TAURUS - CARAVAGGIO

Caravaggio. Una vida sagrada y profana
Andrew Graham-Dixon

Hay artistas cuyas tormentosas o extravagantes vidas son más famosas que sus obras. En otras ocasiones sucede lo opuesto: el reconocimiento del público les llega por su extraordinario trabajo, mientras que sus biografías son prácticamente desconocidas. La gloria termina por ser sumamente caprichosa y esquiva y solo unos pocos nombres han alcanzado (o alcanzarán) el panteón de los inmortales ¿Cómo se obtiene este estatus? No hay una fórmula exacta, sino una heterogénea combinación de fortuna, genialidad y duro trabajo. Los museos están repletos de obras realizadas por figuras de un talento increíble, pero que, por una razón o por otra, son víctimas del olvido, identificadas exclusivamente por un público muy reducido. Contar con una trayectoria vital peculiar suele ser un factor relevante (aunque no siempre determinante) para que nazca una leyenda en torno al artista, que le eleve por encima de sus homólogos. Lo que se escapa de lo ordinario suele atraer más que la gris monotonía de la rutina.

Los siglos XVI y XVII fueron un vergel de las artes, en el que convivieron numerosos genios. En todas las disciplinas aparecieron figuras que todavía admiramos con fervor, cuyos nombres son por todos conocidos. Entonces, como ahora, muchos de los artistas eran personajes anómalos, según los usos sociales, que se ajustaban a los patrones clásicos de la jerarquía social. Eran outsiders, como dirían los anglosajones, que, sin embargo, se codeaban con las altas esferas sin llegar nunca a pertenecer a ellas. Su fama y su reconocimiento podían ser muy elevados, pero al final no eran sino hombres de condición humilde. Aunque alcanzasen una posición acomodada, la férrea división estamental de la sociedad de la época les empujaba a una existencia de contrastes. Cualquier profesión que utilizase las manos era vista como propia de seres inferiores y en esa categoría encajaban los artistas, aunque creasen cosas maravillosas.

Una de las figuras más interesantes de aquella época es, sin duda, Michelangelo Merisi da Caravaggio, cuya agitada vida resulta igual de fascinante que su destreza con el pincel. El periodista e historiador Andrew Graham-Dixon disecciona la biografía del pintor italiano en su excepcional trabajo Caravaggio. Una vida sagrada y profana*. Así resume el autor la vida y la obra de nuestro protagonista: “El arte de Caravaggio se compone de oscuridad y de luz. Sus pinturas presentan momentos decisivos de una experiencia humana extremada y con frecuencia dolorosa. Un hombre es decapitado en un dormitorio y del profundo corte en el cuello salta un chorro de sangre. Un hombre es asesinado en el altar de una iglesia. A una mujer le disparan una flecha en el estómago a quemarropa. Las imágenes de Caravaggio detienen el tiempo, pero también parecen estar suspendidas al borde de su propia desaparición. Los rostros están iluminados. Los detalles surgen de la oscuridad con una claridad tan misteriosa que podrían ser alucinaciones. Sin embargo, siempre están cercados de sombras, profundidades de negrura que amenazan con hacerlos desaparecer. Contemplar estas pinturas es como mirar un mundo iluminado por relámpagos. La vida de Caravaggio es como su arte, una serie de relámpagos en la noche más oscura. Fue un hombre al que nunca se puede conocer por completo porque casi todo lo que hizo, dijo y pensó está perdido en un pasado irrecuperable. Fue uno de los artistas más originales y electrizantes que han vivido nunca; sin embargo, sólo tenemos una única frase suya sobre la pintura”.

CARAVAGGIO - LA VOCACION DE SAN MATEO

Quienes desconozcan los pormenores de la vida de Caravaggio se llevarán una sorpresa al leer la obra de Graham-Dixon. La biografía del pintor italiano es todo menos monótona y discurre rodeada de reyertas, crímenes, arte, conspiraciones y misterio. Se movió entre los cardenales y los bajos fondos, entre la opulencia y la miseria. Murió con apenas treinta y ocho años, pero para entonces ya había tenido tiempo de convertirse en uno de los pintores más reputados de la época. Podía dibujar cuadros de una calidad excepcional, pero también ser acusado de asesinato, convertirse en caballero de la orden de Malta, escapar de la prisión y ser un fugitivo, perseguido por sus enemigos. Al mismo tiempo, se codeaba con las familias más poderosas de Roma y del sur de Italia, quienes, fascinadas por su genialidad, le ayudaron a salir de más de un embrollo al que su temperamento impetuoso le había arrastrado. Incluso su cuestionada homosexualidad tiene cabida en el libro.

El periodista inglés combina el estudio de los hechos más destacados de la vida de Caravaggio (gran parte de lo que se sabe sobre él se ha descubierto en los archivos judiciales de la época, lo que ya es indicativo de su carácter) con el de sus manifestaciones artísticas. Los cuadros más famosos, como La vocación de San Mateo, La muerte de la Virgen, Baco o Los discípulos de Emaús, por citar solo algunos, son descritos con detalle y analizados desde la perspectiva de la Historia del arte. Graham-Dixon pasa revista a su innovadora técnica, a su estilo humano y descarnado y a la ruptura con las convenciones de la época, al mismo tiempo que intenta hilvanar la elaboración de aquellos cuadros con la situación personal del autor.

En un segundo plano, emergen en la obra del historiador inglés los rasgos de la sociedad post-tridentina. La Contrarreforma implicó la transformación de la sociedad católica y la aparición de una nueva iconografía. Caravaggio, con su peculiar estilo, fue uno de los principales protagonistas de esta nueva concepción del hombre y de la fe. A la vez, en el libro descubrimos otros aspectos de la vida social: cómo se articulaba el mercado de la pintura en la Italia de finales del XVI y principios del XVII, cómo funcionaba la justicia o cómo eran las relaciones entre nobles y artistas.

Concluimos con esta reflexión de Graham-Dixon: “Al escribir una biografía de Caravaggio no sólo hay que hacer de historiador del arte, sino también de detective. Los hechos rara vez son evidentes y las motivaciones que hay tras ellos con frecuencia resultan oscuras. La vida del artista puede parecer meramente caótica, el ascenso y la caída de un hombre impetuoso, tan dominado por la pasión que sus acciones se suceden sin orden ni concierto (así fue como se le vio durante siglos). Pero todo tiene una lógica y, retrospectivamente, una fatalidad trágica. A pesar de los muchos agujeros negros y discontinuidades en el teatro de las sombras de la vida de Caravaggio, hay ciertas estructuras de pensamiento y hábitos de conducta en todo lo que hizo y lo que pintó. Los indicios han de decodificarse con suposiciones, intuición y, sobre todo, imaginación histórica —la disposición a ahondar lo más profundamente posible en los códigos y valores que subyacen a las palabras y actos de un pasado lejano—”.

Andrew Graham-Dixon ha escrito sobre arte en la prensa británica, tanto en el Independent como, más recientemente, en el Sunday Telegraph. Autor de A History of British Art y Renaissance, en dos ocasiones ha sido galardonado con el Hawthornden Prize, el más prestigioso premio británico de la especialidad. En la actualidad es uno de los principales especialistas en arte de la televisión británica.

*Publicado por la editorial Taurus, noviembre 2017. Traducción de Belén Urrutia.