Cuando el odio y la venganza se imponen en una sociedad, los primeros sacrificados son la verdad y la cultura. Quienes se hallan en el poder niegan cualquier libertad creativa y utilizan la cultura, conocedores de su fuerza e influencia, como una herramienta de control y de sometimiento del resto de la población. No ha habido dictadura o sistema político autoritario que haya permitido florecer a las artes a su voluntad. Por el contrario, han tratado siempre de tutelarlas y fiscalizarlas. El motivo es bien simple: el arte, en sus múltiples manifestaciones, es, junto a los medios de comunicación, la principal fuente de creación de opinión pública. Un libro, una película, una canción, un cuadro… pueden ser más revolucionarios que una proclama política. Gracias a ellos, o a su ausencia, una sociedad puede florecer o languidecer. Utilizando un símil algo repetido, la cultura es como un faro de la sociedad: si conseguimos controlar su haz, podremos dirigir a los barcos en la dirección que nos interese.
A pesar de la férrea vigilancia que, en muchas épocas, ha padecido, la cultura siempre ha sabido cómo encontrar las fisuras del sistema para germinar. Ni en la asfixiante sociedad soviética ni en las monarquías absolutas de la Edad Moderna se consiguió someter por completo a los artistas y, al margen de la cultura oficial, aparecieron corrientes (clandestinas, por supuesto) que se rebelaban contra la censura y las imposiciones gubernativas (un retrato dramático de este proceder se describe en la obra de B. Yampolski e I. Konstanínovski, Asistencia obligada, que recoge los testimonios de las reuniones de escritores en la Unión Soviética. Puedes leer nuestra reseña aquí). Esos destellos de libertad mantienen viva la esperanza de un cambio de régimen y ayudan a desenmascarar las mentiras del autoritarismo.
Juan Pablo Fusi explora en la obra Espacios de libertad. La cultura española bajo el franquismo y la reinvención de la democracia (1960-1990)* estas ventanas de libertad bajo la dictadura franquista y su contribución a la llegada e implantación de la democracia El texto corresponde, en su práctica totalidad, a su discurso de acceso a la Real Academia de la Historia, pronunciado a finales de 2015. El autor lo presenta así: “Este libro no es una historia de la cultura española entre 1960 y 1990. El objeto del estudio es, o eso espero, muy claro: ver cómo el pensamiento y la cultura españoles –el ensayo, la literatura, la historiografía, las ciencias sociales, el arte– fueron replanteándose en aquellos años la realidad problemática del país; y cómo fueron creando, al hilo de ello, nuevos lenguajes para repensarlo, y para, por extensión, reinventar la democracia”.
La victoria franquista en la Guerra Civil supuso el fin de un período dorado de la cultura española. Las tres primeras décadas del siglo XX vieron una explosión de creatividad y de desarrollo cultural sin parangón en nuestro pasado reciente, apoyadas por una extraordinaria expansión de la educación. Los estragos de la guerra, el exilio y la aniquilación del adversario abocaron, por el contrario, al país a una dura travesía del desierto. La Iglesia y los partidos afines al Régimen se hicieron con el control de la educación, de las instituciones culturales y de los medios de comunicación y los administraron en defensa y exaltación del discurso oficial. Aunque salieron adelante proyectos interesantes y de calidad, e incluso hubo pronunciamientos que se separaban de la versión oficial, la mayoría de las manifestaciones culturales de la época eran mera propaganda política sin gran valor artístico.
La vuelta de Ortega y Gasset a España en 1945 sirve a Juan Pablo Fusi como punto de partida de su trabajo (“En cualquier caso, el regreso de Ortega a España en 1945 interesa al historiador ante todo como síntoma”). Tras analizar la primera posguerra y los escasos destellos que se produjeron en ella, estudia los lentos pero inexorables cambios de la sociedad española a partir de los años cincuenta, que eclosionaron en los sesenta. Como señala el académico, “el horizonte intelectual de la España de 1960 no era ya el sistema de valores e ideas culturales del franquismo —estética falangista, catolicismo nacional—, sino la generación del 98, Ortega, Marañón y la generación del 14 y aun, si bien de forma mucho más limitada y selectivamente, los poetas del 27 (o algunos de ellos), intelectuales y escritores cuyas biografías, obra y pensamiento habían sido objeto tras la guerra, en el primer franquismo, de silencios, descalificaciones y prohibiciones, y que en algunos casos suscitaban aún, en los años sesenta, considerable reserva, si no abierta hostilidad, oficial”.
Comienza a partir de aquí un recorrido por los nombres de las grandes (y no tan grandes) figuras de la cultura española, a través del análisis de disciplinas como la literatura, la historia o la filosofía. El proceso de renovación de los cincuenta y los sesenta permitió “un profundo cambio conceptual en la manera de pensar España”. Implicó, además, la aparición de nuevos desafíos que el académico resume en tres: un problema de atraso económico, un problema de democracia y un problema de vertebración del Estado. Los tres se estudian desde la óptica de los escritos de los intelectuales y escritores de la época, cuyos trabajos permitieron, a su manera, tanto modernizar y europeizar un Estado que progresivamente se desembarazaba del yugo de la dictadura, como recuperar una “conciencia democrática del país”.
La muerte de Franco dio paso a la Transición y a la democracia. Denostada hoy por muchos (la mayoría de los cuales no la vivieron), Juan Pablo Fusi la explica brevemente desde el ángulo de los cambios sociales y económicos y del mundo de la cultura, prestando especial atención a los escritos de José Luis López Aranguren y Julián Marías. La Transición trajo nuevos problemas e inquietudes, pero, en palabras del autor, “Difícil, azarosa, problemática, compleja, la Transición fue en efecto, un nuevo comienzo para el país”.
Concluimos citando nuevamente a Juan Pablo Fusi (quién mejor que él para condensar la esencia de su trabajo): “Por decirlo categóricamente, la reinvención de la democracia en España —que en síntesis quiso decir: priorizar el restablecimiento de la democracia sobre consideraciones doctrinales en torno a Monarquía o República— no sólo fue una reinvención política, sino algo más profundo y radical: una reinvención en el pensamiento, que se ocupó menos […] de los problemas de la formación de España como nación que de las crisis del siglo XX, del atraso económico de España y de la democracia como problema. Que se ocupó de la democracia como problema, y de la democracia como posibilidad: como posibilidad además real que, a medida que se vio, ya en la década de 1960 […] que el régimen, la dictadura de Franco, era el problema, fue transformándose de posibilidad en necesidad histórica. No iba a haber franquismo después de Franco. Las razones de ello fueron, sin duda, numerosas y complejas. Una de ellas, el cambio cultural. La cultura española había hecho su pre-transición cultural, diez, quince, años antes de la muerte de Franco: había recobrado, tal vez contradictoria e insuficientemente, el pulso de la modernidad, se había instalado en un horizonte moral e ideológico radicalmente distanciado del franquismo”.
Juan Pablo Fusi Aizpurúa (San Sebastián, 1945) es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid. Formado en Oxford con Raymond Carr, entre 1976 y 1980 fue director del Centro de Estudios Ibéricos del St. Antony’s College de esa universidad y, luego, catedrático luego de las universidades de Cantabria, País Vasco y Complutense. Desde 1986 a 1990, dirigió la Biblioteca Nacional y desde 2001 a 2006, el Instituto Universitario Ortega y Gasset y la Fundación Ortega y Gasset. Ha publicado, entre otros libros, El País Vasco. Pluralismo y nacionalidad (1983); Franco, autoritarismo y poder personal (1985); España. La evolución de la identidad nacional (1999); La patria lejana. El nacionalismo en el siglo XX (2003); Identidades proscritas. El no nacionalismo en sociedades nacionalistas (2006); El espejo del tiempo (2009) e Historia del mundo y del arte en Occidente (2014), ambos con Francisco Calvo Serraller; El efecto Hitler (2015) y Breve historia del mundo. De la Edad Media hasta hoy (2016). Es miembro de Jakiunde (Academia Vasca de Ciencias, Artes y Letras) y, desde 2015, de la Real Academia de la Historia.
*Publicado por la editorial Galaxia Gutenberg, septiembre 2017.