ARMOUR - ALIANZA EDITORIAL - DIOSES MITOS EGIPTO

Dioses y mitos del Antiguo Egipto
Robert A. Armour

Al atardecer, el nenúfar cierra su flor y arrastra el capullo bajo la superficie del agua. Al amanecer, es impulsado nuevamente a la superficie donde se abre con toda su belleza. Este ciclo llevó a los primitivos egipcios a relacionar aquella flor con el Sol, con su salida y ocaso diarios: el loto fue llamado «el espíritu de Ra«. La flor de loto ocupó un lugar señalado entre los acontecimientos más importantes de la mitología egipcia –la creación, la regeneración diaria- hasta llegar a convertirse en el símbolo político del Alto Egipto, al igual que el papiro fue el símbolo del Bajo Egipto.

Para cualquier estudio de la mitología y religión egipcias, las fuentes fundamentales son los antiguos textos escritos en tiempos faraónicos. Egipto no tuvo un Homero que contara las historias, pero sí algunos de los escritos religiosos más antiguos que existen, aunque fragmentados; es decir, no nos ofrecen una visión tan detallada como en el caso de los escritos griegos y romanos. Los jeroglíficos de las pirámides, de los sarcófagos y los rollos de papiros fueron compilados y traducidos en el siglo XIX y comienzos del XX.

Ya en el prólogo de la obra Dioses y mitos del Antiguo Egipto*, Robert A. Armour nos informa de que ha recurrido a las investigaciones realizadas por los egiptólogos más reconocidos para elaborar este resumen, a modo de catálogo, de las manifestaciones sagradas del Antiguo Egipto. Las historias de estos dioses están repletas de deleite e interés, son entretenidas y proyectan luz sobre el pensamiento de mentes prefilosóficas. La mitología egipcia ha sido inusualmente duradera: sus documentos más tempranos pueden fecharse en torno al año 2345 a.C., en Saqqara. El autor nos advierte de que no podemos pretender encontrar unidad en una mitología que se desarrolló durante más de tres mil años. Existieron además numerosos lugares de culto: Heliópolis, Menfis, Elefantina, Tebas, cada uno de ellos con sus propios dioses. Todas las narraciones recogidas en el libro nos proporcionan la visión de una sociedad primitiva, pero están repletas de riqueza, y de vitalidad: son la expresión de una cultura que construyó los monumentos que más han perdurado en la memoria de la humanidad.

ANUBIS RITO EGIPTOEl Génesis nos relata que el Faraón recompensó la lealtad de José casándole con la hija de un sacerdote de On, nombre bíblico de la ciudad que los egipcios llamaron Annu, a la que los griegos conocerían como Heliópolis, «Ciudad del Sol«. La tradición mantiene que grandes filósofos griegos como Solón, Tales y Platón la visitaron. Platón, según se dice, llegó a estudiar en ella. Plutarco apunta que Pitágoras viajó a Egipto donde fue muy admirado. También la tradición cuenta que la Sagrada Familia descansó en On.

La mitología que se elaboró aquí, en Annu, es la que nos ha trasmitido la narración más importante de todas las historias egipcias. Los sacerdotes de Heliópolis extendieron por todo el país el culto a sus dioses, encontrando la fórmula de asimilar las divinidades locales con su Gran Enéada (grupo de nueve) que eran adorados junto a Ra.

Los mitos egipcios abarcan tanto lo abstracto como lo práctico y ayudan a explicar los aspectos metafísicos de la vida. Maat y Thoth, por ejemplo, eran manifestaciones de un pensamiento elevado, considerados esenciales para el comportamiento en la vida. La mitología egipcia también abarcó las aparentes dualidades y ambigüedades que forman parte de la existencia: lo bueno y lo malo; gobernantes y gobernados; la noche y el día. Seth era amado y temido, derrotado y utilizado. Al igual que muchas manifestaciones de la fantasía humana, la mitología egipcia proporcionaba garantías de una inmortalidad y transmitía una información detallada de la vida en «el más allá», así como una guía de los preceptos necesarios para obtener esa inmortalidad.

OSIRIS RITO EGIPTOSegún Plutarco, en el transcurso de uno de los festivales anuales, la población repetía la oración «La verdad es dulce«, mientras comían higos y miel. Como dice el autor, citando a A. Coomaraswamy: «la verdad es el elemento clave en la mitología. El mito es la penúltima verdad, y toda la experiencia es una reflexión temporal de la misma; la narrativa mitológica es de una validez intemporal y ubicua: verdad ahora, siempre y en todo lugar«.

Termina Robert A. Armour este libro con las palabras que un egipcio dirige a su audiencia griega, en tiempos de Platón: «No existe nada que sea bello, grande ni destacable, en tu país, o aquí, o en cualquier otro país conocido por nosotros, que no haya sido – hace tiempo –registrado, escrito y preservado en nuestros templos egipcios«.

Según el autor, los mitos han sido narrados en estas páginas en un esfuerzo para comprendernos mejor, buscando la verdad sobre nosotros y nuestros antepasados.

*Publicado por Alianza Editorial, enero 2014.