“Give me my Robe, put on my crown; I have
Immortal longings in me. Now, no more
The juice of Egypt’s grape shall moist this lip.
Yare, yare, good Iras; quick. Methinks, I hear
Antony call. I see him rouse himself
To praise my Noble Act. I hear him mock
The luck of Caesar, which the gods give men
To excuse their after wrath. Husband, I come.
Now to that name, my Courage prove my title!
I am fire, and air; my other elements
I give to baser life. So, have you done?
Come then, and take the last warmth of my lips”
(Antony and Cleopatra de William Shakespeare, acto V)
Pocas mujeres en la historia han cautivado a la imaginación popular de forma tan arrolladora como la reina más famosa de Egipto, Cleopatra VII. Su leyenda se ha perpetuado con el tiempo y ha llegado casi intacta hasta nuestros días. Películas, obras de teatro, cuadros… el mito de Cleopatra ha trascendido el marco histórico para convertirse en un icono, como Helena de Troya o Juana de Arco. Todavía hoy, hablar de Cleopatra es hablar de una mujer de extremada belleza, independiente, manipuladora y voluptuosa, es decir, de una femme fatale de la Antigüedad. Ahora bien, ¿qué hay de leyenda y qué hay de realidad en torno al relato de la soberana egipcia? ¿Cuándo y por qué se construye la imagen de una reina exuberante, desinhibida y, en ocasiones, cruel? ¿Veían sus súbditos egipcios del mismo modo a su faraón? ¿Quién estaba interesado en trasladar esa imagen de la reina? ¿Qué medios se utilizaron para proyectar el perfil público de Cleopatra?
A estas y a otras muchas preguntas trata de dar respuesta Vanessa Puyadas Rupérez en su obra Cleopatra VII: la creación de una imagen. Representación pública y legitimación política en la Antigüedad*. Un trabajo, síntesis de la tesis de la autora, que busca “cubrir esa laguna en el conocimiento de Cleopatra y analizar en profundidad y como un todo dicho proceso para poder entender cómo se gestó aquella representación de la ptolomea y por qué. Asimismo, en las páginas que siguen se intenta ofrecer la visión más exhaustiva y completa posible sobre la imagen de Cleopatra, al mostrar tanto la propaganda realizada por ella como la elaborada por sus enemigos y la contraposición entre ambas para realizar un acercamiento a la mujer que se oculta detrás de ese famoso mito”.
Vanessa Puyadas no solo acude a los testimonios escritos, sino que estudia monedas, esculturas, yacimientos arqueológicos… cualquier medio que permita comprender cómo se proyectó la imagen de la reina más famosa de Egipto. La propaganda y la representación pública tienen la misma importancia hoy que hace dos mil años. Los dirigentes, ya sean elegidos por el pueblo, ya sean enviados de algún dios a la Tierra o directamente dioses, necesitan de un fuerte aparato propagandístico para legitimar su poder de cara al interior, pero también al exterior. Actualmente son los medios de comunicación los principales instrumentos para construir una imagen pública; hace dos mil años los líderes políticos recurrían a un cuidado relato iconográfico, elaborado sobre fastuosas construcciones y apariciones públicas portentosas, con ese mismo propósito. Se trataba de una acusada utilización de la historia como herramienta legitimadora y de la propagación de su mensaje a través de los artistas del momento.
A Cleopatra le tocó vivir tiempos muy convulsos. La República romana, la gran potencia del Mediterráneo, estaba inmersa en un profundo proceso de transformación y azotada por la guerra civil. La inestabilidad política obligó a todos soberanos de la región a reforzar su autoridad y a reivindicar su papel en el escenario global, mientras los pretendientes a la púrpura imperial romana hacían y deshacían reinos en función de sus intereses. La propaganda se convirtió en un arma tan poderosa como la fuerza militar. Octavio, el futuro emperador Augusto, desplegó todos los medios a su disposición para deslegitimar a la amante de su adversario Marco Antonio. Su versión tuvo éxito y es la que ha logrado perpetuarse en la historia.
Vanessa Puyadas distingue dos Cleopatras, la “Cleopatra romana” y la “Cleopatra grecoegipcia”, enfrentadas y con un aparato iconográfico radicalmente distinto. Si la primera se construyó a través del relato de ciertos escritores y pervivió en las fuentes escritas, la segunda se edificó sobre un aparato visual cuyo significado, si bien ha podido sobrevivir, pocos alcanzan a comprender. La máxima de que “la historia la escriben los vencedores” se puede aplicar en este caso, pues la victoria de Octavio y su potente maquinaria propagandística “condenó” a la reina egipcia a soportar un legado que en poco se parecía a la idea que tenían sobre ella los egipcios. Además, la escandalosa imagen proyectada, aderezada con sexo, violencia e intriga, ha facilitado su continuidad en el tiempo, pues nada gusta más al imaginario popular que los rasgos atribuidos a Cleopatra.
La “Cleopatra grecoegipcia” queda resumida perfectamente en estas palabras de Vanessa Puyadas: “Los vestigios arqueológicos relacionados con Cleopatra y analizados en las páginas precedentes nos dibujan una mujer que se mostró ante su país como la heredera de los faraones egipcios y de los reyes helenísticos, una soberana que gobernaba por derecho propio y que cumplía con todas sus obligaciones, tanto con los hombres como con los dioses ante los que intermediaba para mantener el orden y asegurar la supervivencia de Egipto. Deseaba transmitir la idea de que su reinado iba a devolver al país la posición de preeminencia que había alcanzado en el mundo mediterráneo recreando los momentos gloriosos de los primeros ptolomeos”. Sabedora de la importancia de su proyección pública, siempre intentó presentarse como salvaguarda de la tradición y de la religión, identificándose con la diosa Isis, sin descuidar la memoria de la dinastía lágida. Precauciones que supo aplicar igualmente a sus hijos.
¡Qué diferente es esta versión de Cleopatra de la ofrecida por los aliados de Octavio! La segunda parte del estudio de Vanessa Puyadas explora la construcción del mito de la reina egipcia llevada a cabo por sus adversarios romanos. La victoria de las fuerzas del futuro Augusto en la batalla de Actium (año 31 a.C) fue el golpe decisivo a la reputación de Cleopatra. A partir de ese momento se empieza a configurar el mito que hoy nos ha llegado. Sus principales artífices fueron un grupo de poetas cercanos a Mecenas, entre los que destacan figuras tan reputadas como Horacio, Virgilio o Propercio. Ellos plantaron la semilla de la discordia que luego utilizarían historiadores como Plutarco (a él debemos la biografía más extensa de la reina ptolomea, que sirvió a Shakespeare como referencia para escribir su tragedia Marco Antonio y Cleopatra), Lucano, Flavio Josefo, Suetonio, Apiano o Dion Casio. Todos ellos ahondaron en un relato plagado de medias verdades y exageraciones que, sin embargo, cuajó en la mentalidad popular.
Ahora que estamos en época de elecciones, avasallados por la propaganda electoral, resulta interesante volver al pasado para descubrir cómo las cosas tampoco han cambiado tanto. La construcción de la imagen pública de nuestros dirigentes es tan antigua como la propia política. Cleopatra VII es la prueba viviente de que se puede modelar la idea que una civilización tiene sobre sus líderes. La interesantísima obra de Vanessa Puyadas emprende un doble viaje: por un lado, busca contarnos la historia real de la reina egipcia, sus logros y sus fracasos, sus decisiones políticas y su vida personal; por otro, reconstruye la creación del mito, de la “leyenda negra” ideada por sus adversarios, y cómo esta fue paulatinamente asimilada por las generaciones siguientes hasta llegar a nuestros días. Una mujer convertida, quizás a su pesar, en un icono de la Historia Antigua.
Vanessa Puyadas Rupérez, doctora en Historia por la Universidad de Zaragoza, está especializada en el final del período ptolemaico, principalmente en la figura de su última reina Cleopatra VII, en las fuentes greco-romanas y en la propaganda política de la época. Ha realizado estancias de investigación en el University College of London y en la University of Reading. Sus investigaciones han quedado plasmadas en diversos artículos y a través de la participación en encuentros de carácter científico sobre la historia antigua, la egiptología o la filología.
*Publicado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, marzo 2016.