España, siglo V. La Monarquía goda Balta y la Diócesis de las Españas
Luis A. García Moreno

De los dos mil últimos años, quizás el período peor conocido por la historiografía sea el que abarca los siglos V a VI. Es el momento de la caída del Imperio romano y de la incursión (y el asentamiento) de los pueblos bárbaros en la Europa occidental. Apenas contamos con crónicas, pocas de ellas contemporáneas, que permitan arrojar algo de luz sobre la descomposición del ente político más importante de la antigüedad. Su calidad, además, es bastante cuestionable. La confusión imperante y el sistemático estado de guerra en el que se halló la sociedad tardoimperial frenó su desarrollo cultural (con algunas notables excepciones, todo sea dicho) y disponemos de pocos testimonios fidedignos sobre lo que ocurrió realmente en aquellos años. La numismática y la arqueología se han convertido, de este modo, en pilares significativos, aunque insuficientes, para rellenar lagunas y comprobar la veracidad de ciertas afirmaciones recogidas en aquellas crónicas.

El ocaso del Imperio romano es fascinante. No hay respiro. Las intrigas políticas, la inestabilidad social, los golpes de Estado, el vacío de poder, las cambiantes alianzas… ese impredecible y agitado escenario hizo de la Europa de aquellos siglos un convulso tablero de ajedrez, cuyas piezas luchaban no solo por vencer al adversario, sino también por no ser engullidas por el resto. Las tribus germanas, que venían ostentando un papel destacado en las postrimerías del Imperio, se hicieron con el control de la situación. Roma intentó mantener su posición hegemónica, pero su poderío militar se derrumbó y hubo de acudir a los propios bárbaros para hacer frente a los múltiples desafíos que iban surgiendo. Muchos de los actuales estados de Europa tienen su origen en el modo con el que los pueblos germánicos se fueron asentando en el continente. Conocer qué sucedió entonces es imprescindible para comprender la evolución posterior de la Edad Media.

El académico y catedrático de Historia Antigua Luis A. García Moreno explora en su obra España, siglo V. La Monarquía goda Balta y la Diócesis de las Españas* el establecimiento del reino godo en la Península Ibérica y los prolegómenos de este acontecimiento. Al igual que ya hiciera en su obra España 702-719. La conquista musulmana (cuya reseña se puede leer aquí), García Moreno hace un análisis crítico de las teorías y de los lugares comunes sobre la implantación del reino godo en la Península Ibérica.

Como todo gran historiador debería hacer, el académico segoviano no da nada por sentado y analiza, desde un punto de vista histórico/filológico, las crónicas y las fuentes escritas que han sobrevivido de este período. Este proceder le lleva a cuestionar muchas de las premisas generalizadas cuya fuerza, dentro de la historiografía, se debe más a su arraigo tradicional que a su veracidad histórica. “Precisamente una de las novedades de la presente monografía es el desmentido de esa consolidada opinión”, dice nuestro autor en relación con el establecimiento permanente de la monarquía Balta en la península (año 475).

García Moreno se muestra, además, muy crítico con cierta corriente historiográfica (por ejemplo, con el ensayo sociológico o con la historia de las mentalidades) que ahonda en cuestiones baladíes y aleja al historiador de su verdadero cometido. Reivindica, frente a estos dislates históricos, acudir a la filología como marco de referencia para profundizar en los estudios altomedievales. Así lo expresa: “Sigo pensando que la completa ausencia de documentación escrita seriable, salvo en muy contadas ocasiones, hace que el historiador de la Antigüedad, clásica y post-clásica, y de los primeros tiempos de la Alta Edad Media, necesariamente tenga que ser un filólogo de formación, para poder aplicar las técnicas filológicas que permitan comprender todo el significado de una documentación histórica compuesta en más de un 95% por textos literarios y jurídicos”.

Sobre su contenido, dejaremos que sea el lector quien descubra los pormenores del trabajo de García Montero. Nos limitaremos a dar algunas pinceladas, advirtiendo al interesado que, si bien está escrito con una prosa excelente y su extensión no es excesiva (apenas supera las doscientas páginas), la cascada de datos y personajes en él citados puede aturdir al profano en la materia si no está acostumbrado a este tipo de libros, que requieren un plus de atención. Eso sí, el esfuerzo merece ampliamente la pena.

El punto de partida de la obra se sitúa a principios del siglo V, cuando los primeros contingentes godos acceden a la Península Ibérica, probablemente como complementos al ejército imperial romano (siguiendo la figura de los foederati), para hacer frente al resto de tribus germanas que se habían instalado en la región. A medida que avanza la centuria y el poder romano se descompone, la presencia de las huestes del monarca Balto se incrementa, aunque sin abandonar su estatuto jurídico y sin avocarse las competencias del aparato administrativo romano que, a duras penas, seguía en pie.

Habrá que esperar a la mitad del siglo para ver cómo, junto al poder militar, la monarquía goda empieza a hacerse con el control político, nombrando vicarios y condes de las Españas. El fin del Imperio y la desaparición de la figura del emperador dará vía libre al pueblo godo para consolidar su autoridad en el sur de la Galia y en la Península Ibérica. Este esquemático relato es ampliado considerablemente por García Moreno, quien se interesa por las expediciones militares Baltas en la Península, la relación entre los godos y romanos, así como por las formas jurídicas en las que se articuló esa relación. Analiza, asimismo, la presencia sueva en la Península, la expansión de la influencia goda en el Imperio y las rebeliones que se produjeron en esos años.

Concluimos con la transcripción del texto que resalta, en la contraportada del libro, las principales características de la obra: “Una de las novedades más relevantes de la monografía que el lector tiene ahora en sus manos es someter a crítica esta consolidada opinión ya que, hasta la destitución del emperador Julio Nepote en agosto del 475, la Monarquía goda Balta tuvo como principal objetivo en sus relaciones con el gobierno imperial romano la renovación del viejo acuerdo que había sellado el rey Valia, y que había permitido el asentamiento de sus guerreros y familias en el sureste de las Galias. El autor expone de forma clara y amena cómo el ejército regular imperial sufrió un paulatino debilitamiento, mientras los contingentes de foederati godos de guarnición estable en la Diócesis de las Españas se convirtieron en mayoritarios. Sin embargo, el lector asistirá a un proceso de muchos vaivenes, al menos hasta la expedición del emperador Mayoriano en 460, cuyo fracaso implicó que las guarniciones godas se constituyeran ya para el futuro en la fuerza militar mayoritaria en la antigua diócesis”.

Luis Agustín García Moreno (Segovia, 1950) es Doctor en Filología Clásica por la Universidad de Salamanca y Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Alcalá, desde 1982. Anteriormente ejerció la docencia en las Universidades de Salamanca, Autónoma de Madrid, Santiago de Compostela, Complutense, Zaragoza y otras extranjeras. Fue elegido Académico de Número de la Real Academia de la Historia en 2007. Fundador y director de la revista “Polis”, es miembro de los consejos científicos de varias revistas españolas y extranjeras como Journal of Late Antiquity, Quaderni Catanesi di Studi Antichi e Medievali, Hispania Sacra y Cuadernos de Historia de España. Ha escrito varios centenares de trabajos, entre libros y artículos científicos, principalmente sobre historia hispana desde los pueblos prerromanos a los mozárabes, con particular atención a la historia goda, así como sobre historiografía y geografía helenísticas.

*Publicado por BOE Ediciones, marzo 2017.