DEBATE - EL TIEMPO DE SHAKESPEARE

El tiempo de Shakespeare
Frank Kermode

¿Hasta qué punto la sociedad inglesa del siglo XVI y principios del XVII condicionó la literatura de Shakespeare? ¿Habría alcanzado la fama que hoy disfruta el bardo de Avon de vivir en otra época? Ambas preguntas no son ajenas a los grandes interrogantes de la historiografía, a las interminables discusiones sobre la preminencia del hombre o del entorno y a la disputa entre la libertad individual y los condicionantes de las estructuras ¿Habría escrito Shakespeare Macbeth si el monarca inglés no fuese Jacobo I? Quién sabe. Ahora bien, si en algo están de acuerdo todos los especialistas es en la universalidad de la obra del escritor inglés. Ningún dramaturgo mejor que Shakespeare ha sabido captar la esencia del ser humano y trasladarla a un escenario. Cualquier hombre, ya viva en el Japón del siglo XXI o en la Roma del año 0, entenderá los celos de Otelo, la desesperación del rey Lear, el amor de Romeo y Julieta o la locura de Hamlet, cuyos sentimientos trascienden la historia.

¿Tuvo suerte Shakespeare de vivir en el período isabelino? En parte sí y en parte no. Las profesiones de actor o dramaturgo se consideraban vulgares y los actores figuraban a la altura de las fulanas, los maleantes y los vagabundos: sus posibilidades de ascender en la cerrada jerarquía social del Antiguo Régimen eran prácticamente inexistentes. No obstante, la nobleza y la Corte acudían a ellos en busca de entretenimiento, relación que siempre aportaba algún beneficio, con lo que el mundo del teatro empezó a ganar cierta reputación. De hecho, Shakespeare se retiró a los cincuenta años con una modesta fortuna y con el título de caballero. No era lo normal, pues la mayoría vivían al día y pasaban apuros, pero no deja de ser significativo. También por aquel entonces los teatros comenzaban a despuntar, como atestiguan las inauguraciones de los famosos The Globe o Blackfriars.

Ahora que se cumplen cuatrocientos años de la muerte de William Shakespeare, la editorial Debate ha recuperado una de las obras más interesantes de Frank Kermode, El tiempo de Shakespeare*, que nos ayuda a comprender la obra del autor inglés a través de su contexto histórico y de los lugares donde se representaban sus tragedias. Como señala el autor en la introducción del libro, “En las páginas siguientes trataré de tener presente en todo momento que, así como la suya fue la mejor de las compañías, Shakespeare fue solo el más grande de los poetas que escribían para los numerosos y variados públicos que eran a todos los efectos sus clientes. En uno de los aspectos, Shakespeare fue un empresario de mucho éxito, un tipo que abundaba en otras profesiones de la época; pero también fue un poeta que tenía ciertos contactos en la aristocracia y que, siendo sirviente de librea de la Corona —un cortesano mejor que al final tuvo su propio escudo de armas—, estaba familiarizado con todo lo que ocurría en las capas sociales por encima y por debajo de la suya”.

TIEMPO DE SHAKESPEARE - OBRASLa Inglaterra de finales del siglo XVI y principios del XVII era todo menos un lugar apacible. Las disputas entre católicos y protestante adoptaban tintes guerracivilistas, las sucesiones de Enrique VIII, Isabel I y María I fueron complejas y abrieron la puerta a conspiraciones de diversa índole (entre ellas la famosa Conspiración de la Pólvora de 1605). La situación internacional tampoco era muy favorable: España envió la Armada Invencible en 1588, las Provincias Unidas se convirtieron en un poderoso enemigo que disputaba el control de los mares y Escocia acechaba en el norte. Pero esos años también marcan la conversión de la pérfida Albión en una de las grandes potencias europeas. Londres pasó a ser un importante núcleo comercial y financiero, el crecimiento económico, a pesar de la inestabilidad, se relanzó, y los embajadores ingleses eran tratados con respeto en las cancillerías continentales. El futuro imperio inglés comenzó a fraguarse en esa época. Además, como en todo período turbulento, las ciencias y las artes florecieron. Contemporáneos de Shakespeare fueron personajes tan conocidos como Francis Bacon, Ben Jonson, Christopher Marlowe, William Byrd o John Donne.

Shakespeare no era ajeno a las intrigas de la Corte y a las disputas religiosas (uno de los debates más controvertidos sobre su figura se debe a su credo). Sus contactos con altos dignatarios eran constantes, y necesarios para sobrevivir y medrar en el complicado mundo del teatro. Entre sus benefactores se hallaban Henry Carey, el entonces Lord Chamberlain, el conde de Essex e incluso el propio Jacobo I; de ahí que a lo largo de sus obras aparezcan alusiones a la política del momento. De ellas algunas aún hoy son evidentes pero otras, más sutiles, escapan a nuestro entendimiento. No obstante, la verdadera inquietud del dramaturgo inglés era reflejar la condición humana, a cuyo fin no dudaba en acudir a tramas atemporales, a dilemas y tragedias fácilmente entendidas por todos.

Frank Kermode presta especial atención a los espacios donde se representaban las obras de teatro. Varios capítulos del libro están dedicados a analizar cómo se organizaban, quiénes eran sus promotores y qué ocurría entre bastidores. Fue en el período isabelino cuando se desarrolló el teatro profesional (“La profesión teatral, que prácticamente no existía cuando Shakespeare nació, ahora podía hacer rico a un hombre”). Shakespeare es una pieza clave de este proceso, aunque no la única. Su compañía, Lord Chamberlain’s Men (conocida a partir de 1603 como King’s Men), fue la más importante de Inglaterra y actuaba tanto para el público londinense como para la Corte. De hecho, muchos de los personajes de las obras de Shakespeare estaban pensados para actores concretos de la compañía. Su empeño terminó por convertirse en un lucrativo negocio que, en pocas décadas, vio cómo se abrían las puertas de The Theatre (1575), The Rose (1587) The Globe (1599) o el Blackfriars (1608).

Kermode construye su trabajo en torno a la biografía de Shakespeare y, sobre todo, del análisis de sus obras. Cada capítulo, salvo los dos primeros que sirven de introducción, sigue un discurso cronológico en el que se combinan facetas de la vida del dramaturgo inglés con el contexto histórico o cultural de la Inglaterra bajo las dinastías Tudor y Estuardo. De la vida de Shakespeare sabemos muy poco y de lo poco que sabemos se discute casi todo (incluso se ha llegado a negar su existencia). Por esta razón es más fácil avanzar siguiendo el hilo cronológico de la aparición de las obras. Frank Kermode explora, por tanto, la relación entre Tito Andrónico, Hamlet, El Rey Lear, Macbeth… y su tiempo.

A camino entre el libro de historia, la biografía y el estudio literario, El tiempo de Shakespeare es una obra amena, de fácil lectura y que nos descubre al, probablemente, mejor dramaturgo de todos los tiempos. Quien quiera acercarse a la figura de Shakespeare, sin miedo a verse abrumado por sesudas reflexiones académicas, tiene en este libro una oportunidad única.

Sir John Frank Kermode (Isla de Man, 1919-Cambridge, Reino Unido, 2010) fue catedrático en Literatura Inglesa y colaborador habitual de publicaciones periódicas como la London Review of Books y The New York Review of Books. Escribió y editó a lo largo de su vida más de cincuenta títulos, entre los que destacan El sentido de un final: estudios sobre la teoría de la ficción (ed. revisada 2003) y Formas de atención (ed. revisada, 2009).

*Publicado por la editorial Debate, junio de 2016.