“El año 1606 se presentaría como un buen año para Shakespeare y como un año terrible para Inglaterra. Eso no fue una coincidencia. Shakespeare, tan dotado para entender lo que angustiaba y preocupaba a su público, tuvo la suerte de haber empezado su carrera durante los cada vez más fracturados años de la decadencia de Isabel II. […] Este libro trata sobre lo que Shakespeare escribió en 1606 y sobre lo que estaba teniendo lugar en ese tenso periodo, porque los dos están tan íntimamente entrelazados que es difícil comprender el uno sin el otro”. Así resume James Shapiro la esencia de su obra El año de Lear. Shakespeare en 1606*, un libro que aúna el estudio biográfico y literario sobre el escritor inglés y el contexto histórico en que desarrolla su producción dramática. Una mezcla entre biografía, ensayo literario y trabajo de historiografía que nos ayuda a comprender mejor el mundo que vivió William Shakespeare.
Lo poco que sabemos de la vida del escritor inglés está sujeto a fuerte controversia. Conocemos mejor la gestación de sus obras que su propia biografía. Cientos de monografías han tratado de esclarecer hasta los aspectos más nimios de su existencia, pero apenas sabemos gran cosa de su vida con certeza. Todo está cubierto por un halo de incertidumbre y cada dato contrastado levanta nuevas dudas e interrogantes sobre los pasos que dio Shakespeare en Londres. Ahora bien, tenemos constancia de algunos hechos de su biografía: nació en la localidad de Stratford-upon-Avon, contrajo matrimonio con Anne Hathaway, fue copropietario de la compañía teatral conocida como Lord Chamberlain’s Men (que con Jacobo I se denominó The King’s Men), alcanzó cierta fortuna y fama y a los cincuenta se retiró a su pueblo natal. Tampoco mucho más.
Contrasta lo poco que sabemos sobre el bardo de Avon con la copiosa documentación que ha sobrevivido de la Inglaterra de finales del XVI y principios del XVII. Unos años turbulentos que pusieron en jaque la estabilidad del reino, ya próximo a una guerra civil (lo que sucedería durante el reinado de Carlos I, a mitad de la centuria). La religión fue el principal eje de disputa, pero también entraron en juego cuestiones dinásticas, alianzas internacionales y el equilibrio de poder entre la monarquía y el Parlamento. Que James Shapiro haya optado por centrar su trabajo en 1606 no es algo fortuito, pues en ese año Shakespeare escribió tres de sus obras más conocidas (El Rey Lear, Macbeth y Antonio y Cleopatra) e Inglaterra se vio sacudida por el miedo y la inseguridad, a consecuencia de la Conspiración de la Pólvora, que había tenido lugar en noviembre del año anterior, del estadillo de un terrible brote de peste y de las disputas en la Corte, asolada por las intrigas y la desconfianza.
En 1606, Inglaterra se hallaba gobernada por Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, hijo de María Estuardo, quien había sucedido en 1603 a Isabel I a la muerte de ésta. La llegada al trono del primer Estuardo no fue sencilla y supuso la unión personal de los reinos escocés e inglés (Jacobo era rey de Escocia desde 1567). No vamos a entrar en los pormenores de su reinado (que, por cierto, es fascinante y digno de conocimiento) y tan solo destacaremos, a efectos de esta reseña, que sus intentos por imponer una monarquía pseudo-absolutista chocaron con el Parlamento. Su permisividad con el catolicismo tampoco contribuyó a rebajar la tensión (aunque tras la Conspiración de la Pólvora persiguió a los recusantes) y la unión entre Escocia e Inglaterra no siempre fue bien vista por los ingleses, temerosos de perder sus prerrogativas. En estas agitadas aguas, sin embargo, la cultura vivió un nuevo renacer y, al igual que en la España de principios del XVII, tuvo lugar una época dorada de las artes.
¿Hasta qué punto los sucesos de aquellos años condicionaron los escritos de Shakespeare? Según las conclusiones de la obra de James Shapiro, su ascendente fue considerable. Así describe el autor, por ejemplo, la influencia que ejerció la Conspiración de la Pólvora en el escritor inglés: “Shakespeare, que entendió el complot tan bien como cualquiera, había seducido a su público para imaginar la muerte de reyes y reinas a lo largo de su carrera, y lo volvería a hacer ese año [1606]. Shakespeare también captó el potencial dramático de la reacción popular con el argumento, una vorágine de miedo, horror, deseo de venganza, y el breve sentido de la unidad nacional, así como el forcejeo por entender de dónde venía ese mal. Esto conformó profundamente las tragedias que por entonces estaba escribiendo”. No es ocioso recordar que tanto Lear como Macbeth eran reyes de Bretaña y de Escocia, respectivamente. Si El rey Lear es una obra que trata sobre “la división de los reinos”, el acontecimiento crucial en Macbeth es el asesinato de un rey escocés. Aunque Shakespeare ya había escrito sobre monarcas británicos, no es una simple casualidad que retomase esa práctica, concretamente, en 1606.
No siempre es fácil combinar los pequeños retazos de la vida de una persona con la política de toda una nación. Shapiro, sin embargo, se maneja con habilidad y logra saltar de la anécdota a la alta política. En la obra se analizan sucesos tan triviales como una posesión demoniaca, la participación de Shakespeare en un acuerdo matrimonial o la visita del monarca danés Cristian IV a la Corte inglesa. Junto a ellos figuran acontecimientos que condicionaron la vida de todo el reino, como las complicadas relaciones entre el Parlamento y Jacobo I, la represión de los católicos o el estallido de la peste. De fondo aparecen siempre las tres obras del dramaturgo inglés, ampliamente estudiadas (aunque se dedica bastante más espacio a El rey Lear y a Macbeth que a Antonio y Cleopatra).
Los aniversarios siempre son un buen motivo para recuperar los clásicos. Ojalá que este cuarto centenario de Shakespeare y Cervantes haya conseguido que muchas estanterías se llenen de sus textos. Junto a la relectura de libros inmortales, los ensayos biográficos y literarios constituyen una excelente oportunidad para ahondar en la vida de sus autores. Suele ser más fácil entender una obra si sabemos el contexto en que se escribió y qué movió al autor a publicarla. El trabajo de James Shapiro logra con creces su objetivo y, aunque solo se centra en un año de la vida de Shakespeare, nos descubre muchas de sus facetas, así como del poliédrico reinado de Jacobo I. No dejen escapar las buenas oportunidades, pues no siempre se repiten.
James S. Shapiro (1955) es profesor de Inglés y Literatura Comparada en la Universidad de Columbia (Nueva York). Está especializado en Shakespeare y en la literatura de la Edad Moderna y es miembro de la American Academy of Arts and Sciences. Entre sus obras destacan: Rival playwrights: Marlowe, Jonson, Shakespeare (1991); 1599: A Year in the Life of William Shakespeare (2005) o Contested Will: Who Wrote Shakespeare? (2010).
*Publicado por Cátedra Ediciones, abril 2016.