La década de los sesenta del siglo pasado fue un período convulso y de profundos cambios sociales. Olvidados los felices cincuenta, el mundo, especialmente Estados Unidos, hubo de afrontar importantes transformaciones. La Guerra Fría entró en su fase de distensión mientras el planeta contemplaba atónito el curso de una guerra en la que un pequeño y perdido país asiático estaba imponiéndose a la maquinaria bélica más temible de la historia. Incapaz de escapar del cenagal vietnamita, la conciencia del pueblo estadounidense despertó de golpe y descubrió que el sueño americano bien podía ser una pesadilla para muchos. Durante esos años las protestas y disturbios se multiplicaron, auspiciados por una combinación de desencanto y frustración que recorría amplios sectores de la sociedad. Estudiantes, obreros y minorías reivindicaron, ya sea por medios pacíficos o violentos, la aplicación efectiva de los derechos sociales y el fin de la discriminación racial.
Hannah Arendt, una de las pensadoras más relevantes de la pasada centuria, vivió de cerca estos acontecimientos cuando se acercaba al final de sus días (moriría poco después, en 1975). Durante aquellos años fue profesora de la New School for Social Research en Nueva York y conoció de primera mano las protestas estudiantiles que azotaron las universidades norteamericanas. Su aguda conciencia política hizo que entrase de lleno en los debates generados en la sociedad estadounidense de aquel momento. La editorial Trotta ha seleccionado cuatro de sus últimos trabajos (“La mentira en política”, “Desobediencia civil”, “Sobre la violencia” y “Pensamientos sobre política y revolución”), publicados en diversos medios y formatos, en los que la filósofa judía reflexiona y analiza críticamente los sucesos que se estaban produciendo a su alrededor.
Alguno dirá que este libro no es propiamente un trabajo historiográfico y no le faltará razón. A veces resulta complicado discernir cuándo nos encontramos ante un libro de historia y cuándo no. No obstante, al margen de las disquisiciones más técnicas y las reflexiones sociológicas y políticas, estos cuatro ensayos de Hannah Arendt tienen un innegable interés histórico: muestran, a través de la pluma de una gran pensadora, el estado “político o espiritual” de la sociedad occidental hace medio siglo. Pocos testimonios u obras de historia nos acercarán mejor al sentir de una comunidad que empezaba a descubrir las grietas de su forma de vida. La elección de estos trabajos no es casual. El editor, con buen juicio, ha advertido que muchas de las conclusiones alcanzadas por Arendt son fácilmente extrapolables a la actual situación política: al igual que en los años sesenta atravesamos hoy una preocupante crisis de valores y observamos un renacer de la movilización social.
El primer artículo (“La mentira en política”) aborda los conocidos como “papeles del Pentágono”. Se trataba de unos informes secretos del Departamento de Defensa de EE.UU. sobre la implicación militar y política americana en Vietnam entre 1945 y 1967, que salieron a la luz en The New York Times provocando un gran escándalo. Hannah Arendt crítica abiertamente la actuación del gobierno de Washington y el uso descarado de la mentira para lograr sus propios intereses. Tras su dura invectiva se encuentra una reflexión sobre el engaño, el uso institucional de la falacia y la manipulación de la opinión pública. Como expresa la pensadora de origen alemán, “Es esta fragilidad humana la que hace del engaño tan fácil hasta cierto punto y tan tentador. Nunca llega a entrar en conflicto con la razón porque las cosas podrían haber sido como el mentiroso asegura que son. Las mentiras resultan a veces mucho más plausibles, mucho más atractivas a la razón, que la realidad, dado que el que miente tiene la gran ventaja de conocer de antemano lo que su audiencia desea o espera oír. Ha preparado su relato para el consumo público con el cuidado de hacerlo verosímil mientras que la realidad tiene la desconcertante costumbre de enfrentarse con lo inesperado, con aquello para lo que no estamos preparados”.
En el segundo trabajo (“Desobediencia civil”) Hannah Arendt medita sobre cuándo es legítimo oponerse al poder establecido, sobre las implicaciones sociopolíticas que implica la desobediencia a las leyes y sobre las leyes justas e injustas. El trasfondo político de este ensayo son las protestas contra la guerra de Vietnam, con miles de objetores que se negaron a acudir a filas, y la proliferación de casos en los que ciudadanos incumplían leyes discriminatorias. De él nos ha llamado la atención la siguiente reflexión (muy actual): “Si la historia enseña algo sobre las causas de la revolución […] es que las revoluciones van precedidas de una desintegración de los sistemas políticos, que el síntoma revelador de una desintegración es una progresiva erosión de la autoridad gubernamental y que esta erosión es causada por la incapacidad del Gobierno para funcionar adecuadamente, de donde brotan las dudas de los ciudadanos acerca de su legitimidad”.
El tercer artículo está dedicado por entero a la violencia (su título no podía ser más elocuente: “Sobre la violencia”). En él, Hannah Arendt aborda la utilización de la violencia como un importante eje vertebrador de las relaciones internacionales durante el siglo XX y su paulatina implantación en las políticas internas de los países occidentales. Asimismo relaciona y diferencia este término con otros en apariencia similares, como poder, potencia, autoridad y fuerza. Puede que sea el trabajo más teórico y abstracto de los cuatro pero qué duda cabe que su vigencia e interés están fuera de toda duda.
El último trabajo (“Pensamientos sobre política y revolución”) es la transcripción de una entrevista que el escritor alemán Adelbert Reif hizo a Hannah Arendt en el verano de 1970. En ella nos muestra a una Arendt mucho más política que teórica, que polemiza sin tapujos sobre cuestiones tan candentes en aquellos años como las protestas estudiantiles, el socialismo, la situación política en la Europa del Este o el Tercer Mundo. El entrevistador, bastante “agresivo” en ocasiones, va directo al grano y no duda en reprochar a la pensadora judía algunos de sus comentarios. La entrevistada, lejos de amedrentarse, se defiende tenazmente y se presenta muy comprometida con el mundo que le rodea.
El libro que ahora reseñamos ofrece distintas lecturas. Para algunos tendrá un interés puramente teórico, como muestra de las reflexiones que Hannah Arendt ya había tratado en anteriores trabajos. Otros verán en él un alegato político, la defensa de una sociedad más justa y contraria al Estado opresor. Por nuestra parte, invitamos al lector a una lectura más global y a que aborde la obra como un esclarecedor testimonio histórico de un período convulso de nuestra historia reciente. Seguro que tras su lectura muchas de las cuestiones tratadas en él no le sonarán tan remotas, teniendo como tienen una vigencia mucho más actual de lo que cabría imaginar.
Hannah Arendt (Hannover, Alemania, 1906) cursó estudios de filosofía, teología protestante y filología griega, siendo alumna, entre otros, de M. Heidegger, E. Husserl, K. Jaspers y R. Bultmann. En 1928 se doctora con Jaspers presentando una tesis sobre el concepto de amor en San Agustín. En 1933 decide emigrar y, tras permanecer en París hasta 1940, fija desde 1941 su residencia en Estados Unidos, obteniendo en 1951 la nacionalidad estadounidense. Ahí trabajará primero en actividades docentes y de periodismo político, luego como investigadora independiente, conferenciante y profesora visitante en numerosas universidades. En 1959 recibe el premio Lessing de la ciudad de Hamburgo; en 1967, el premio Sigmund Freud de prosa científica. En 1961 asiste como reportera al juicio de Eichmann en Jerusalén. Entre 1967 y 1975 es profesora en la New School for Social Research.
*Publicado por la editorial Trotta, septiembre 2015.