ATICO DE LOS LIBROS - DINASTIA

Dinastía. La historia de los primeros emperadores de Roma
Tom Holland

Al hablar del Imperio en Roma, las imágenes que el gran público suele recordar son los excesos de Calígula, la egolatría de Nerón, la tartamudez de Claudio o la majestuosidad de Augusto. Por supuesto, también hubo otros emperadores (Trajano, Marco Aurelio, Diocleciano, Constantino…) bien conocidos de los que se guarda memoria, al igual que de ciertas familias poderosas que vistieron la púrpura imperial, como la Flavia o la Severa. Sin embargo, el mayor reconocimiento y la fama corresponde, casi sin dudarlo, a los cinco primeros emperadores pertenecientes a la dinastía Julio-Claudia: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.

La historiografía y las artes han utilizado las vidas de estos cinco personajes como arquetipos del Imperio y de la sociedad romana; entre otras razones porque sobre ellos, y sobre este período, se conservan bastantes testimonios, cuyo contenido es sorprendentemente explícito. Como diría Tácito en sus Anales,La historia de Tiberio, de Gayo, de Claudio y de Nerón, falseada por el miedo mientras ejercían el poder, después de su muerte se escribió al dictado de odios recientes. De ahí que mi intención será referir algunos hechos de Augusto y su final, luego el Principado de Tiberio y todo lo demás sin rencor ni favoritismo, al quedarme lejos las causas que provocaron tales sentimientos”.

Los historiadores romanos de la época no ahorraron en escabrosos y turbios detalles sobre la vida de sus emperadores. Nacieron así un sinfín de leyendas que combinan la admiración, el morbo, la lujuria y la curiosidad. Jamás sabremos si todos esos relatos, tal como nos han llegado, responden a la verdad (probablemente sí) pero su impacto en el imaginario popular ha sido extraordinario.

El historiador británico Tom Holland, en la obra Dinastía. La historia de los primeros emperadores de Roma*, se sumerge en el fascinante universo de los pertenecientes a la dinastía Julio-Claudia para darnos cuenta de sus excesos, sus personalidades, sus logros y sus secretos. En palabras del autor, “Dos milenios después, también nosotros, al volver la vista atrás y observar a Augusto y a sus herederos, reconocemos en su combinación de tiranía y gestas, de sadismo y de glamour, de ambición y fama, una cualidad áurea que ninguna otra dinastía ha igualado desde entonces. El césar y el Estado son la misma cosa. La historia sobre cómo se llegó a este punto sigue siendo hoy tan relevante, interesante y asombrosa como ha sido a lo largo de los dos últimos dos mil años”.

A diferencia del enfoque de otras obras, la del historiador británico no se ocupa tanto de los sucesos políticos, militares, económicos o sociales más importantes de aquellos años (que, obviamente, siempre están presentes en el trasfondo del relato), sino que se circunscribe a las biografías de los emperadores. Es decir, se trata de un libro más íntimo, que pone el foco en la personalidad, la psicología y el entorno de los cinco protagonistas. Descubrimos, así, cómo llegaron al poder, sus vicios y virtudes, cómo era su vida familiar y su rutina, quiénes fueron sus personas de confianza y, por supuesto, cuál fue su final. Mucha de la información que Holland facilita ha de ser leída con cautela pues, como ya aseveraba Tácito (y nuestro autor es consciente de ello), los historiadores romanos no siempre eran objetivos en sus testimonios y, por uno u otro motivo, sus versiones solían ser algo exageradas o tergiversadas, para adecuarlas a los intereses del narrador. El escritor británico navega con destreza entre las fuentes y construye un relato sólido que aúna erudición y alta divulgación con una prosa muy accesible.

DINASTIA - NERON ENCENDIENDO LAS ANTORCHAS

El resultado de la obra es un relato sumamente humano. Los cinco emperadores tuvieron aciertos y errores, ninguno fue infalible y todos, pocas o muchas veces, se dejaron arrastrar por sus pasiones. De los cinco, solo Augusto alcanzó el poder derrotando en el campo de batalla a sus enemigos. Los otros cuatro recibieron la púrpura imperial por herencia (aunque Augusto también había sido sobrino nieto, y heredero, de Julio César, lo que le ayudó a construir su propia legitimación). Su acceso al poder por sucesión no significaba, sin embargo, que no hubiesen de sortear incontables peligros, antes y después de su ascenso. Las intrigas palaciegas, recogidas en el trabajo de Holland, eran una constante y saber moverse entre esas turbulentas aguas demostraba una inteligencia y una habilidad incuestionables. Claudio, por ejemplo, fue nombrado emperador casi por descarte, pues, tras la muerte de Calígula, candidatos más legitimados y capaces que él habían sido eliminados o habían fallecido previamente.

Tom Holland sabe dibujar el carácter poliédrico de los personajes que retrata. De Augusto, que buscaba personificar a la Roma tradicional, destaca cómo, puertas adentro de sus villas, tenía un comportamiento poco tradicional (de hecho, era la comidilla de la sociedad romana). De Tiberio, dibujado como huraño e inútil, subraya cómo supo perpetuarse en el poder y dirigir los designios del Imperio tras una carrera militar envidiable, digna de los grandes generales romanos. A Calígula le reconoce sus dotes para, al margen de sus caprichosas apetencias, administrar con criterio un Imperio colosal (aunque vació las arcas del Estado al satisfacer sus extravagantes antojos).

La obra tiene como eje la vida de esos cinco emperadores pero, a su lado, aparece una pléyade de personajes relevantes, algunos de los cuales también ha contribuido a dar pábulo a leyendas (o a verdades) de todo tipo. Entre esos personajes se hallan las madres, las hijas y las esposas de la dinastía (en particular, mujeres como Agripina, Julia y Livia) que desempeñaron un papel fundamental en el destino del Imperio.

Concluimos con esta reflexión del historiador británico, que condensa el propósito de su obra: “En el estudio de la historia antigua, sigue siendo tan importante reconocer lo que no sabemos como sacar a la luz aquello que conocemos. El lector debe ser consciente de que buena parte del discurso narrativo de este libro, como el puente de pontones que Calígula construyó en una ocasión entre dos promontorios de la bahía de Nápoles, discurre sobre abismos turbulentos. La controversia y los desacuerdos son endémicos en el estudio de este período. Y esta, por supuesto, es precisamente la causa de que resulte tan fascinante. A lo largo de las pasadas décadas, el alcance y la vitalidad de las investigaciones académicas acerca de la dinastía Julio-Claudia han revolucionado el concepto que tenemos de esa época. Si este libro consigue ofrecer a los lectores aunque sea una mínima muestra de lo apasionante que resulta el estudio de la primera dinastía imperial de Roma, habrá cumplido su objetivo. Dos milenios más tarde, la muestra primigenia de la tiranía en Occidente sigue instruyendo y horrorizando”.

Tom Holland nació en Wiltshire, Inglaterra, en 1968. Titulado en inglés y latín por el Queen’s College de Cambridge y doctor en Historia Antigua por la Universidad de Oxford, es autor de Rubicón [cuya reseña puedes leer aquí], con el que ganó el Hessell-Tiltman Prize de historia y fue nominado al premio Samuel Johnson. Fuego persa, su historia sobre las guerras entre griegos y persas, ganó el Anglo-Hellenic League’s Runciman Award en 2006. Su tercer trabajo histórico, Milenio, se publicó en 2008. En A la sombra de las espadas (2012) relata el colapso del poder romano y persa en Oriente Próximo y la emergencia del Islam. Ha adaptado a Homero, Heródoto, Tucídides y Virgilio para la BBC. Su traducción de Heródoto fue publicada en 2013 por Penguin Classics. Es presentador de Making History en BBC 4.

*Publicado por Ático de los Libros, marzo 2017. Traducción de Joan Eloi Roca.