Puede sostenerse que el parlamentarismo, tal como lo conocemos hoy, nació en España tras la Restauración de 1875 (espero no escandalizar o sobresaltar a nadie con tal afirmación). Si bien desde la Constitución de 1812 se regularizó la existencia de unas Cortes más o menos representativas, más o menos “útiles”, lo cierto es que hasta la llegada al trono de Alfonso XII el debate público estuvo muy condicionado por las injerencias militares y los continuos pronunciamientos. Las “partidos” (más bien facciones) alcanzaban el poder a través de golpes de mano o por la intervención de algún líder militar que acudía al ejército como instrumento de presión. Sólo a partir del último cuarto del siglo XIX existió una alternancia pacífica y continuada entre los distintos grupos políticos. Para alcanzar, no obstante, esa relativa estabilidad parlamentaria se tuvo que echar mano de la corrupción y de técnicas poco democráticas (el turnismo y el caciquismo) que perduraron, con sus altibajos, hasta la dictadura de Primo de Rivera en 1923.
Más de una vez hemos dicho en Metahistoria que conocemos mal la historia de nuestros vecinos portugueses. Aunque en los últimos años se han multiplicado los trabajos publicados por académicos de ambos países (hemos reseñado varios de ellos), el gran público sigue ignorando los sucesos más importantes que tuvieron lugar a escasos kilómetros de sus hogares y que tanto se parecen a los de nuestro propio pasado. Si algún lector se anima a profundizar en la historia de Portugal descubrirá cómo las similitudes con la historia española son mucho más acentuadas que las diferencias (también las hay), especialmente en los dos últimos siglos. Liberalismo, luchas entre moderados y progresistas, guerras coloniales, constituciones, levantamientos, repúblicas y finalmente una larga dictadura son experiencias que ambas naciones peninsulares han compartido en las dos últimas centurias.
Dentro de este pasado común sobresale una materia poco tratada por la historiografía: el Parlamento como institución. Por supuesto, la historia política ha sido el eje de numerosísimos trabajos académicos y divulgativos, por no decir una de las principales vías de los estudios históricos. La vida política transcurría (no siempre) entre las paredes del hemiciclo parlamentario y este factor ha permitido que sea pormenorizadamente analizada. Sin embargo, no se ha prestado tanta atención al funcionamiento interno de las Cortes, a la organización de las elecciones, a la figura del diputado o a la visión que del Parlamento se tenía en la sociedad, por ejemplo. La obra colectiva editada por los profesores Javier Moreno Luzón y Pedro Tavares de Almeida, De las urnas al hemiciclo. Elecciones y parlamentarismo en la Península Ibérica (1875-1926)*, intenta arrojar un poco de luz sobre esas cuestiones y sobre el sistema representativo de ambos países y cuenta para ello con la colaboración de reconocidos especialistas, tanto portugueses como españoles (no se asusten, todos los capítulos están traducidos al español).
Como explican los editores de la obra en su introducción, “Este libro […] incide sobre el último medio siglo de liberalismo en la Península Ibérica y aborda, desde una perspectiva comparada –explícita e implícita–, dos fenómenos muy relevantes en el desarrollo institucional y político de aquel período: las elecciones y el Parlamento. Porque las urnas donde los ciudadanos votaban para elegir a sus representantes y el hemiciclo donde los diputados y senadores se reunían para ejercer sus funciones legislativas eran emblemas de las premisas doctrinales y constitucionales de los regímenes liberales. Y, porque, pese a la sistemática perversión de los principios cívicos y representativos, ampliamente denunciada y criticada en la época, los procesos electorales y las prácticas parlamentarias determinaron buena parte de la configuración y la dinámica de la vida política”.
No creo que sea necesario recordar los hechos más destacados que ocurrieron en España durante el período que abarca el libro (de 1875 a 1926). Puede ser más oportuno, por el contrario, exponer sucintamente el contexto portugués dado el desconocimiento general. En 1853 murió la reina María II (último monarca de la Casa de Braganza). Tras dos años de regencia de Fernando II (marido de la difunta María) subió al trono Pedro V y se inició un largo período de estabilidad sustentada en una monarquía constitucional. Una vez superada la crisis entre 1868 y 1872, que coincidió con el sexenio democrático español, el sistema político portugués recuperó la tranquilidad debido, en gran medida, a la implantación del rotativismo (el equivalente español del turnismo), mediante el cual los dos principales partidos políticos, el Partido Regenerador (conservador) y el Partido Histórico (progresista), se alternaban en el poder.
En 1908 el rey Carlos I y su príncipe heredero fueron asesinados en la Praça do Comércio de Lisboa. Dos años más tarde se proclamaba la Primera República. Fue un periodo de gran inestabilidad política, marcada por el constante cambio de gobiernos. En 1917, Sidónio Pais dio un golpe de Estado con el objetivo de instaurar una república presidencialista pero tras su asesinato, un año más tarde, se restauró la constitución de 1911. El sistema pervivió durante ocho años más, enfrentándose a numerosos problemas sociales, golpes e insurrecciones, hasta que finalmente venció el golpe militar de 1926 que impuso una dictadura. Quizás la gran diferencia entre ambos países durante este período reside en la continuidad del sistema español, frente a la fractura que supuso la Primera República en Portugal, si bien las prácticas políticas no difirieron y se mantuvo el descrédito de la vida parlamentaria.
A pesar de las evidentes connotaciones históricas, De las urnas al hemiciclo no aborda cronológicamente los sucesos de la Restauración, es más, la historia queda relegada a un segundo plano en detrimento de las Cortes, auténticas protagonistas del libro. Las tres partes en que se divide la obra están dedicadas a estudiar, respectivamente, la organización, funcionamiento e imagen de los Parlamentos español y portugués. Las colaboraciones también están separadas por naciones, de modo que al analizar, por ejemplo, el sistema electoral hay un capítulo para España y otro para Portugal. No existen capítulos transversales, más allá de algunas breves reflexiones recogidas en la introducción, que traten en común las experiencias de ambos países (a nuestro juicio ésta quizás sea una de los pocas objeciones que poner a la obra). Si el lector quiere obtener alguna conclusión “peninsular” debe extraerla él mismo comparando los distintos capítulos. Las aportaciones, diez en total, son muy técnicas aunque su lectura no resulta en ningún momento pesada y se mantiene el equilibrio y calidad en todas ellas, algo no siempre conseguido en las obras colectivas.
¿Cómo evolucionaron las leyes electorales? ¿Qué impacto tuvieron éstas en la composición parlamentaria? ¿Cómo estaban organizados los sistemas electorales español y portugués? ¿De dónde provenían o quiénes fueron los diputados que poblaron el hemiciclo durante estos cincuenta años? A estas y otras preguntas tratan de dar respuestas los tres capítulos que componen la primera parte de la obra (“Elecciones y reclutamiento parlamentario en España” de Carlos Dardé; “Revisitando la prosopografía: una aproximación al perfil biográfico colectivo de los diputados españoles” de María Antonio Peña y María Sierra, y “Elecciones y reclutamiento parlamentario en Portugal” de Pedro Tavares de Almeida y Marta Carvalho dos Santos). Como señalan los editores en la introducción, “[…] la comparación entre los dos países revela no sólo convergencias evidentes, sino también influencias directas”. Entre las similitudes destacan “[…] la débil participación ciudadana y predominio de la movilización clientelar del electorado, presencia ubicua del fraude y la corrupción, competencia limitada ante las urnas y […] supremacía abrumadora de las candidaturas gubernamentales”.
La segunda parte se orienta, por un lado, a estudiar el funcionamiento interno y el día a día de la vida parlamentaria (capítulos “‘La acción gubernativa se ahoga en un diluvio de palabras’: leyes, fiscalización y consenso en el Parlamento Español” de Miguel Martorell Linares y “El papel político y el funcionamiento del Parlamento en Portugal” de Paulo Jorges Fernandes) y, por otro lado, a explicar la visión que la sociedad tenía del Parlamento, usando como referencia la imagen transmitida por las novelas, las crónicas parlamentarias o, incluso, los reportajes fotográficos. Como podrán imaginar, ésta, al igual que hoy, era sumamente negativa (capítulos “Imágenes del parlamentarismo español (1875-1923): ficción y caricaturas” de Javier Moreno Luzón y “Las imágenes del Parlamento en Portugal: literatura, iconografía y política” de Paulo Silveria e Sousa y María Manuela Tavares Ribeiro).
La última parte del libro incluye un capítulo (“El ‘complejo’ cartista del parlamentarismo republicano portugués” de Fernando Catroga) que analiza las diferencias entre el sistema político monárquico y el republicano en Portugal y otros dos (“La Primera República portuguesa, vista por la Segunda” de Joao B. Serra y “Memoria(s) del parlamentarismo liberal en la historiografía y en el debate político de España” de Carlos Dardé) que estudian cómo se han venido interpretando en las décadas posteriores los sucesos de aquellos años, cuya valoración ha estado muy condicionada por las circunstancias políticas del momento.
A lo largo de la obra queda reflejado el pronunciado distanciamiento que existía entre la clase política y el resto de la sociedad. Resulta curioso (o triste) observar cómo un siglo más tarde muchas de las críticas u observaciones que se hicieron durante la Restauración y están recogidas en el libro son similares a las actuales, aunque el libro coordinado por los profesores Javier Moreno y Pedro Tavares no tiene como finalidad, ni mucho menos, extrapolar los vicios democráticos de aquellos años a los problemas de hoy. El hastío hacia un sistema corrompido y poco representativo condujo a la aparición de fórmulas ajenas al sistema parlamentario que desembocaron en dictaduras militares.
Nos encontramos, en conclusión, ante un excelente trabajo científico enfocado principalmente al mundo académico que, sin embargo, tiene también interés para quienes tengan un poco de inquietud por conocer la historia de nuestras instituciones, aun en tiempos de desencanto generalizado respecto de la clase política.
*Publicado por Marcial Pons Ediciones de Historia y la Fundación Práxedes Mateo Sagasta, marzo 2015.