TREA - FERNANDO IV DE CASTILLA

Fernando IV de Castilla (1295-1312)
César González Mínguez

La consolidación de los reinos peninsulares durante la Baja Edad Media no estuvo exenta de complicaciones. Los monarcas tuvieron que acometer el arduo proceso de Reconquista con la desconfianza de sus vecinos (fueron muy frecuentes las luchas entre los propios reinos cristianos) y con la de sus propios vasallos (sorprende el número de “guerras civiles” que hubo en aquellos años). Pocos soberanos, por no decir ninguno, tuvieron la suerte de disfrutar de un reinado tranquilo, ya que la configuración política de la monarquía feudal del Medievo los obligaba a una constante negociación con los estamentos del reino. Concejos, Iglesia y nobleza se mostraron muy tenaces en la salvaguarda de sus privilegios e intereses y no dudaron en levantarse en armas contra su señor, cuando la ocasión lo requería. Este precario equilibrio de poderes producía una gran inestabilidad y facilitaba la descentralización de la autoridad estatal, pues el rey se veía abocado a ceder territorios y otorgar favores, si quería tener controladas a las fuerzas vivas del reino.

La figura de Alfonso X el Sabio ilustra muy bien los problemas a los que se veía sometido cualquier monarca que buscara menoscabar la influencia de la nobleza. Su proyecto de una Monarquía fuerte, lograda través de una vasta producción jurídica y cultural, se estrelló irremediablemente contra los grandes señores y contra su propio hijo, el futuro Sancho IV, quienes, con su triunfo, redujeron la obra del Rey Sabio a un cuerpo jurídico simbólico carente de aplicación práctica. No fue un hecho aislado. Sus sucesores, incluido su hijo Sancho, tendrían que hacer frente a los mismos problemas, con resultados muy similares. Quizás el gran damnificado por la ambición señorial fuera Fernando IV de Castilla, nieto de Alfonso X, quien accedió a la Corona a los diez años (su madre, María de Molina, se hizo cargo de la regencia hasta su mayoría de edad) y cuyo reinado fue un continuo batallar, con guerras civiles de por medio, contra la nobleza.

El historiador César González Mínguez recupera la figura de este monarca en la nueva edición (la primera se publicó en 1995) de su obra Fernando IV de Castilla (1295-1312)*. El estudio biográfico que realiza se centra en la figura del soberano castellano, pero también en su relación con la nobleza del reino. Así explica el autor el enfoque de su trabajo: “El estudio del reinado de Fernando IV publicado en 1995 puede insertarse dentro de esa línea renovadora del género biográfico, que siempre ha tenido cultivadores apreciados que podemos remontar hasta la historiografía clásica, aunque también lo podemos ubicar dentro de la llamada nueva historia política, que no es más que la historia del poder en todas sus manifestaciones y que constituye el verdadero esqueleto de la historia. Y todo ello sin perder de vista que al trazar el perfil biográfico del monarca junto a su dimensión política se trató siempre de situarlo en relación a las grandes directrices evolutivas de la época, es decir, en una compleja etapa de transición que lo es de dos siglos pero también, lo que es más importante, de dos situaciones económicas bien distintas: del esplendor del siglo XIII a la crisis del siglo XIV”.

La vida de Fernando IV es digna de ser llevada a la gran (o a la pequeña) pantalla. Nada envidia a las turbulentas biografías de otros famosos monarcas. Su reinado estuvo marcado por la ambición de los grandes señores, por la fuerte personalidad de su madre y por la guerra y la continua traición de sus allegados. Con tan solo diez años fue proclamado Rey, aunque su madre tomó las riendas del gobierno. Inmediatamente se produjeron las primeras convulsiones. Los infantes de la Cerda, apoyados por Jaime II de Aragón, reclamaron el trono al considerarse legítimos herederos, al mismo tiempo que Diego López de Haro, Nuño González de Lara o Juan Núñez de Lara, figuras destacadas del período, aprovechaban la tesitura para beneficiarse y sembrar la anarquía. La guerra no tardó en estallar y Castilla se vio amenazada por varios frentes (Portugal, Aragón y Andalucía). María de Molina hubo de maniobrar hábilmente para no caer derrotada completamente.

La declaración de la mayoría de edad del Rey, a los dieciséis años, tampoco consiguió disminuir la tensión bélica. Los acuerdos de Torrellas y Elche, en 1304 y 1305, aunque pusieron fin a la contienda entre Castilla y Aragón, no solucionaron los problemas de fondo y las intrigas continuarían hasta la muerte del monarca. Como recoge González Mínguez, estos años se hallan marcados por las continuas traiciones e intrigas de la nobleza. Ni siquiera la guerra contra el reino de Granada y la conquista de Gibraltar lograron apaciguar los ánimos. El cambio de bando fue constante, los acuerdos se rompían con una pasmosa facilidad y las alianzas se invertían una y otra vez.

Este clima de caos políticos beneficiaba a los grandes señores. Así lo explica el autor: “Durante el reinado de Fernando IV se acentuó el proceso de debilitamiento de la Monarquía como consecuencia de la minoría del monarca y del desencadenamiento inmediato de una guerra civil, factores que fueron aprovechados al máximo por los más conspicuos representantes de la vieja nobleza para incrementar su poder, sus rentas y su participación en el Gobierno, utilizando con frecuencia como moneda de cambio una transitoria y cambiante lealtad que siempre procuraron traducir en maravedíes, en rentas o en otro tipo de bienes”. Y más adelante añade: “La nobleza de la época de Fernando IV actúa con una enorme movilidad, unas veces en favor del rey y otras en su contra, pero siempre en su personal provecho, y por otra parte lo hace dividida en bandos enfrentados”.

A pesar de ser un trabajo biográfico, cuyo protagonista indiscutible es Fernando IV, también se analizan en él los aspectos socioeconómicos de su reinado. Los últimos capítulos del libro están dedicados a explicar la configuración política del reino, a través del estudio de los principales rasgos de la propia Corona, de la nobleza y de los concejos y villas. También se aborda la demografía de Castilla, así como la crisis y la decadencia económica que sacudieron a todo el continente europeo en el siglo XIV, cuyos primeros síntomas se empezaron a notar bajo el reinado de Fernando IV. En suma, la obra nos ilustra sobre la vida de un monarca poco conocido y nos permite, además, comprender mejor la configuración de la sociedad bajomedieval y las dinámicas de poder existentes entre los principales protagonistas de la vida política peninsular.

César González Mínguez (Palencia, 1943) es catedrático emérito de Historia Medieval de la Universidad del País Vasco y autor de más de dos centenares de obras, entre libros y artículos. De ellas cabe mencionar El Portazgo en la Edad Media. Aproximación a su estudio en la Corona de Castilla (1989); La otra historia. Sociedad, cultura, mentalidades [ed.] (1993); Las raíces medievales de la ciudad actual: el ejemplo de la Corona de Castilla (1997); Marginación y exclusión social en el País Vasco (en colaboración, 1999); El discurso legal ante la muerte durante la Edad Media en el nordeste peninsular (en colaboración, 2006); Algunas reflexiones sobre las crisis en la Edad Media: de la crisis bajomedieval a la actual (2011); Poder real y poder nobiliar en la Corona de Castilla [1252-1369] (2012); Itinerario y regesta de Fernando IV de Castilla [1295-1312] (2015); A vueltas con la crisis bajomedieval. El entorno económico del reinado de Fernando IV [1295-1312] (2016).

*Publicado por la editorial Trea, octubre 2017.