Elogio de la Edad Media
Jaume Aurell

Poco a poco, la imagen de una Edad Media tenebrosa está dando paso a una percepción más matizada, en la que se abandonan estereotipos y lugares comunes para resaltar los avances y logros alcanzados en los casi mil años que duró. Cada vez son más numerosos los libros que intentan desmontar la “mala prensa” que ha tenido el Medievo. Imagen negativa que se ha construido a lo largo de centurias, promovida, sobre todo, por pensadores y artistas que describieron la Edad Media (para realzar sus propias ideas u obras) como el arquetipo de la oscuridad y de la mediocridad. Incluso los románticos, que redescubrieron aquel periodo, proyectaron una imagen del pasado medieval asociada más bien a lo tétrico. Esa percepción predomina todavía hoy entre el gran público y se traslada, por ejemplo, al mundo audiovisual. Tan solo hay que echar una mirada a las películas, series o videojuegos para comprobarlo.

También se suele caer en el error de concebir la Edad Media como un todo uniforme y homogéneo, cuando la realidad es bien distinta. En realidad, se trató de un milenio de historia y, aunque los cambios sociales, culturales o políticos no se sucediesen a la velocidad vertiginosa del siglo XX, poco tiene que ver el hombre del año 500 con el del 1400. Nos hallamos ante un período dinámico, en ebullición, con profundas transformaciones filosóficas y artísticas y muy rico en ideas. Resulta fascinante comprobar la evolución que se produjo en la sociedad medieval y cómo se trasladó al día a día. No debemos olvidar que el Renacimiento, tan ensalzado por todos, hunde sus raíces en la cultura de los siglos inmediatamente precedentes, con la que no trazó una ruptura radical. Fue, más bien, un proceso germinado durante décadas, que no puede entenderse sin los avances que tuvieron lugar en la Baja Edad Media.

El profesor Jaume Aurell busca ofrecer una imagen renovada de esta época en su obra Elogio de la Edad Media. De Constantino a Leonardo*. Un trabajo ameno y divulgativo que intenta revertir la imagen “trasnochada” que el gran público tiene del Medievo. Escrito en plena pandemia, nos sirve para poner en perspectiva nuestro presente, comparándolo con las condiciones de vida de nuestros antepasados.

Con estas palabras explica el autor su propósito: “He intentado escribir un breve relato de la época medieval, desde la conversión de Constantino en 312 al nacimiento de Leonardo en 1452: una narración coherente de este período de once siglos y medio, engarzando fechas, personajes, eventos, tendencias e interpretaciones”. Y, un poco más adelante, añade: “Espero que la lectura de este breve relato de la Edad Media pueda paliar en parte la injusta mala fama de Edad Media. Y ojalá, aunque admito que soy escéptico, seamos capaces de devolver a esta época, con todas sus grandezas y todas sus ruindades, su verdadera entidad: sin reducirla a precedente de nada […] y sin proyectar en ella nuestros propios demonios, nuestros prejuicios o los complejos que nos puedan atenazar”.

La obra de Jaume Aurell está pensada para un público no especializado, que busque conocer mejor qué fue (y qué no fue) la Edad Media. Se trata de un repaso muy somero de los hitos y personajes más relevantes de aquella época. El texto mantiene un orden cronológico, pero lo dota de una estructura original. Como si de una obra de teatro se tratase, el libro se divide en tres actos, con sus correspondientes escenas y dos interludios (“nunca he abandonado la metáfora de la historia como teatro del mundo”). Cada acto abarca un periodo concreto, aunque los epígrafes internos no se rigen por un esquema temporal, sino por uno más temático.

El primer acto engloba desde la coronación de Constantino (siglo IV d.C.) hasta el año 1000. Las “escenas” que lo componen están dedicadas a seis grandes personajes (Constantino, Clodoveo, Justiniano, Mahoma, Carlomagno y Hugo Capeto). Sus biografías sirven para contextualizar los profundos cambios que se fueron produciendo en el continente europeo y en Oriente Medio: la caída del Imperio Romano, la llegada de los pueblos bárbaros, la consolidación de Bizancio, la irrupción de la religión musulmana, la creación del Sacro Imperio Romano y el nacimiento de las primeras dinastías europeas. Esas seis figuras tuvieron un impacto decisivo en la conocida como Alta Edad Media y pusieron los cimientos de aquella época.

El segundo acto abarca una horquilla temporal más reducida: del año 1000 al 1300. En él se abandona el enfoque biográfico y se opta por el estudio de los grupos sociales. No es que no se mencionen personajes relevantes, sino que se ahonda más en los colectivos, para analizar la consolidación de las estructuras medievales (“Esto permite profundizar algo más en las corrientes subterráneas que vivifican la sociedad, más que en los eventos que la ilustran desde la superficie”). Los títulos de las “escenas” son muy reveladores: Guerreros, Clérigos, Intelectuales, Reyes o Mendicantes. Tras el desgarro que supuso la caída de Roma, nunca olvidada, y la lenta reordenación de la sociedad alto-medieval, en las tres centurias posteriores al cambio de milenio se configuró una identidad propia, unos rasgos característicos que, en cierto sentido, son los que hoy atribuimos a la Edad Media.

El último acto recoge los intensos 150 años que van desde 1300 (aproximada aparición de la Divina Comedia de Dante) hasta 1450 (caída de Constantinopla y fin de la Edad Media). Las “escenas” ya no se circunscriben a individuos o colectivos, sino que se centran en contextos más amplios, como las guerras que tuvieron lugar en aquellos años, las enfermedades que azotaron a la sociedad, el papel de las mujeres, el extraordinario desarrollo artístico e intelectual, la relevancia de los comerciantes y de los mercados y la aparición de los humanistas. Esta aproximación a la Baja Edad Media permite ofrecer una descripción muy completa de un periodo convulso que, si bien fue momento de transición, a caballo entre dos “edades”, tuvo una acusada personalidad propia.

Concluimos la reseña de este trabajo con la siguiente reflexión del autor sobre una las características más identificativas de la Edad Media: “Hablar de la Edad Media equivale a referirse a uno de los pilares de la tradición de Occidente, cuyos valores comparten, más o menos parcialmente, muchas otras civilizaciones. Pero siempre he pensado que su valor más específico es que se trata de la época de los orígenes de valores, instituciones y formas de espiritualidad que luego se han desarrollado extraordinariamente: el movimiento monástico a partir de San Benito, la monarquía cristiana a partir de Clodoveo, la ortodoxia a partir de Justiniano, el islamismo a partir de Mahoma, la idea de Europa a partir de Carlomagno, la figura del “héroe fundador” a partir de la desintegración carolingia, la recuperación del derecho romano a partir de la reforma gregoriana, el nacimiento de las universidades, el espíritu de los mendicantes a partir de Francisco y Domingo, las monarquías “nacionales”, el espíritu mercantil y el humanismo”.

Jaume Aurell es catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Navarra, profesor de Teoría de la Historia, especialista en teología política y miembro del Grupo Religión y Sociedad Civil del Instituto de Cultura y Sociedad (ICS). Entre sus libros destacan: La escritura de la memoria: de los positivistas a los postmodernistas y Genealogía de Occidente: claves históricas del mundo actual.

*Publicado por Ediciones Rialp, junio 2021.