Disertación sobre la historia de la Náutica
Martín Fernández de Navarrete

La historia de España está marcada por el descubrimiento y la conquista del Nuevo Mundo. El Imperio español será recordado por este extraordinario hito, también cuando los siglos pasen y se haga un repaso rápido de la Edad Moderna. La llegada al continente americano supuso una revolución en todos los órdenes de la vida, amplió las fronteras conocidas y confirió una nueva dimensión a las relaciones internacionales. Al estudiar los medios con los que contaron los españoles para acometer tal proeza, resulta todavía más sorprendente y encomiable que llegase a buen puerto. Aunque en la Era de los Descubrimientos los avances técnicos fueron muy relevantes, los riesgos de las travesías marítimas seguían siendo considerables. Atravesar el océano Atlántico sin datos fiables y siguiendo la propia intuición era toda una gesta digna de elogio. Los navíos bajo el mando de Colón, así como los miles que le siguieron, equivaldrían a las naves espaciales de hoy.

Los protagonistas iniciales de la conquista fueron, en su mayoría, soldados que combatían en las selvas o en las montañas del continente americano y exploradores que, sobreponiéndose a todo tipo de penalidades, lograban atravesar mares, desiertos o cordilleras inaccesibles. Si realizamos una encuesta rápida sobre los rasgos que caracterizaron el descubrimiento del Nuevo Mundo, la inmensa mayoría utilizaría adjetivos relacionadas con la guerra, la crueldad o la exploración, y no precisamente términos científicos o náuticos. El aura de “choque de civilizaciones” en el que las armas y la evangelización todo lo dominan ha eclipsado el papel que la ciencia jugó en aquella época. Nadie apuntaría a que España fue una de las naciones más avanzadas de la época a nivel tecnológico. Sus universidades ocuparían hoy los primeros puestos en cualquier ranking mundial y en ellas se llevaron a cabo avances muy importantes en áreas como las matemáticas o la astronomía. Por desgracia, pocos son conscientes de esta realidad.

La analogía de las carabelas o de los galeones que surcaron el océano Atlántico con las naves espaciales de hoy no solo hace referencia al ímpetu que siempre ha acompañado al hombre por adentrarse en lo desconocido, sino también a los avances técnicos que ambas aventuras comportan. Si las naos del siglo XVI y XVII albergaban las últimas novedades en materia científica, la náutica de entonces equivalía a nuestra ingeniería aeroespacial. Las mentes más brillantes de la Monarquía Hispánica se dedicaron a perfeccionar los instrumentos de navegación y a facilitar las travesías por mares desconocidos. No se discute que Inglaterra, Holanda y Francia fueron grandes potencias en materia de avances científicos, pero se suele ignorar que España las precedió y, en ocasiones reiteradas, las superó.

El interés por esta historia ya despertó la curiosidad de uno de los marinos e historiadores más ilustres de finales del siglo XVIII y principios del XIX, Martín Fernández de Navarrete. Hoy completamente olvidado, su pasión por el mar y por la historiografía le llevó a escribir Disertación sobre la historia de la Náutica*, un trabajo que analiza el desarrollo de esta disciplina centrando su atención en la aportación que España hizo a su evolución y en los hombres que la protagonizaron.

Como suele ocurrir con los trabajos publicados por Urgoiti Editores, la realidad es que incorporan dos libros. En esta ocasión, el primero lo conforma el estudio preliminar, a cargo del reputado profesor José Manuel Sánchez Ron, catedrático emérito de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid. El segundo corresponde a la reedición del texto de Fernández de Navarrete. La relación que se crea entre ellos es simbiótica, de modo que difícilmente puede entenderse uno sin el otro.

Con estas palabras explica Sánchez Ron la importancia del libro: “La obra póstuma de Martín Fernández de Navarrete publicada por la Real Academia de la Historia que se reproduce en este libro constituye uno de los hitos de su producción histórica. Y no lo es solo por el extraordinario conjunto de datos que contiene, sino porque se ocupa de un periodo, los siglos XVI y XVII, particularmente importante en la historia de España. Unos siglos en los que, como expresaba el antiguo dicho, en los dominios hispanos «nuca se ponía el sol». Y para controlarlo era necesario viajar a ellos; esto es, utilizar los recursos de la náutica, lo que implica recurrir a conocimientos astronómicos, y por consiguiente también matemáticos. El siglo XVI, especialmente, fue un Siglo de Oro de las ciencias astronómico-matemáticas. Y de ahí, como el libro de Navarrete atestigua, la abundancia de autores y textos destacados de esas materias”. Y apunta poco después: “Uno de los logros de su Disertación sobre la historia de la Náutica fue, precisamente, rescatar del olvido los muchos navegantes y obras náuticas de aquella época que merecían ser recordadas”.

El estudio preliminar nos ayudar a conocer quién fue Martín Fernández de Navarrete y a situarlo en el contexto histórico en el que vivió. Sánchez Ron repasa su biografía, deteniéndose en los aspectos más relevantes: su vida como marino, las batallas navales en las que participó, su labor como académico en la Real Academia de la Historia, sus problemas en la Guerra de Independencia (fue afín a los afrancesados, pero sin apoyar su causa) o sus intereses literarios e historiográficos, muy en sintonía con los ilustrados de la época. También realiza un breve análisis de las obras que publicó, para concluir su estudio preliminar con una exhaustiva revisión de la Disertación sobre la historia de la Náutica, en la que aborda los temas que trata, la importancia que tuvo y el contexto en el que aparece.

Con las herramientas que nos ha facilitado Sánchez Ron, la lectura de la obra de Fernández de Navarrete se hace más sencilla. Escrita en 1846, nada tiene que envidiar a los trabajos que hoy se publican, si bien su prosa es algo más recargada. Aunque la estructura del libro es lineal, desde la Edad Antigua hasta alcanzar el siglo XVII, el grueso de los epígrafes, casi las dos terceras partes, está dedicado a las dos últimas centurias y a los avances que se produjeron en ellas. El propósito del autor era reivindicar la aportación española a la ciencia náutica. De ahí que los nombres y las instituciones que contribuyeron a este progreso sean los verdaderos protagonistas (el libro concluye con un apéndice que reúne las biografías de estos ilustres olvidados).

La invención de la brújula, la elaboración de las cartas, el uso de la artillería o del astrolabio, los avances matemáticos, los textos científicos que se publicaron o los intentos por medir la longitud son algunos de los aspectos que Fernández de Navarrete aborda en su Disertación. El despliegue de fuentes y de datos que nos ofrece refleja cómo la Monarquía Hispánica estuvo a la cabeza de los avances técnicos en este campo. Más allá de la imagen de soldados y misioneros que ha perdurado en el imaginario popular, el Imperio español fue la cuna de grandes científicos cuyas contribuciones permitieron alcanzar los rincones más remotos del planeta.

Concluimos con esta reflexión del autor: “La historia de las ciencias es la historia de los progresos de la razón y del entendimiento humano, y tanto más útil y sublime, cuanto la parte intelectual y del ánimo excede a la material y corpórea de los hombres, en excelencia y hermosura”,

Martín Fernández de Navarrete (1765-1844) ejemplifica como pocos al historiador que recoge la mejor tradición ilustrada del siglo XVIII y la abre a la renovación metodológica del XIX. Infatigable recopilador de fuentes, gracias a sus desvelos el llamado “Merlín de los papeles” posibilitó que muchos colegas, tanto españoles como extranjeros, enriquecieran sus trabajos con valiosa documentación. A él se debe el impulso de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, que se extendería hasta 1895 en 112 volúmenes. Como marino, siempre tuvo en mente la reivindicación del papel de los españoles en la historia de la Náutica y dio a la luz, entre otras obras, la Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV (1825-1837), que mereció los más encendidos elogios de Alexander von Humboldt, o la Biblioteca marítima española (1851), repertorio bibliográfico que aún hoy es de consulta obligada.

*Publicado por Urgoiti Editores, septiembre 2020.