Cambó. El último retrato
Borja de Riquer

Durante el primer tercio del siglo pasado la política española entró en ebullición. Los acuerdos tácitos que habían regido la Restauración saltaron por los aires y el país se adentró en un período de inestabilidad que culminará con una dictadura, una nueva república y una guerra civil. La muerte de Cánovas del Castillo, el desprestigio del turnismo y el desastre del 98, entre otros factores, fueron los desencadenantes de un creciente malestar que afectó a todos los estamentos políticos y que cuestionó los fundamentos mismos de la nación. La vida política española de aquellos años estuvo dominada por personalidades con un fuerte carácter, que hubieron de lidiar con situaciones explosivas en un contexto de gran volatilidad. Los gobiernos se sucedían a gran velocidad y nadie parecía capaz de enderezar el rumbo del país. Maura, Romanones, Dato, Canalejas… intentaron ofrecer soluciones a un problema enquistado.

Al margen de la pérdida de las últimas posesiones de Ultramar y del descrédito de la vida política provocado por el caciquismo, dos “incendios” desestabilizaron el ya de por sí frágil equilibrio: el movimiento obrero y la aparición de los nacionalismos periféricos. Ambos habían tenido cierta relevancia a finales del siglo XIX, pero explotaron en aquel momento. Rápidamente pasaron a convertirse en cuestiones de Estado que condicionaban la agenda de las Cortes y podían tumbar gobiernos. Cataluña, en especial, se convirtió en una olla a presión que estalló en momentos clave, con episodios de una gran virulencia. Si la vida política española era agitada, la catalana era desquiciante y de una complejidad extraordinaria, con múltiples aristas e intereses en juego que se solapaban, a veces de forma contradictoria.

En este caos que fue la política española y catalana de aquel período, emerge una figura que supo navegar entre ellas con cierta soltura: Francesc Cambó. Como corresponde a uno de los personajes más importantes (e interesantes) del pasado siglo, los cargos que ostentó permiten por sí mismos comprender la relevancia que tuvo: concejal en el ayuntamiento de Barcelona, líder de la Lliga Regionalista, diputado en las Cortes españolas (tanto monárquicas, como republicanas), Ministro de Fomento y de Hacienda. Partidario de Franco durante la Guerra Civil, se terminó exiliando en Argentina tras el final de la contienda. Con este currículum (que solo atestigua la superficie del personaje) no es de extrañar que haya sido alguien incómodo para la historiografía más “ideológica”, pues no resulta fácil clasificarlo en una categoría u otra.

El profesor Borja de Riquer analiza en su monumental trabajo Cambó. El último retrato* la existencia del político catalán. Es la suya una obra exhaustiva, que aborda todos los aspectos (no solo su participación política) de la vida del protagonista y está llamada a convertirse en su biografía canónica. Se trata de un libro cocinado a fuego lento, que utiliza casi todas las fuentes disponibles y ofrece un retrato muy ajustado de Cambó, alejándose de condicionantes políticos o afinidades partidistas. Una visión descarnada y realista de un personaje que tuvo un ascendente extraordinario en todo lo que aconteció en España durante el primer tercio del siglo XX.

Con estas palabras explica el autor el propósito de su obra: “Después de casi tres décadas documentándome sobre Francesc Cambó y publicando libros y numerosos artículos sobre el político, he llegado a dos conclusiones. La primera es que se trata de un personaje excepcional y fascinante; poliédrico, polémico y contradictorio como pocos. No creo que en su época hubiera ningún otro político catalán o español que cultivara tantas y tan destacadas facetas: político, ensayista, mecenas, hombre de negocios internacional, millonario, bon vivant… La segunda conclusión, derivada de la primera, es que, aunque se ha hablado y escrito largamente sobre su persona, sigue predominando la imagen que él mismo quiso dar en sus Memorias y que aparece en las biografías semioficiales que han escrito algunos historiadores. Hay muchos aspectos de su vida que aún no se han tratado y la visión global de su itinerario político aún no se ha rectificado. Quedan muchos tópicos y simplificaciones que superar y silencios que llenar”.

El Cambó que dibuja el profesor de Riquer es, como él mismo subraya, un hombre poliédrico, complejo, con mil matices y capas. En un escenario tan turbulento como la España de principios de siglo, había que ser muy hábil para hacerse una reputación y mantener contra viento y marea una posición privilegiada. De ahí que, ante todo, Cambó fuera un animal político. La vida pública fue su pasión y a ella dedicó la mayor parte de sus años. La biografía muestra su meteórico ascenso y los medios que empleó para convertirse en el político más importante de Cataluña y de los más relevantes de toda España. Su conservadurismo le alejó de la estridencia y de los extremismos, a los que anteponía el orden y la seguridad. Supo jugar bien sus cartas y aprovechó como nadie la inestabilidad imperante para medrar y lograr sus objetivos. Cuestión distinta es que sus proyectos lograran materializarse en algo concreto.

Cambó intentó, como explica el profesor de Riquer, conseguir una mayor autonomía para Cataluña, pero sin romper los puentes con el resto de España. Su objetivo era convencer a los españoles de las ventajas de un nuevo país modernizado y con un encaje territorial distinto. Fracasó y ese fracaso lo enemistó con todas las fuerzas políticas, tanto catalanas como del conjunto de España. En realidad, esta biografía de Cambó es también la radiografía de Cataluña. Nuestro protagonista participó, ya sea de forma directa o indirecta, en los acontecimientos más importantes que tuvieron lugar en la región. De ahí que la lectura del libro nos facilite conocer no solo su vida, sino el contexto en el que se movió, es decir, la historia de España a lo largo de esas décadas, con Cataluña como uno de los focos más graves de inestabilidad. Cien años después parece que nada ha cambiado.

Aunque Cambó hizo girar toda su vida alrededor de la política, el trabajo de Borja de Riquer explora otras áreas menos conocidas, como su vida privada, su mecenazgo en el arte y su faceta de hombre de negocios. Sobre estos rasgos versan los tres últimos capítulos del libro, en los que se perciben (como en su vida pública) ciertos claroscuros que nos inducen a pensar que algunas de sus actuaciones fueron cuando menos, cuestionables. Porque junto a su ambición política, destaca la inmensa fortuna que amasó y que el autor trata de contabilizar o al menos de identificar.

Concluimos con esta reflexión de Borja de Riquer sobre su biografiado: “Cambó fue uno de los políticos de derechas más preparados e inteligentes de España. Ni Maura, ni Dato, ni Canalejas ni Alba se le igualan como ensayistas o como pensadores. Era el hombre de gobierno mejor informado y documentado de España en esa época. Estaba convencido de que el estadista del siglo XX debía conocer lo mejor posible todo lo que afectaba y condicionaba las grandes decisiones, y comprendió que el éxito dependía en gran medida de disponer de la información política, económica y jurídica idónea y de estar al día de lo que ocurría en el mundo. De hecho, introdujo en España los modernos servicios de estudios, unos instrumentos sumamente útiles para la actividad política y profesional. Era algo arrogante y se sentía superior a los demás políticos, creyéndose llamado a gobernar. Cuando lo hizo, demostró unas cualidades poco comunes que incluso sus adversarios reconocieron: ambición, capacidad de liderazgo, agilidad y preparación”.

Borja de Riquer i Permanyer es catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona. Entre sus publicaciones destacan Lliga Regionalista: la burgesia catalana i el nacionalisme (1977), L’últim Cambó: 1936-1947 (1996), Escolta Espanya: la cuestión catalana en la época liberal (2001); Alfonso XIII y Cambó. La monarquía y el catalanismo político (2015), y Anar de debó. Els catalans i Espanya (2016). Co-autor del volumen VII, El franquisme i la transició democràtica (1989), y de los volúmenes IX y X, La Catalunya autonòmica (2003), de la Història de Catalunya dirigida por Pierre Vilar, es asimismo presidente de la Reial Acadèmia de Bones Lletres de Barcelona.

*Publicado por Crítica, noviembre de 2022.