Conquistadores. Una historia diferente
Fernando Cervantes

Quien tenga interés en el mundo editorial (en concreto, en el relacionado con la historia) habrá podido comprobar cómo en los últimos años se ha incrementado considerablemente el número de trabajos dedicados a la conquista de América y a sus consecuencias. En algunas ocasiones, este incremento tiene un origen político: la presencia española en el continente americano es una fuente inagotable de polémicas de esa naturaleza, que se acentúa cada año y, en especial, en determinadas fechas. Utilizados por políticos y por movimientos sociales con fines rara vez históricos, sucesos acaecidos hace más de quinientos años siguen provocando hoy enconados debates e incluso manifestaciones y algaradas (algunas de ellas concluyen con derribo de estatuas). Los argumentos que se esgrimen, de sobra conocidos, apenas sostienen cualquier análisis serio, pero han logrado calar en amplios sectores de la sociedad.

Pocos sucesos de la historia del hombre han recibido tanta atención y han sido tan minuciosamente estudiados como el descubrimiento del Nuevo Mundo. Sin embargo, las conclusiones extraídas de unos mismos hechos son diametralmente opuestas, como si se tratara de acontecimientos distintos sin relación entre sí. A pesar de la abundante documentación conservada, las interpretaciones que de ella se hace difieren en función del historiador al que acudamos. La mayoría de los especialistas convergen en una visión más o menos homogénea de lo ocurrido a finales del siglo XV y a lo largo del XVI, pero una ruidosa y combativa minoría ofrece análisis más extravagantes. Son estos los que suelen llegar al gran público, ya sea a través de portavoces interesados o de los medios de comunicación. De ahí que sea indispensable acudir a estudios que guarden, al menos, las mínimas garantías historiográficas y no se dejen arrastrar por lo llamativo o por lo polémico.

La llegada de los españoles a América no fue un suceso pacífico. Negarlo es negar la realidad. Ahora bien, el grado de paroxismo con el que algunos autores lo describen carece de fundamento. El profesor Fernando Cervantes intenta huir de esos estereotipos en su obra Conquistadores. Una historia diferente*, asentada en un intenso trabajo historiográfico, que recorre la historia de la Conquista poniendo el foco en sus protagonistas. Sin caer en el morbo y en la polémica, retrata un mundo complejo con innumerables aristas, en el que se solaparon desde buenas intenciones hasta la simple avaricia. Los hombres que llevaron a cabo aquella gesta no eran mejores, ni peores que nosotros. Hijos de su tiempo, controlaron extensiones inmensas de terreno en un tiempo récord. Su comportamiento se amoldó a sus intereses y lograron erigir un Imperio que perduró trescientos años.

En palabras del autor: “A partir de diarios, cartas, crónicas, biografías, instrucciones, historias, epopeyas, encomios y tratados elaborados por los conquistadores, sus defensores y sus detractores, he intentado tejer una historia que a menudo muestra hilos sorprendentes y desconocidos. Con su fusión tardomedieval de fe y gloria y su compromiso con formas de organización política en las que cualquier separación de lo temporal y lo espiritual se habría considerado absurda, los conquistadores pueden parecernos enteramente retrógrados. Sin embargo, a pesar de todas sus innegables deficiencias, su historia solo se puede valorar de forma adecuada si nos abrimos y somos receptivos a un mundo cultural que, por muy ajeno que pueda parecernos, era tan humano, y tan falible, como el nuestro”.

A diferencia de otros trabajos que realizan una aproximación más genérica a la conquista del Nuevo Mundo, Fernando Cervantes se centra en los hombres que la protagonizaron. Su propósito es comprender quiénes fueron y qué “pruebas” tuvieron que superar en el continente americano. Frente a la imagen distorsionada que los presenta como meros ejemplos de barbarie y violencia, personajes depravados que solo buscaban enriquecerse, los retrata con mayor verosimilitud: ni héroes épicos, ni seres malvados. Sus biografías son, como las de la mayoría de nosotros, grises y admiten numerosos matices. En un mundo desconocido, en unas condiciones extremas donde la muerte se hallaba muy presente, actuaron como mejor supieron para sobrevivir.

De los personajes que transitan por el libro, destacan tres: Cristóbal Colón, Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Sobre ellos se construyen los grandes bloques que componen la obra. Junto a la narración de las distintas expediciones y campañas que acabaron por conformar el Imperio español, también se analiza el contexto en el que se produjeron. Este afán explica las digresiones de la obra para dar cuenta, entre otras cuestiones, de la situación política de la Monarquía Hispánica (desde los Reyes Católicos hasta Felipe II), del orden internacional y las tensas relaciones entre las principales potencias europeas, o del papel jugado por la Iglesia y las órdenes religiosas en la Conquista. Este último punto recibe particular atención.

En el libro también se analizan con detalle las disputas entre conquistadores, religiosos y autoridades reales. Su importancia fue considerable para configurar la presencia española en el Nuevo Mundo. La Corona no quería perder el control sobre los nuevos territorios descubiertos y los conquistadores esperaban ver recompensados sus terribles esfuerzos. La tensión entre ambas partes provocó incluso enfrentamientos armados. El comportamiento de figuras como Hernando de Soto, Pedro de Valdivia, Gonzalo Jiménez de Quesada o Pedro de Alvarado, además de los tres ya citados, estuvo muy condicionado, además de por intereses personales, por los sucesos y las decisiones que se tomaban en la Península Ibérica. No es de extrañar que muchos de aquellos personajes tuvieran que regresar a la Corte (en alguna ocasión, apresados) para dar cuenta de sus actos o para reclamar sus derechos.

El resultado final es un retrato muy nítido y ajustado de cómo se llevó a cabo el descubrimiento y la conquista del continente americano, que emplea a sus protagonistas como eje sobre el que construir el relato. La obra huye de cualquier pretensión partidista y busca, desde una perspectiva objetiva, contar cómo se produjo uno de los mayores hitos de la historia de la humanidad.

Concluimos con esta reflexión que Fernando Cervantes realiza al final de su trabajo: “El resultado, en concreto, fueron tres siglos de estabilidad y prosperidad. Claro que dicha prosperidad era muy diferente a la que impera en la actualidad, con su obsesiva insistencia en la necesidad de crecimiento económico continuo. Curiosamente, sin embargo, la prosperidad alentada en los siglos del virreinato está mucho más cerca de los muchos esfuerzos, ahora en boga, por encontrar soluciones a la crisis planetaria a la que nos ha llevado, precisamente, dicha obsesión con el crecimiento económico continuo. En todo esto, hay aún mucho que aprender del legado de un grupo de hombres que, a pesar de sus innumerables errores y deficiencias, merecen ser vistos con una óptica más abierta que la que hasta ahora los ha condenado con base en caricaturas acríticas y, en el peor de los casos, abiertamente mendaces”.

Fernando Cervantes es doctor en Historia, especializado en la historia intelectual y religiosa de la España y la América española de la Edad Moderna. Ha trabajado en diversas universidades y actualmente es profesor de estudios de la Edad Moderna en la Universidad de Bristol. Entre sus libros destacan The Devil in the New World y Angels, Demons and the New World.

*Publicado por la editorial Turner, junio 2021. Traducción de Verónica Puertollano.