EDICIONES SUBSUELO - DOSTOIEVSKI

Dostoievski
André Gide

Fiódor Dostoievski es uno de los grandes escritores de la historia universal. Pocas obras han sabido condensar con tanta intensidad como los textos de este escritor ruso del siglo XIX el alma atormentada del ser humano. Al igual que cualquiera de sus personajes, tuvo una turbulenta vida: estuvo a punto de morir fusilado, pasó varios años en una cárcel de Siberia, vivió necesitado de dinero, padecía epilepsia y su fama, como suele suceder, le llegó tras su muerte. Su vida bien podría haberse novelado. Quizás estas penalidades le ayudaran a captar (y plasmar) mejor que nadie la psicología del hombre, sus inquietudes y miedos. Libros como Crimen y castigo (1866), El jugador (1866), El idiota (1868-1869), El eterno marido (1870), Los demonios (1871-1872) o Los hermanos Karamázov (1879-1880) son clásicos de la literatura, cuya lectura es obligada para todo aquel que piense dedicarse a ella.

De él dijo Stefan Zweig: “Fue Dostoievski, el gran demoledor de la unidad, el eterno dualista, quien penetró en el misterio. Fue el único capaz de realizar un análisis completo del sentimiento. En Dostoievski se rompe la unidad del sentimiento en tal medida que es como si sus personajes tuvieran un alma diferente de la de todos los anteriores. Los más osados análisis psicológicos de todos los poetas que lo precedieron parecen superficiales al lado de los suyos, son como un manual de electrónica escrito hace treinta años que sólo recogiera las nociones elementales y ni siquiera barruntara las esenciales. En la esfera psicológica de Dostoievski nada es un sentimiento simple, un elemento indivisible; todo es conglomerado, forma intermedia, transición”.

Su origen ruso y la complejidad de sus escritos hicieron que sus libros no alcanzaran Europa occidental hasta décadas después de su fallecimiento. Entre los primeros que supieron ver la calidad e importancia de la obra de Dostoievski se halla el premio Nobel francés André Gide, quien, al terminar la Segunda Guerra Mundial, dio una serie de conferencias en el teatro Vieux-Colomer sobre el maestro ruso. Estas conferencias constituyen el núcleo central del libro de Ediciones del Subsuelo, titulado Dostoievski,* que también incluye un artículo sobre Los hermanos Karamázov y un semblante del escritor ruso, realizado a partir de la lectura de su correspondencia.

Como podrá imaginarse el lector, no estamos ante un ensayo histórico, sino más bien ante un análisis literario de la obra de un gigante, en este caso realizado por otro gigante de la literatura. Aunque este trabajo se aleje de las obras que Metahistoria acostumbra a reseñar, no siempre es necesario acudir a los manuales y al relato de los hechos para comprender nuestro pasado. La obra de Dostoievski ha ejercido una gran influencia en la cultura occidental y, si puede no haber sido decisiva en el devenir de la Historia, su embrujo ha cautivado a grandes hombres cuyas acciones han condicionado nuestra existencia. Conocer la figura del literato ruso y su pensamiento puede ayudarnos a comprender el alma de su país natal, Rusia, que pocos han sabido trazar mejor que él.

Conservador, pero tradicionalista; zarista, pero demócrata; cristiano, pero no católico romano; liberal, pero no ‘progresista’. Dostoievski sigue siendo alguien que nadie sabe muy bien cómo utilizar. Es capaz de contrariar a todos los partidos. Nunca llegó a convencerse de que tuviera la inteligencia suficiente para el papel que asumía o que, para alcanzar fines inmediatos, tuviera el derecho de inclinar, de distorsionar ese instrumento infinitamente delicado”. Con estas palabras describe Gide al genio ruso. Los artículos y conferencias que componen el libro son un intento del escritor francés por adentrarse en la atormentada personalidad de Dostoievski a través de sus textos. André Gide utiliza, indistintamente, a los hermanos Karamázov, a Raskólnikov o al príncipe Myshkin, entre el amplio elenco de personajes creados por Dostoievski, para explicar facetas de la personalidad de su creador y, a su vez, acude a la biografía de este para analizar su estilo y la finalidad de sus trabajos.

La dualidad entre el bien y el mal en los protagonistas de las obras del escrito ruso (“En la obra de Dostoievski, al igual que en el Evangelio, el reino de los cielos pertenece a los pobres de espíritu. En su obra, lo que se opone al amor no es tanto el odio como darle vueltas a la cabeza”); la presencia de Dios y del cristianismo en sus relatos; el mundo de las pasiones que crea o de las verdades de orden psicológico y moral que construye son algunos de los elementos que aborda Gide. A pesar de la profundidad de las cuestiones tratadas, el lector disfrutará de su obra, pues el Nobel francés expresa con elegancia y sencillez reflexiones complejas en apenas unas doscientas páginas de pura crítica literaria. Por supuesto, es un libro denso, como todo lo que intenta abordar los grandes interrogantes sobre la esencia del ser humano, pero es de agradecer que todavía hoy se publiquen trabajos de tal carga intelectual.

Concluimos con esta reflexión de Gide: “No hay cuestión, por elevada que sea, que no aborde la novela de Dostoievski. Pero inmediatamente después de decir esto, debo añadir: nunca la aborda de forma abstracta, las ideas sólo existen en función del individuo; ahí radica su imperecedera relatividad; y también ahí es donde reside su fuerza. […] Es por ello que, por muy representativos que sean los personajes de Dostoievski, jamás pierden su humanidad, por así decirlo, y se convierten en simbólicos. Ya no son tipos como en nuestra comedia clásica; siguen siendo individuos, tan especiales como los personajes más peculiares de Dickens, tan poderosamente trazados y representados como cualquier retrato de otras literaturas”.

André Gide (1869-1951) es autor de numerosas novelas, obras de teatro y textos autobiográficos. Participó en la fundación de La Nouvelle Revue Française y publicó ensayos sobre viajes, literatura y política con los que ejerció una profunda influencia en la literatura y la filosofía francesas. Entre sus numerosas obras destacan Los alimentos terrestres (1897), con la que se ganó el favor de la crítica, Los monederos falsos (1925), El inmoralista (1902) y, particularmente, Diario (1889-1949). En 1947 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura.

*Publicado por Ediciones de Subsuelo, 2016. Traducción de Laura Claravall.