DESPERTA FERRO - CHOQUE DE TITANES

Choque de titanes. La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler
David M. Glantz y Jonathan M. House

La Segunda Guerra Mundial ha sido el conflicto bélico más extraordinario de la historia de la humanidad. Ya sea por el número de combatientes, por los ingentes recursos utilizados, por el alcance global de la contienda o por el coste de vidas, nada puede equipararse al estado de guerra en que se halló el mundo entre 1939 y 1945. Nuestra sociedad es heredera directa de aquellos sucesos, que todavía hoy se dejan sentir. El nuevo orden mundial nacido de la victoria aliada ha condicionado desde entonces el devenir del planeta, además de hacernos ver (aunque últimamente parezca que lo olvidamos) el peligro de los populismos y de los regímenes totalitarios. La guerra fue el resultado de una escalada demencial, de una nueva forma de hacer política personificada en Adolf Hitler, quien condujo a la humanidad al borde del abismo. Han pasado más de setenta años desde el final de la guerra, pero su recuerdo sigue estando muy vivo.

Paralelamente a su importancia real, pocos períodos de nuestro pasado reciente han despertado más interés dentro de la historiografía (y del gran público) que la Segunda Guerra Mundial. La guerra obligó a reconfigurar la concepción misma del orden social y los cambios que ocasionó, una vez terminada, se consolidaron. De ahí que los libros, trabajos, tesis o artículos que abordan esos años se cuentan por decenas de millares. Por supuesto, la calidad de unos y otros difiere enormemente; tenemos desde obras inspiradas en teorías conspiratorias absurdas hasta enciclopédicos estudios que analizan el más nimio detalle del conflicto. Los enfoques de los historiadores también divergen: hay quien se centra en las cuestiones políticas, otros en las sociales o en las económicas y un gran número de expertos se decanta por explicar parte, o todo, del desarrollo bélico. Y sin embargo, a pesar de la abundantísima literatura, aún quedan elementos por descubrir.

Es posible que el lector de esta reseña haya leído, a lo largo de su vida, varios libros acerca de la Segunda Guerra Mundial. Si es un apasionado, sus conocimientos sobre ella serán profusos ¿Qué podría, por tanto, aportarle un nuevo libro sobre el gran conflicto bélico del siglo XX? La obra de los militares estadounidenses David M. Glantz y Jonathan M. House, Choque de titanes. La victoria del Ejército Rojo sobre Hitler*, reeditada tras su aparición en 1995, contiene uno de los mejores análisis que se han hecho sobre el frente oriental. Pocas obras son tan exhaustivas y completas como esta. La lucha entre las fuerzas soviéticas y alemanas condicionó el resultado de la guerra y posiblemente tuviera mayor importancia que, por ejemplo, el famoso desembarco de Normandía. Sin embargo, el gran público, sobre todo el occidental, conoce peor esta faceta de la guerra. Escasean las obras sobre ella, lo que otorga a este trabajo un mayor interés, pues intenta explicar de forma accesible y amena un escenario bélico sumamente complejo.

Así exponen los autores las características de la nueva edición y el objetivo que buscan con ella: “La primera edición de este libro constituyó un esfuerzo por desvelar la versión soviética de la guerra y servirla en un formato breve al público occidental. Sin embargo, desde entonces, el mayor acceso a los archivos alemanes y soviéticos ha dado lugar a una nueva y completa generación de historiadores, tanto en Occidente como en la antigua Unión Soviética. La presente edición es, por tanto, un intento de aglutinar esta nueva historiografía con objeto de proporcionar una explicación más equilibrada del desenlace de la guerra, al tiempo que mantiene la orientación original hacia las fuentes soviéticas. En efecto, al abordar algunas de las endebles argumentaciones sobre el fracaso alemán, este estudio demuestra más a las claras las razones y la magnitud del éxito soviético”.

CHOQUE DE TITANES - TANQUES RUSOS

¿Por qué se impuso el ejército soviético al alemán? Son varias las teorías que intentan dar respuesta a este gran interrogante. Todas (a las serias nos referimos) tienen algo de cierto y quizás una combinación de ellas sea la respuesta adecuada. Las fuerzas germanas, aunque poderosas, tuvieron que defender miles de kilómetros cuadrados en un territorio hostil, mal comunicado y en unas condiciones climatológicas adversas. Las reservas alemanas, además, eran exiguas, mientras que las soviéticas fueron muy superiores. El alto mando ruso podía permitirse enviar a una muerte segura a millones de soldados, sabiendo que una nueva remesa de fervientes patriotas volvería a lanzarse contra el enemigo. Otro factor a tener en cuenta era que, aún estando el frente occidental más o menos pacificado, la Wehrmacht debía repartir sus tropas en múltiples lugares del planeta; a medida que pasaban los años, los recursos humanos y materiales menguaban y no siempre podían sustituirse. Por último, y esta es la tesis que defienden Glantz y House para justificar la victoria roja, los generales soviéticos y Stalin, tras un inicio desastroso, supieron sobreponerse a los reveses y reconstruir un ejército más profesional y eficiente; además, de aprender el arte de la guerra a costa de sangre y sudor.

Hasta el inicio de la operación Barbarroja, el ejército soviético era una institución caótica. La humillación sufrida en la Primera Guerra Mundial, la estrepitosa invasión de Finlandia o las purgas estalinistas, que habían mermado de forma ostensible el cuerpo de oficiales, convirtieron al brazo armado del régimen comunista en una fuerza atenazada y poco preparada para hacer frente al desafío del experimentado ejército germano. Aquí sitúan Glantz y House el punto de partida de su obra. En ella irán desbrozando el desarrollo de la contienda bélica a medida que nos desvelan cuáles fueron la estrategia seguida por unos y otros, el contexto político en que se produjeron las decisiones militares más relevantes, el estado de las fuerzas en liza y los vicios y las virtudes del alto mando de ambos ejércitos.

Siguiendo los postulados de la historiografía militar soviética, Glantz y House dividen su obra en tres grandes bloques, que corresponden a cada fase del enfrentamiento entre ambas potencias totalitarias. El primer período abarca desde junio de 1941, momento en que se inicia la invasión, hasta noviembre de 1942, cuando los alemanes encallan en Stalingrado. Son meses caracterizados por el inexorable avance alemán y por la retirada anárquica de las fuerzas rusas que, poco a poco y no sin esfuerzo, comienzan a rehacerse. En palabras de los autores, “A finales de octubre [de 1941], la Wehrmacht y el Ejército Rojo parecían dos boxeadores sonados, que se mantenían precariamente sobre sus pies pero que perdían rápidamente la facultad de herir al otro de forma decisiva. Como boxeadores profesionales con los ojos hinchados, eran incapaces de ver con suficiente claridad para juzgar la capacidad de aguante”. Y más adelante añaden: “Muchos de estos problemas perduraron hasta el final de la guerra, pero en noviembre de 1942, por primera vez, los soviéticos se tomaron su tiempo para prepararse de forma apropiada para una ofensiva”.

CHOQUE DE TITANES - BATALLA DE KURSK

El segundo período abarca desde noviembre de 1942 hasta diciembre de 1943. Por entonces las fuerzas continuaban igualadas, a pesar del desastre nazi de Stalingrado, pero el avance soviético se volvía cada vez más sostenido y las fuerzas germanas comenzaban a flaquear y a retirarse en todos los frentes. Se estaba invirtiendo, además, la situación de los meses previos. Ahora era el Ejército Rojo el que actuaba de forma más sosegada y sistemática, mientras que la Wehrmacht reaccionaba con premura y desorganización. Aun así, los alemanes seguían infligiendo duras derrotas a los soviéticos, pero sus victorias irán reduciéndose. Los historiadores han mantenido tradicionalmente que, a partir de estos sucesos, la paranoia de Hitler se acentuó y comenzó a desconfiar de sus subordinados, mientras que Stalin daba un voto de confianza a sus comandantes.

El último bloque engloba el tercer período de la guerra y transcurre desde enero de 1943 hasta mayo de 1945, cuando las fuerzas soviéticas toman Berlín. Estas páginas están dedicadas a la descomposición del ejército alemán, a su desesperada defensa y al empuje soviético hasta hacerse con la capital del III Reich. Los autores también atienden a otros frentes y batallas que no siempre han recibido tanta atención (en concreto, los combates en los flancos de la defensa alemana, al sur y al norte del continente europeo). La maquinaria soviética había conseguido despertar y, tras engrasar sus dispositivos, se convirtió en una apisonadora que pasó por encima de la resistencia alemana, dirigida por unos conductores que se habían ido curtiendo entre fracaso y fracaso.

Concluimos con una recomendación a todos los amantes de la Segunda Guerra Mundial y aquellos que, sin serlo, estén interesados: den una oportunidad a este libro, que su curiosidad se verá saciada. Y no nos resistimos a transcribir una última reflexión de sus autores: “Lentamente, a mediados de mayo de 1945, el sonido de las armas se fue acallando y la guerra en Europa llegó a su fin. Tras haber capturado, con gran coste humano, Bucarest, Belgrado, Varsovia, Budapest, Viena, Berlín y Praga de años de la maltrecha Wehrmacht y sus satélites, los soviéticos reivindicaban de manera indiscutible su parte del pastel del botín de esta victoria sobre la Alemania nazi. Sin embargo, a ojos occidentales, las consecuencias políticas privaban a la Unión Soviética de ese derecho. En cuestión de pocos años, los horrores de la guerra se reemplazaron por el totalitarismo y la amenaza de la Guerra Fría. Tales recelos pronto oscurecieron el sufrimiento, las contribuciones y el triunfo sin precedentes de la población soviética”.

David M. Glantz, coronel retirado del Ejército de EE.UU., está considerado el mayor experto occidental en la operativa del Ejército Rojo durante la Gran Guerra Patriótica. Glantz fue fundador y director de la Journal of Slavic Military Studies y es miembro de la Academia de Ciencias Naturales de la Federación Rusa. Entre sus libros destacan Stumbling Colossus, Colossus Reborn, Barbarossa Derailed, Zhukov’s Greatest Defeat, The Battle for Leningrad y la tetralogía sobre Stalingrado.

Jonathan M. House, coronel retirado del Ejército de EE.UU., es profesor de historia militar en la US Army War College, en Fort Leavenworth, Kansas. Autor de Combined Arms Warfare in the Twentieth Century; A Military History of the Cold War, 1944-1962 y Controlling Paris: Armed Forces and Counter-Revolution, 1789-1848, ha sido también coautor, junto con David Glantz, de una serie de estudios, como The Battle of Kursk.

*Publicado por Desperta Ferro, febrero 2017. Traducción de Hugo A. Cañete Carrasco.