El nacionalismo y el populismo se han convertido en los últimos años en los principales problemas políticos de la sociedad occidental. Ambos son viejos conocidos, de modo que resulta difícil entender cómo, una vez más, nos dejamos arrastrar por cantos de sirena que nos guían a un naufragio seguro. No aprendemos o no queremos aprender. Quienes se dejaron seducir, a principios de la centuria pasada, por esa retórica grandilocuente tenían, al menos, la endeble excusa de la ignorancia, de no saber qué había detrás de ciertas promesas, envenenadas de odio. Nosotros no podemos aferrarnos a esa excusa: sabemos muy bien (millones de muertos lo atestiguan) hacia dónde nos dirigen. Tenemos, por tanto, la responsabilidad de actuar, de impedir un nuevo descalabro. La mejor herramienta contra la ignorancia y el miedo, aunque suene a moraleja de cuento infantil, es la verdad. Quienes postulan “mundos mejores” o se adueñan del “sentir general” acuden, siempre lo han hecho, a una visión interesada de la realidad y de la historia, que solo cabe combatir con trabajos contrastados, rigurosos y cabales, y con una continua labor didáctica a cargo de los que, de verdad, pueden enseñarnos algo.
En España, por desgracia, los problemas se acumulan. Nada parece estar al derecho y no es de extrañar la emergencia de un temible antagonista, el nacionalismo, capaz de fagocitar durante años el discurso político de una región de más siete millones y medio de habitantes, hasta convertirlo en un vodevil. La razón y la lógica hace tiempo que abandonaron tierras catalanas, gobernadas ahora por un conglomerado de ideologías tan dispares e inconexas que solo se mantiene unido por la inercia de un impostado movimiento independentista. Una farsa que lleva construyendo, desde hace años, una historia alternativa con la que justificar sus pretensiones y que ha campado a sus anchas en los centros docentes y en el mundo “intelectual” (el entrecomillado es necesario). Hoy son muchos quienes se creen las fábulas del nacionalismo y tienen una visión completamente distorsionada de la historia de España.
Por suerte, todavía hay algunos que se esfuerzan por introducir algo de cordura en una sociedad desquiciada. La obra de los profesores Gabriel Tortella, José Luis García Ruiz, Clara Eugenia Núñez y Gloria Quiroga, Cataluña en España. Historia y mito*, es un encomiable trabajo de sentido común. Puede que no sea la calificación más loable de un libro, pero, dado el contexto en que aparece, no se nos ocurre otro adjetivo mejor. Alejado de toda pretensión partidista, propagandista o demagoga, su principal cometido es situar el papel de Cataluña en la historia de España y en la actualidad, desmontando, al mismo tiempo y desde la absoluta objetividad (aunque habrá muchos que lo nieguen), las falacias del nacionalismo más enfervorecido. Así queda recogido en la introducción de la obra: “Hemos estudiado la historia de Cataluña en lo mucho que tiene de relación con el resto de España. En nuestra opinión, y así creemos haberlo mostrado a lo largo de la obra, la historia de la una (Cataluña) no puede entenderse sin la de la otra (España en su conjunto) y viceversa. Los esfuerzos que han hecho algunos historiadores por desgajar la historia de Cataluña de la de toda España han producido extraños fenómenos historiográficos que muestran hasta qué punto la historia ideologizada puede deformar los hechos para tratar de amoldarlos a un marco preconcebido”.
Queremos dejar claro, y es importante, que no se trata de una obra que ataque a Cataluña, o que busque su sumisión a la Castilla victoriosa. Su finalidad es diametralmente opuesta: sus autores han incidido en aquello que ambas tienen en común, en lo que las une y las ha unido durante siglos. Ni Cataluña se entiende sin España, ni España se entiende sin Cataluña, ni ahora, ni hace quinientos años. Esta premisa, tan sencilla como evidente, genera un frustrante rechazo en muchas personas, nacionalistas de aquí y de allí, que, ciegos a sus propios prejuicios, se cierran a cualquier otra explicación de la historia, por muy rigurosa que sea. Seguramente, ninguna de ellas leerá el presente trabajo. Quienes quieran conocer nuestro pasado, sin temor a ser manipulados, tienen aquí una oportunidad única para hacerlo.
La obra se remonta a la Edad Media para conocer los orígenes de esas dos entidades que, poco a poco y a medida que avanzaba la Reconquista, fueron entrelazando sus destinos, hasta conformar con otros reinos y regiones un complejo sistema político. La unión de Aragón y Castilla, concebida por los Reyes Católicos, inicia un nuevo período marcado por la relación asimétrica de los reinos, que “se arrastraría durante siglos, causando una larga ristra de conflictos”. Los autores, a continuación, van describiendo la construcción del edificio histórico español hasta nuestros días. Los cuatro profesores están especializados en historia económica, lo que repercute en las cuestiones tratadas y en el enfoque del libro. Prevalece, obviamente, el punto de vista económico y social, sin menoscabar la importancia de la historia política. A medida que nos acercamos al siglo XX aquella faceta se acentúa y los análisis algo más técnicos proliferan. Que no se asuste el lego en la materia, toda la explicación está revestida de una gran sencillez, asequible a cualquier lector.
Junto al discurrir histórico, se aborda también el desarrollo de la idea de nación y de los planteamientos identitarios. Así de tajantes se expresan los autores: “Cataluña, por otra parte, nunca ha sido una nación (como tampoco lo ha sido Castilla, ni ninguna de las regiones que componen España), y no ha empezado a hablarse de la nación catalana en el sentido moderno hasta muy a finales del siglo XX”. La “nación catalana” es uno de los muchos mitos que trata de desmontar en la obra, pero no el único: se analizan asimismo quimeras tan asentadas en el nacionalismo catalán como el supuesto atraso español frente a la pujante economía catalana, las “democráticas” instituciones tradicionales de Cataluña o su boyante y autosuficiente industria. Ahora bien, el libro no gira en torno a ellas, ni trata de concatenar un mito tras otro; su eje discursivo es la historia y el encuadre de Cataluña en España, para lo que se diseccionan, desde una aproximación crítica, las fábulas que ciertos interesados han creado sobre una idealizada e inexistente Cataluña.
Los últimos capítulos abandonan la historia y entran de lleno en la actualidad. Son, quizás, las páginas más controvertidas pues abordan cuestiones tan cercanas como la educación (resulta terrorífico el análisis que se hace de un libro de texto), la inmersión lingüística (“Cataluña ha sido históricamente una región bilingüe, y el intento de convertirla en monolingüe, además de ser inconstitucional, artificial y ahistórico introduce una grave fractura dentro de la sociedad catalana y, por ende, de la española”), la discutida balanza fiscal, el control de los medios de comunicación o el apoyo social del independentismo. Ajenos a cualquier posicionamiento ideológico, los autores arremeten contra el adoctrinamiento descarado que se está practicando sobre la sociedad catalana. Sin grandes aspavientos, ni orondas afirmaciones, la obra desnuda las carencias de una política sectaria e inconsistente que solo conduce a la ruptura de la convivencia social. Como explican los autores, “La sociedad catalana está en una situación de profundo desequilibrio político, situación que tiende a perpetuarse, porque la inestabilidad desconcierta al electorado, y este desconcierto se traduce en resultados electorales inciertos que contribuyen a desequilibrio. Todo esto se debe, en gran parte, a lo difundida que está en esta comunidad la interpretación mítica de su historia”.
Corren tiempos convulsos. Estamos asistiendo a un período de trasformación de la sociedad española, quién sabe si para mejor o para peor. La incertidumbre se ha adueñado de la arena política y parece que no hay nadie capaz de enderezar el rumbo del país. Al mismo tiempo, el nacionalismo catalán, desnortado por unos resultados electorales que no esperaba, ha apostado por una senda que no conduce a ninguna parte e iniciado un proceso vacío y desesperado. Llegados a este extremo, no resulta sencillo recomponer la concordia social y volver a un sensato punto de partida. La obra que analizamos ofrece, no obstante, una vía de reconciliación, de coherencia y de madurez. Recordar todo lo que nos une, en vez de lo que nos separa, y abandonar las adulteradas pretensiones del nacionalismo pueden convertirse en medios inteligentes para enmendar el caos imperante. Así concluyen sus autores, y así concluimos nuestra reseña: “No desperdiciemos más oportunidades. Cataluña ha tenido una ejecutoria brillante en la historia de España y está llamada a continuar teniéndola. Tiene mucho que enseñar y mucho que contribuir a la mejoría de un país que tiene grandes defectos, pero al que pertenece y le pertenece, y que, con la ayuda de todos, es mejorable”.
Gabriel Tortella, doctor en Economía por la Universidad de Wisconsin, y en Derecho por la Complutense, Premio de Economía Rey Juan Carlos 1994, fue Presidente de la Asociación Internacional de Historia Económica, de la Asociación Española de Historia Económica y del Consejo Académico de la Asociación Europea de Historia Bancaria; es miembro de la Academia Europea (Londres), y de la Academia Europea de Ciencias y Artes (Viena y Madrid). José Luis García Ruiz es profesor de Historia Económica (catedrático acreditado, 2011) en la Universidad Complutense de Madrid y Editor Jefe de Investigaciones de Historia Económica-Economic History Research. Clara Eugenia Núñez, Ph.D. en Historia (New York University) y doctora en Economía (UAH), es profesora de Historia Económica en la UNED (Catedrática acreditada, 2010). Ha sido Directora General de Universidades e Investigación de la Comunidad de Madrid. Gloria Quiroga es doctora en Economía (UAH) y profesora de Historia Económica en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido Visiting Scholar en la Universidad de Harvard y editora de la Revista de Historia Económica.
*Publicada por la editorial Gadir y la Fundación Alfonso Martín Escudero, febrero 2016.