El arquitecto Juan de Villanueva (1739-1811)
Pedro Moleón Gavilanes

España cuenta con uno de los patrimonios monumentales más impresionantes del mundo, que nada tiene que envidiar a los de nuestros vecinos europeos. Aunque podemos identificar, sin dificultades, las majestuosas catedrales de Sevilla, de Burgos o de León, la imponente Alhambra, el elegante Palacio Real de Madrid o el imperial Monasterio de El Escorial, pocos serán quienes conozcan los nombres de los arquitectos que acometieron su construcción.

A diferencia de otras disciplinas artísticas (incluso habrá quien ponga en duda que se les puede catalogar como artistas), los arquitectos suelen quedar eclipsados por sus obras. No han alcanzado tanta fama como sus homólogos pintores: en España, para el gran público, dentro del mundo arquitectónico no existe nada similar a un Velázquez o a un Goya Y no es que no contemos con genios, que los ha habido, pero no han obtenido el reconocimiento general ni se les ha dispensado el mismo trato que a otros grandes artistas.

La idea del arquitecto que hoy tenemos difiere de la de hace cuatro siglos. El aprendizaje, ya sea en talleres o incluso de forma autodidactica, y las funciones que entonces desempeñaban, más allá de la mera edificación de viviendas y palacios, hace que debamos ser cautos al realizar comparaciones. Personajes como Juan de Herrera, José Benito de Churriguera, Ventura Rodríguez o José de Hermosilla se acercaban a lo que hoy sería una mezcla de arquitecto, artista e ingeniero polifacético. La mayoría traspasaron las fronteras de la arquitectura para decantarse (con mayor o menor éxito) por otras disciplinas artísticas. De entre todos, emerge uno de los más notables arquitectos que ha tenido España en su historia: Juan de Villanueva, máximo representante del neoclasicismo hispano.

El arquitecto y profesor Pedro Moleón Gavilanes ha escrito la que probablemente se convierta en la biografía canónica de nuestro personaje. Su obra El arquitecto Juan de Villanueva (1739-1811)* es una monumental recreación de la vida y de la obra de nuestro afamado protagonista. Mención especial requiere el trabajo de la editorial Akal, pues la cuidada y bella edición, la prolífica colección de imágenes y la calidad del libro no suele ser habitual: sin duda habrá implicado un arduo trabajo que debe ser reconocido y aplaudido. El libro, que casi alcanza las ochocientas páginas y cuyas dimensiones y volumen resultan considerables, merece ser no solo leído, sino degustado por los amantes de la historia del arte. Es una pequeña joya que toda biblioteca que se precie debería tener.

En cuanto a Juan de Villanueva, nadie mejor que el autor para describir a su biografiado: “No es Villanueva un personaje accesible ni que favorezca un trato de confianza en su interlocutor. Su trabajo y su talante parecen estar marcados por una necesidad de rigor en el comportamiento propio y en el de los que le rodean. Es también un hombre celoso de la dignidad de sus títulos y especialmente de la dignidad de su obra como arquitecto”. En las últimas páginas de la obra añade: “si el estudio de la producción de Villanueva nos sitúa ante una arquitectura inseparable de la línea de continuidad de la tradición clásica iniciada en el Renacimiento, no es menos cierto que nos sitúa también ante un hombre empeñado en que su obra trascienda su propia vida, un hombre dotado de una sólida capacidad reflexiva y analítica que no anula, sino que, por el contrario, alienta las cualidades sentimentales de su carácter, hecho de razón y de pasión embriagada de afectos, lo cual lleva casi inevitablemente a que tal obra sea, más que la respuesta disciplinada a una necesidad programática, el producto de una libre voluntad artística”. Y apostilla: “la arquitectura de Juan de Villanueva es el fiel reflejo de su personalidad no sólo como resultado, sino también como meta”.

Pedro Moleón construye su investigación en torno a la vida de Villanueva, pero también alrededor de su obra. De hecho, los sucesivos capítulos del libro llevan por título los trabajos en los que participó el arquitecto. La razón la hallamos en el párrafo anterior: la profesión y la vida del protagonista se hallaban indisociablemente unidas, hasta el punto de que no se puede entender una sin la otra. De ahí que estemos ante lo que se podría definir como una “biografía artística” de uno de los hombres más influyentes de la segunda mitad del siglo XVIII.

La pléyade de cargos oficiales que ostentó y de proyectos y construcciones que acometió Villanueva es inabarcable, llegando a ser designado arquitecto mayor (uno de los oficios más importantes del Reino). Quizás pueda destacarse, por su relevancia, su estrecha relación con la Real Academia de San Fernando (que financió sus estudios en Italia y de la que en 1792 fue nombrado director); sus trabajos en el Real Sitio de El Escorial y su obra magna, el Real Museo de Historia Natural (hoy, Museo del Prado), el mejor exponente de la arquitectura neoclásica española. Esas son algunas muestras señeras de su larga trayectoria, a las que acompañan otras también dignas de mención: el Observatorio Astronómico, la Casita del Príncipe de El Escorial; la presa de Calanda (uno de sus cometidos fue la planificación hidráulica) o la iglesia parroquial de Villanueva del Río Segura. Todos ellas, y otras muchas, son pormenorizadamente analizadas, desde un punto de vista técnico y artístico, por Pedro Moleón,

A medida que transitamos por las páginas del libro, vemos aparecer a otro protagonista: la villa de Madrid. La capital del Reino tiene una deuda histórica con Juan de Villanueva. Nuestro biografiado diseñó o adaptó varios edificios, hoy emblemáticos, de la ciudad. Si bajo el reinado de Carlos III se produjeron las grandes reformas urbanísticas que modernizaron Madrid, Villanueva lideró como arquitecto mayor muchas de estas iniciativas, que trascienden lo puramente habitacional. La obra de Moleón refleja ese Madrid ilustrado, que buscaba abrirse más allá de su esencia castiza. Describe cómo, poco a poco, se introducen mejoras (alumbrado o alcantarillado y la ciudad se engalana, de la mano de otros ilustres arquitectos como Sabatini o Ventura Rodríguez. La capital acogerá, al mismo tiempo, a grandes defensores de la Ilustración, como el conde de Floridablanca o Jovellanos, que vieron en Villanueva un aliado para transformar el país.

Concluimos con estas palabras de la contraportada del libro, que sintetizan a la perfección la excelente obra de Pedro Moleón: “Juan de Villanueva es uno de los pocos nombres de la historia de la arquitectura española que encaja, sin desdoro alguno, en una historia universal de la disciplina. Conocido fundamentalmente por el edificio que hoy alberga el Museo del Prado, su carrera profesional estuvo vinculada a los Reales Sitios (en particular a El Escorial) y a la ciudad de Madrid, a la que contribuyó a dotar del nuevo aspecto moderno y monumental que quería Carlos III; en ella dejó algunas de las obras más representativas de la arquitectura neoclásica hispana como el oratorio de Caballero de Gracia, el Observatorio Astronómico y el Real Museo. Amigo de Jovellanos, para quien hizo los planos del Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, y de Goya, que lo retrató, los proyectos de Villanueva ponen de manifiesto que, sin ser ajeno a influencias locales, fundamentalmente herrerianas, tras su estancia de seis años en Roma conoce bien el valor referencial de las ruinas de la Antigüedad y sabe llevar a su producción, con singulares resultados, el influjo del palladianismo británico y de los principios del pintoresquismo”.

Pedro Moleón Gavilanes, arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Madrid, es profesor titular de la Universidad Politécnica de Madrid. Académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, ha sido director de Patrimonio Arquitectónico del Patrimonio Nacional (2002-2006). Su labor investigadora se ha centrado en el estudio de la tradición clásica y en la vigencia de la teoría y la práctica de los principios del clasicismo en la arquitectura moderna. Entre sus publicaciones cabe mencionar La arquitectura de Juan de Villanueva. El proceso del Proyecto (1988); John Soane (1753-1837) y la arquitectura de la razón poética (2001); Arquitectos españoles en la Roma del Grand Tour. 1746-1796 (2004) y El Museo del Prado. Biografía del edificio (2011).

*Publicado por la editorial Akal, febrero 2020.