POLIFEMO - CORTE Y ESTADO - VERSTEEGEN

Corte y Estado en la historiografía liberal. Un cambio de paradigma
Gijs Versteegen

Resulta sorprendente cómo la democracia ha logrado arraigarse en nuestra sociedad. En apenas cuarenta años hemos convertido en una seña de identidad un sistema político que hasta entonces solo habíamos podido divisar entre breves chispazos sin continuidad. Hoy, al menos en España, nadie concibe vivir en un Estado no democrático e incluso quizás estemos utilizando en exceso el apelativo “democrático”, hasta el punto de que puede llegar el día en que lo vaciemos de significado. Este ímpetu democratizador resulta cuanto menos sorprendente si echamos un vistazo a los últimos dos mil años de historia y constatamos cómo tan sólo una diminuta fracción de ellos han estado marcados por nuestro actual sistema político; el resto del tiempo las sociedades estuvieron organizadas en distintos modelos y formas de Estado, bajo unas características diametralmente opuestas a las que hoy asumimos con tanta naturalidad.

A veces nos es difícil entender cómo millones de personas pudieron concebir que el poder de una persona proviniese directamente de Dios y, sin embargo, el absolutismo estuvo vigente durante más de doscientos años en España. No sólo el pueblo humilde e ignorante creía a ciegas esta doctrina, sino que grandes eruditos e intelectuales también la sostuvieron fervientemente, propugnando ese u otros modelos de Estado y dotándoles, además, de legitimidad a través de sus escritos. Como siempre sucede (y seguramente sucederá) en la historia, las corrientes de pensamiento fueron evolucionando y trayendo planteamientos políticos inéditos, que destruían los anteriores y edificaban otros nuevos.

CORTE FRANCESADentro del amplio abanico de formas de gobierno que han regido el destino de los hombres, el modelo cortesano ha sido uno de los más prolíficos en el mundo occidental. Por supuesto, no pueden establecerse límites temporales ni territoriales a su implantación, pero sí es posible estudiar sus cimientos y su evolución hasta que desaparece en el siglo XIX, sustituido por el Estado-nación. La Corte, entendida como sistema político, es mucho más compleja que la idealizada representación medieval y romántica que hoy se nos presenta en libros o en series de televisión, y, en ningún caso, tan negativa o decadente como algunos historiadores la han dibujado. Sus principios van más allá de la mera construcción de ideales y hunde sus raíces en concepciones filosóficas y políticas trascendentales que perduraron durante varios siglos.

Gijs Versteegen explora en su obra Corte y Estado en la historiografía liberal. Un cambio de paradigma* (resultado de su tesis doctoral) “[…] cómo se produjo la transición del modelo cortesano, hasta ser sustituido por el de Estado-nación” y para ello acude al pensamiento de los grandes filósofos que reflexionaron sobre los modelos políticos de su tiempo (o universales). El resultado es una concatenación de postulados y desarrollos filosóficos que tienen como eje la naturaleza del hombre y la organización política y en la que se mezclan la filosofía, la política y la historia. Como solemos hacer con este tipo de obras, advertimos al lector que tiene ante sí una obra sumamente interesante pero compleja, que le requerirá concentración y paciencia. Eso sí, el resultado merece la pena.

Afirma Gijs Versteegen en la introducción de su obra que “[…] para estudiar la Corte es necesario tener en cuenta esta visión holística que definía el pensamiento clasicista. Partiendo de la filosofía moral clasicista pueden señalarse algunos rasgos que en su conjunto caracterizan la cosmovisión cortesana, dentro de la cual deben entenderse la ética, la organización política de la sociedad y el modo de vivir cortesano”. En total son cuatro los rasgos a tener cuenta: una visión antropológica de fundamentos aristotélicos que considera al hombre como un ser social y, por tanto, potencialmente virtuoso; un forma de vivir en sociedad ajustada a los códigos de la “conversación” (entendida esta como un conjunto de prácticas y vivencias compartidas); una comunidad política regida según los principios de la oeconomia; y, por último, una finalidad trascendente de la comunidad política y moral que constituía la Corte.

Luigi_Mussini CORTE ESPAÑOLA AJEDREZVersteegen estudia el enfoque que los filósofos por él analizados dieron a estas cuatro características y cómo fueron transformándolas hasta dar paso al sistema político del Estado-Nación. Lo hace de forma sutil, es decir, no va punto por punto explicando cuál era la posición de cada pensador respecto a cada uno de los rasgos, sino orientando su análisis a la interpretación, positiva o negativa, que tenían de la “cosmovisión cortesana”. Por supuesto, tampoco estamos ante un progreso lineal que comenzaría en la Baja Edad Media con Santo Tomás Aquino y concluiría en el siglo XIX con Leopold von Ranke o Antonio Cánovas del Castillo: la evolución del sistema cortesano es más irregular, con altibajos y contradicciones. En palabras del propio autor: “[…] se produjeron constantes reconfiguraciones como consecuencia de nuevos elementos introducidos que a pesar de los cambios seguían teniendo el modelo cortesano como referencia”.

En el libro se abordan los postulados filosóficos de dieciséis pensadores: Santo Tomás de Aquino, Egidio Romano, Baldassare Castiglione, Baltasar Gracián, Hugo Grocio, Thomas Hobbes, Samuel Pufendorf, Christian Thomasius, Gottfried Leibniz, William Robertson, Jean-Jacques Rousseau, Immanuel Kant, Johann Gottfried Herder, Johann Fichte, Leopold von Ranke y Antonio Cánovas del Castillo. Todos ellos reflexionaron sobre el papel del Estado y la naturaleza del hombre y aunque no todos trataron de forma explícita el modelo cortesano, sus conclusiones condicionaron enormemente el panorama político y modelaron el pensar de la sociedad de su época.

Gijs Versteegen comienza su relato con la recepción del pensamiento clásico en la obra de Santo Tomás de Aquino y de Egidio Romano, que tendrá su plasmación “profana” en el conocido texto de Baldassare Castiglione “El cortesano”. Baltasar Gracián también se imbuye de estos planteamientos filosóficos, aunque su obra adoptó tintes más escépticos y críticos con el mundo que le rodeaba. A continuación, y de la mano de la Reforma protestante, surgen tres pensadores que van a poner en jaque el modelo cortesano, Grocio, Hobbes y Pufendorf, quienes buscaron redefinir la relación entre política y moral. El autor cuestiona que estos tres filósofos fuesen los artífices del pensamiento liberal o del Estado Moderno, pues considera que “aunque estos planteamientos ya no forman parte de la cosmovisión cortesana clasicista, la siguen teniendo como referencia”.

CORTE DE LUIS XIVSeguidamente Versteegen aborda los postulados filosóficos de Christian Thomasius, muy influenciado por el pietismo; de Gottfried Leibniz, que “planteó nuevamente la cosmovisión cortesana esférica”; y de William Robertson, uno de los mayores exponentes de la Ilustración escocesa. A partir de entonces y con la aparición de Rousseau los ataques a la Corte van a ser más intensos y certeros. El filósofo francés asestó un duro golpe al sistema cortesano promoviendo un nuevo contrato social y una nueva cultura burguesa. Kant continuó la labor de derribo y serán los pensadores alemanes Herder y Fichte quienes sentencien el anterior sistema político, con sus nuevos planteamientos sobre el pueblo, la cultura y la nación. Concluye el autor con Ranke y Cánovas del Castillo quienes “justificaron el proyecto político de la burguesía, el Estado-nación liberal, que presentaron como el fin de un largo proceso histórico, que se caracterizaba por la lucha por la independencia y la libertad del pueblo”.

Es imposible condensar en el poco espacio que disponemos las reflexiones que Gijs Versteegen recoge de cada uno de los pensadores que analiza. Labor, por cierto, sumamente meritoria pues es capaz de seleccionar, del corpus doctrinal de filósofos o historiadores tan prolíficos como Kant o Ranke, las tesis que más se ajustan a su investigación. Dejamos que sea el lector quien descubra cómo discurrió la concepción del estado cortesano durante los siglos en que estuvo vigente y cómo fueron apareciendo las corrientes de pensamiento que terminaron por transformar la Corte en el Estado-nación que hoy impera. Modelo respecto del cual podríamos empezar a cuestionarnos, por lo demás, si aún sigue siendo válido.

Gijs Versteegen realizó su licenciatura en Historia en la Universidad de Utrecht y su doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid. En este último período se integró en el Instituto Universitario La Corte en Europa, bajo la dirección del profesor José Martínez Millán. Desde 2010 es profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Sus líneas de investigación se centran en la filosofía política del mundo cortesano y la historiografía decimonónica.

*Publicado por la editorial Polifemo, marzo 2015.