viejo y a Tácito.
Del primer gran prosista latino (von Albrecht destaca que no se le haya prestado la suficiente atención) examina la prefatio de De agricultura para rechazar su supuesta tosquedad y ensalzar sus rasgos estilísticos, inspirados en la sentencia rem tene, verba sequentur que Catón dirigió a su hijo Marco. Inmediatamente la atención se desplaza a un fragmento literal (transmitido por Aulo Gelio) del famoso discurso que el mismo Catón dirigió al Senado en favor de los rodios, en el año 167 a.C. Pieza maestra de la retórica en que el viejo censor utilizó todos los recursos a su alcance para disculpar con habilidad –y con pragmatismo-
En el capítulo dedicado a Tácito, por su parte, von Albrecht compara la versión (más breve) que aquél da, en sus Anales, de un discurso de Claudio ante el Senado, con otro texto conservado en una tabla de bronce (la tabula lugdunensis) de esa misma oratio, en la que el emperador proponía extender el ius honorum a determinados notables galos, una vez que habían accedido ya a la ciudadanía romana.
Tácito, como bien sabemos, acostumbraba a incluir en sus obras históricas discursos pronunciados por los respectivos personajes, normalmente haciendo una reelaboración literaria de su contenido. No era original en la técnica (ya empleada por Tucídides cinco siglos antes) pero sí en su estilo inconfundible y en la incorporación a aquellos discursos de formas de pensar que, en el fondo, reflejan la propia personalidad del autor latino. La exégesis del texto de Tácito, en comparación con el «original» del discurso, se detiene en lo que aquél incluye o excluye de éste y en el análisis de los rasgos lingüísticos y estilísticos de una y otra versión.
El resultado es obviamente favorable a Tácito, no sólo por la concisión característica de éste y su ironía –a veces con regusto amargo-
Con esa misma expectación y calma para degustarlo bien se puede acometer la lectura de este «clásico» que no defrauda.
Michael von Albrecht, catedrático de Filología Clásica en la Universidad de Heidelberg, estudió filología clásica, música e indología en Stuttgart, Tubinga y París. Se doctoró en 1959, y obtuvo la Habilitación en 1963. Visiting Professor en la Universidad de Ámsterdam y en el Institute for Advanced Study de Princeton. Entre sus publicaciones sobre literatura romana y la pervivencia de esta se cuentan Historia de la Literatura Romana, Virgilio y Poesía Romana y Roma.
*Publicado por Ediciones de la Universidad de Murcia, febrero 2014.