Carlos III y la España de la Ilustración
Antonio Domínguez Ortiz

El presente libro es una muy modesta aportación a la memoria de Carlos III y de su España; no contiene novedades sensacionales, ni galas de estilo que están más allá de la capacidad de su autor, ni disquisiciones eruditas que estarían fuera de lugar en un libro pensado para un público extenso, dotado de una formación general y deseoso de saber quién fue aquel señor de nariz ganchuda, de rostro curtido por las intemperies a quien no caen bien los armiños y terciopelos con que lo representaron los pintores regios. ¿Quién fue? ¿Qué hizo para que hoy su memoria sea celebrada con tanto estrépito? ¿Quiénes le ayudaron y quiénes le resistieron? Éstas son las preguntas que hemos intentado contestar. Se alza el telón de un escenario de música barroca, doradas casacas y empolvadas pelucas. Cuando cae se adivina el rumor confuso y lejano de la inminente tempestad que asolará Europa entera”. Con estas palabras comienza la biográfica, por muchos considerada la biografía canónica, que el maestro Antonio Domínguez Ortiz publicó en 1988 con ocasión del segundo centenario de la muerte del monarca español Carlos III. Alianza Editorial, aprovechando otro centenario (esta vez el tercero de su nacimiento), reedita el monumental trabajo Carlos III y la España de la Ilustración*, cuya vigencia e interés siguen siendo hoy incuestionables.

De los cinco borbones que reinaron en España durante el siglo XVIII (Felipe V, Luis I, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV), el que ha despertado mayor atención ha sido, con diferencia, Carlos III. Los reinados de Luis I, que apenas gobernó doscientos días, y Fernando VI han pasado casi desapercibidos, mientras que los de Felipe V y Carlos IV se asocian, inevitable y respectivamente, con las Guerra de Sucesión y de Independencia. Carlos III se ha erigido, de este modo, en el verdadero protagonista del Siglo de las Luces español y muchos le consideran el arquetipo de monarca ilustrado. Ese siglo sobre el que han pasado de puntillas los libros de historia y cuya única virtud, según algunos, fue ser la antesala de los profundos cambios que arribarán en la centuria siguiente, ya bajo la tutela del liberalismo. Nada más lejos de la realidad. El siglo XVIII es un período fascinante, lleno de contrastes y de transformaciones que dotaron a España de un aparato intelectual y político imprescindible para comprender los sucesos del siglo XIX.

Durante esta centuria España, tras una larga guerra de sucesión, vio cómo sus posesiones en Europa se evaporaban, su ascendencia en el continente europeo se disipaba y se instauraba una nueva dinastía en el trono, la de Borbón, que impuso una nueva forma de hacer política. La huella de la decadencia española bajo los Austrias menores parecía continuar durante el siglo XVIII. Si apartamos los prejuicios y prestamos atención veremos, sin embargo, cómo la España borbónica intentó airear las alcobas y frenar el ocaso español. Se llevaron a cabo importantes reformas en todos los ámbitos de la vida política, se impulsó una economía más racional y eficiente e incluso se plantó cara a las grandes potencias de la época (con destacados éxitos como la recuperación de Menorca, el Reino de las Dos Sicilias y la defensa de Cartagena de Indias). Asimismo, se promovió el desarrollo de las artes y de la cultura —las Academias tienen su origen durante esta centuria— y los novatores impulsaron los avances científicos. Aunque el Imperio había dejado de dirigir con puño de hierro el destino de Europa, todavía seguía sin ponerse el sol en sus posesiones: América y Asia continuaron siendo pilares fundamentales de la España del XVIII. El reinado de Carlos III se considera el paradigma de este impulso reformista.

Antonio Domínguez Ortiz explora cada una de esas facetas en su obra. Con un estilo ameno y sencillo, recorre desde la infancia hasta la muerte del monarca, adentrándose en los aspectos políticos, económicos, diplomáticos, culturales y sociales del reinado de Carlos II. Como explicaba el propio autor en la cita que transcribíamos al inicio, el destinatario de estas páginas es un lector no especializado, pero si interesado. Es un libro, por tanto, de carácter divulgativo, pensado y escrito para un público amplio que no requiere de conocimientos previos sobre la materia. Ahora bien, la capacidad de Domínguez Ortiz para combinar divulgación y profesionalidad es extraordinaria: a medida que relata ágilmente los pormenores de la España de Carlos III, nos va presentando los principales debates doctrinales y las divergencias dentro de la propia historiografía en torno a las cuestiones más polémicas y desconocidas. Sin duda, estamos ante un libro imprescindible para conocer el siglo XVIII de nuestro país.

CARLOS III - MOTIN DE ESQUILACHE

Carlos III (1716-1788) fue el tercer hijo de Felipe V. Llegó al trono español tras una dilatada experiencia en Italia. Heredó inicialmente de su madre, Isabel de Farnesio, los ducados de Parma, Plasencia y Toscana en 1731; y, tras reconquistar Felipe V el Reino de Nápoles y Sicilia en el curso de la Guerra de Sucesión de Polonia (1733-1735), pasó a ser rey de aquellos territorios con el nombre de Carlos VII. La muerte de su hermano Fernando VI sin descendencia le alzó a la Corona hispana en 1759 (contaba ya con 43 años). A lo largo de su reinado tuvo que afrontar conflictos internos (el motín de Esquilache, al que Domínguez Ortiz dedica todo un capítulo, o la expulsión de los jesuitas de España) o externos (la Guerra de los Siete Años y la Guerra de independencia de los Estados Unidos) y llevó a cabo relevantes reformas en la política imperial, de la mano de ministros tan destacados como Campomanes, el conde de Aranda o el conde de Floridablanca, a quienes se dedican sendos epígrafes en la obra. Todas estas vicisitudes, así como el estudio de la población y de la sociedad de la España del siglo XVIII, el desarrollo de la cultura o las posesiones de Ultramar, son el eje sobre el que se construye el relato.

El historiador sevillano no cae en la tentación de escribir una hagiografía del monarca ilustrado, de quien sería fácil vender sus bondades y pasar a vuelapluma sobre sus vicios. Domínguez Ortiz no rehúye este envite y la obra termina por convertirse en una especie de balanza que pondera los aciertos, los errores y los claroscuros de la política seguida por Carlos III, teniendo siempre presente la perspectiva de quien escribe sobre un determinado periodo doscientos años después. Así lo manifiesta el propio autor: “El juicio que se formule acerca del reinado de Carlos III debe tener en cuenta que la historia no puede emitir sentencias absolutas, sino relativas, considerando el tiempo y el lugar. Con demasiada frecuencia nuestra imagen de un personaje o una época resulta falseada atribuyéndole nuestras ideas, nuestro sistema de valores, sin tener en cuenta que cada cultura tiene los suyos. Trazar la divisoria entre lo que se hizo y lo que debió hacerse, dictaminar sobre lo que en determinadas circunstancias era factible, arriesgado o imposible también es una tarea ardua, en la que es muy difícil eliminar los elementos subjetivos”.

Concluimos con una nueva reflexión del Antonio Domínguez Ortiz que sintetiza las principales ideas sobre este periodo recogidas en la obra: “Una de las lecciones que parecen desprenderse de la labor desarrollada en aquel largo y fecundo reinado es que no es necesario poseer unas cualidades extraordinarias y una cultura excepcional para ser un buen gobernante; resultan preferibles otras dotes, otras cualidades: energía, honestidad, desinterés, sentido del deber, acierto para escoger buenos ministros y firmeza para respaldar sus actos. Carlos III no igualó en cultura ni en dotes intelectuales y artísticas a Felipe II o Felipe IV; sin embargo, su actuación como gobernante fue más beneficiosa para su pueblo, quizás porque no se sintió obligado a defender a toda costa unos ideales, y también porque para él no existía la discordancia que muchas veces afloró en los Habsburgo entre los intereses dinásticos y los intereses de la nación. Carlos III fue, en todos los sentidos, el rey de España, el rey de todos los españoles. Para él no hubo objetivo más alto ni fin más noble, y ésa es la base de su permanente popularidad, la explicación de su renombre”.

Antonio Domínguez Ortiz (1909-2003) fue un destacado especialista en la historia social de los siglos XVI, XVII y XVIII. Entre sus obras cabe destacar La sociedad española en el siglo XVIII (1956), Política y hacienda de Felipe IV (1960), La sociedad española en el siglo XVII (1964-1970), Historia de los moriscos (1997), El Antiguo Régimen (1999) o España, tres milenios de historia (2000). Dirigió, además, una Historia de España en doce volúmenes (1988-1991). Académico de número de la Real Academia de la Historia, en 1982 recibió el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales y en 1986 el Menéndez Pidal de investigación histórica.

*Publicado por Alianza Editorial, septiembre 2016.