PASADO Y PRESENTE - ARDENAS LAS BATALLAS

Ardenas. La batalla
Christer Bergström

A finales de 1944, tras cinco años de lucha ininterrumpida, el estado de las fuerzas alemanas se podía calificar como crítico. Con dos frentes abiertos, la situación se volvía cada día más comprometida para el Führer. Los aliados habían desembarcado en Normandía unos meses antes (julio de 1944) obligando a las tropas germanas a llevar a cabo un gran repliegue de sus líneas defensivas, lo que a la postre significó la liberación de la práctica totalidad de Francia. Por su parte, los ejércitos soviéticos continuaban su inexorable avance hacia Occidente sin que los alemanes fuesen capaz de detenerlos. A los reveses militares se sumaban las penalidades propias de un país inmerso durante un lustro en un constante estado de guerra. Asfixiada económicamente, con su industria cada vez más deteriorada y unas condiciones de vida atroces, Alemania estaba abocada a su hundimiento, como sucediera en la Primera Guerra Mundial. Para Hitler, no obstante, la rendición era impensable por lo que ideó un plan alternativo con el que cambiar –si tal eventualidad todavía era posible– el curso de la guerra.

El plan del Führer no era otro que pasar a la ofensiva, atacar mientras todavía quedasen fuerzas y hombres, revertir la acometida de las tropas estadounidenses, hacerlas retroceder y expulsarlas nuevamente del continente. Cualquiera podría pensar que un proyecto de tal envergadura, dado el estado en que se encontraba el ejército alemán a esas alturas de la guerra, no era más que el delirio de una mente alejada de la realidad (algo que posiblemente fuera cierto). Sin embargo, una vez iniciado el ataque en la región de las Ardenas –que engloba el noroeste de Francia, Luxemburgo y Bélgica– se vio cómo las aspiraciones nazis no eran tan descabelladas, hasta el punto de que la contraofensiva germana puso en graves aprietos a las fuerzas estadounidenses. Hubo momentos en que los combates adquirieron tintes dramáticos para los aliados y hasta el propio Patton llegó a confesar en su diario que “Todavía podemos perder la guerra”.

Hoy es imposible saber si el Alto Mando alemán creía realmente que la operación Wacht am Rhein (nombre en clave que dieron los alemanes a su contraofensiva de las Ardenas y cuyo título proviene de una canción patriótica popular) podría alterar el rumbo de la guerra. Por muy hábiles y bien organizados que estuviesen sus ejércitos, debían hacer frente no sólo a cientos de miles de soldados enemigos sino también a dos titanes industriales cuya capacidad de producción iba dirigida a acabar con el régimen nazi por aplastamiento. Al final prevaleció el acero sobre la sangre y la operación fracasó, en gran medida por los mayores medios con los que contaron los ejércitos aliados.

SOLDADOS EN BATALLA ARDENASEl historiador sueco Christer Bergström ha escrito un monumental trabajo de historia bélica titulado Ardenas. La batalla*. A lo largo de sus casi ochocientas páginas analiza, hasta el mínimo detalle, el desarrollo de una de las batallas más célebres de la Segunda Guerra Mundial. El conocimiento que Bergström despliega en el libro es abrumador. Su excelente investigación abarca tanto los aspectos militares del enfrentamiento como las reflexiones e impresiones de los soldados, aliados y alemanes, que participaron en él. De este modo, a medida que observamos cómo evoluciona la contienda a través de una fluida narración, descubrimos el estado mental y las sensaciones de sus protagonistas.

Para los aficionados a la historia bélica es, sin duda, una obra indispensable; sin embargo, para quienes tan solo busquen aproximarse a la batalla es probable que la obra acabe por superarles. Abarcar seiscientas páginas de movimientos, ataques y retiradas (las restantes doscientas son anexos, notas y bibliografía), además de innumerables nombres de divisiones, regimientos o ejércitos, solo está al alcance de lectores ya curtidos en estas lides. Por supuesto, también recomendamos tener a mano un mapa –aunque hay varios diseminados en el libro– para el mejor seguimiento de las operaciones.

Hitler buscaba con la operación Wacht am Rhein llevar a cabo un rápido ataque contra las posiciones más débiles del ejército americano situado en la región de las Ardenas. Pretendía, de este modo, dividir y embolsar a las fuerzas británico-estadounidenses y capturar la ciudad belga de Amberes, un puerto indispensable para las líneas de comunicación y de abastecimiento aliadas. Para que la ofensiva tuviera éxito, cuatro circunstancias eran determinantes: el ataque debía ser una sorpresa completa; las condiciones atmosféricas tenían que ser adversas, a fin de neutralizar la superioridad aérea aliada; el progreso había de ser rápido y las fuerzas de ataque deberían contar con hombres y recursos suficientes para acometer todo el plan. De las cuatro premisas tan sólo la primera se cumplió a la perfección. Resulta asombroso cómo el Alto Mando alemán logró movilizar a un contingente tan amplio de soldados y blindados sin levantar las sospechas de los aliados. La ofensiva cogió totalmente por sorpresa a los estadounidenses, quienes no supieron a qué tenían que hacer frente.

TROPAS ALEMANES EN FRENTE ARDENASEn cuanto a las otras tres premisas, aunque se cumplieron al inicio de la ofensiva, con el transcurso de los días la situación empezó a invertirse. El mal tiempo de los primeros compases de la batalla dio paso a un cielo despejado y con él a la presencia de la aviación aliada, lo que a la postre resultó ser decisivo para el resultado de la operación. Asimismo, el avance alemán fue a buen ritmo los primeros días pero acabó por perder fuelle y estancarse frente a la resistencia aliada. Y por último, las fuerzas germanas, aunque poderosas, ya no tenían el vigor ni las reservas suficientes para acometer la operación con éxito. A pesar de estos reveses no podemos negar el buen hacer del ejército alemán que logró, en unas condiciones críticas, vencer una y otra vez a las fuerzas estadounidenses, demostrando una preparación y una calidad de cuya falta parecían adolecer sus adversarios.

La ofensiva alemana comenzó el 16 de diciembre de 1944 y se dio por concluida el 25 de enero del año siguiente. Cientos de miles de soldados estuvieron combatiendo durante un mes en una franja relativamente pequeña de terreno, entre la nieve y con temperaturas bajo cero. Por supuesto, olvídense de la imagen de las batallas medievales y modernas en las que los juglares podían contar, una vez concluidas, quién había ganado o perdido. La batalla de las Ardenas comprende un sinfín de escaramuzas, movimientos envolventes, asaltos, retiradas y contrataques que llevaron a cabo los ejércitos alemanes y aliados. ¿Quién ganó al final? Pues es difícil decirlo. Los alemanes no lograron su objetivo de llegar a Amberes y destruir a los estadounidenses, pero al menos consiguieron detener su avance durante un tiempo, posponiendo su inevitable derrota en el frente occidental. Por su parte, los aliados, aunque resistieron la acometida germana, sufrieron un duro golpe en su confiada marcha hacia Berlín tras el desembarco de Normandía, volviéndose a partir de entonces más precavidos. Como indica Christer Bergström, “En resumidas cuentas, quizás el verdadero vencedor de la ofensiva de las Ardenas no fue otro que la Unión Soviética”.

No vamos a explicar cómo se desarrolló la batalla de las Ardenas pues preferimos que el lector lo descubra de la mano del historiador sueco. Nos limitáremos a señalar algunas de las conclusiones que se obtienen tras la lectura del libro. Por un lado, sorprende la ineptidud (dura palabra pero ajustada) de las fuerzas aliadas. Si algo queda patente en la obra es la manifiesta incapacidad de la infantería estadounidense para contener el empuje germano. Tan sólo la abrumadora superioridad aérea, sin la cual el resultado de la contienda podría haber sido muy distinto, logró frenar la ofensiva nazi. Bergström resalta la mala relación entre el Alto Mando aliado (especialmente entre Montgomery y Patton y Bradley) así como la deficiente preparación de los mandos intermedios. Es cierto que destaca el coraje y resolución del soldado raso pero critica duramente al escalafón medio. Así de contundente se muestra el autor: “En general, las casi siete semanas que duró la batalla hicieron patente que el Ejército germano era, en efecto, más eficaz en el campo de batalla que el estadounidense”.

SOLDADOS AMERICANOS BATALLA ARDENASLa clave, sin duda, de la obra y de toda la batalla fue la superioridad aérea aliada. En el momento en que los cielos se despejaron, la nieve dejó paso a las bombas. La Luftwaffe no fue capaz de detener a la aviación estadounidense y esto selló el destino de la ofensiva. Los daños a las divisiones blindadas y a las líneas de abastecimiento fueron decisivos para frenar la operación germana. Utilizando las palabras del historiador sueco, “[…] no cabe duda alguna de que la aviación constituyó el elemento más importante de la victoria obtenida por los Aliados en la batalla de las Ardenas”. Mientras hizo mal tiempo los alemanes lograron, salvo excepciones, superar en todas las líneas a los aliados pero después, con una meteorología diferente, nada pudieron hacer y el hostigamiento continuado de los bombarderos hizo imposible obtener la victoria.

Por último, la colosal capacidad productiva aliada y el mayor número de sus efectivos y recursos también fueron elementos que decantaron la balanza a favor de los estadounidenses. Aunque el poderío de los tanques Panzer alemanes frente a los Sherman americanos fue abrumador y las mejores técnicas introducidas por el Alto Mando nazi fueron notables (por ejemplo, los fusiles de asalto Sturmgewehr), no lograron superar a la engrasada maquinaria industrial aliada, capaz de suministrar recursos al frente de manera ininterrumpida. El golpe de gracia a los alemanes lo asestó el ejército soviético al iniciar su una ofensiva a mediados de enero de 1945, lo que obligó a retirar tropas del frente occidental para evitar la completa destrucción del oriental.

No siempre es fácil escribir buenos libros de historia militar. A veces el autor se deja arrastrar por el sentimentalismo y dibuja un escenario de buenos y malos. En otras ocasiones la investigación acorde con un trabajo historiográfico serio es sustituida por la suma de fábulas, mitos e ideas comunes sin ningún tipo de validez científica. Por estas razones es de agradecer el encomiable esfuerzo que realiza Christer Bergström para abordar una tarea sumamente compleja y hacerlo desde una objetividad loable. No existen las obras definitivas, pero el trabajo del historiador sueco, con sus más y con sus menos, se acerca mucho a una de ellas.

*Publicado por la editorial Pasado&Presente, marzo 2015.