Biografías
Stefan Zweig

Stefan Zweig quizás sea el mejor biógrafo del siglo XX y uno de los escritores más brillantes de esa centuria. Es difícil encontrar apasionados de la historia que no hayan leído alguno de sus trabajos. Pocos autores han sabido combinar como el escritor austriaco el rigor histórico con una prosa vibrante y cautivadora. Sus libros consiguen diseccionar el espíritu de sus protagonistas de una forma magistral, haciéndonos partícipes de sus pesares y alegrías, de sus inquietudes y ambiciones. El factor psicológico es primordial en sus descripciones, pues intenta situarse en la mente de sus biografiados y reproducir los razonamientos que los indujeron a optar por una u otra decisión. Curiosamente, Zweig no siempre aborda nombres relumbrantes y se decanta, más bien, por personajes menos conocidos, a veces incluso grises, pero con vidas complejas y fascinantes.

Junto al retrato que hace de ellos, Zweig se sumerge en la época de sus biografiados. Las peripecias del protagonista le sirven para mostrarnos su mundo y las transformaciones que en él se están produciendo. El ensayista austriaco, que no suele escoger al azar sus personajes, los utiliza para ilustrar alguna idea que quiere transmitir. De ahí que sus obras suelan esconder un significado más profundo que el mero análisis biográfico.

La editorial Acantilado ha acometido un proyecto colosal, reuniendo en dos volúmenes algunas de sus Biografías* más populares: más de 2.500 páginas de puro Zweig. El escritor austriaco es principalmente conocido por sus biografías (aunque también escribió novelas, ensayos, poesía y teatro), de las que Acantilado ha seleccionado las siguientes: Erasmo de Róterdam, Fernando de Magallanes, María Estuardo, María Antonieta, Joseph Fouché, Honoré de Balzac, Marceline Desbordes-Valmore, Émile Verhaeren y Romain Rolland. Probablemente, el gran público reconozca varios de los personajes escogidos (e incluso haya leído el libro respectivo) y no sepa quiénes son otros, pues la elección efectuada por los editores intenta englobar todos los “registros” del ensayista vienés, quien abordó figuras históricas de renombre, pero también supo analizar personajes menores e incluso amigos suyos (así sucede con Verhaeren y Rolland).

Como los trabajos recopilados son independientes, la estructura de la edición incorpora biografías más breves junto a otras de mayor extensión. La de Erasmo de Róterdam, por ejemplo, ocupa algo menos de ciento cincuenta páginas, mientras que la de María Antonieta supera las quinientas. Atenerse a la obra original de Zweig tiene sus ventajas e inconvenientes: el lector puede, por un lado, detenerse en aquellas biografías que le interesen más y eludir las que menos le gusten, pero, por otro lado, ese rasgo posiblemente reste unidad y homogeneidad a la compilación.

Fouché y María Antonieta quizás sean las dos biografías más conocidas, al menos si se cuentan las reediciones que han tenido. La de Fouché probablemente sea la mejor que Zweig ha escrito, retratando de forma magistral a uno de los personajes más escurridizos de la Revolución francesa. Es un libro imprescindible. María Antonieta también es un trabajo magnífico, en el que se humaniza la “leyenda” de la esposa de Luis XVI, se examinan sus defectos y sus virtudes y se muestra a una mujer que se vio envuelta en una situación para la que no estaba preparada.

Las biografías de Erasmo de Róterdam, Honoré de Balzac y Marceline Desbordes-Valmore son un ejemplo de la preferencia de Zweig por ahondar en pensadores y escritores. De Erasmo, el historiador austriaco trata de ensalzar su sentido de la justicia, de la moral y de la libertad, así como su idea de Europa. De Balzac (que a veces aparece como obra independiente y otras junto a los ensayos sobre Dickens y Dostoievski), de cuya vida desgraciada se describen los pormenores, el autor resalta su genialidad y su capacidad creativa: ambas le llevaron a crear un imaginario literario que transformó el mundo. De Marceline Desbordes-Valmore (poeta francesa del siglo XIX cuya biografía, si no estamos equivocados, estaba inédita en español) resalta su pasión y el amor que impregna sus poemas, a pesar de que también tuvo una vida dura y marcada por las desdichas.

María Estuardo y Fernando de Magallanes emergen como figuras trágicas que hubieron de sobreponerse a la adversidad para lograr, o al menos intentarlo, el triunfo de sus aspiraciones. Proclamada reina de Escocia a los seis días de nacer, María Estuardo vivió envuelta en la intriga y en las conspiraciones: odiada por muchos, adorada por otros tantos, su funesto desenlace culminó una biografía fascinante. Magallanes también fracasó al final de su vida y no llegó a culminar la gran hazaña que había comenzado. Zweig recrea su trayectoria vital y su expedición como si de un libro de aventuras se tratase.

Émile Verhaeren y Romain Rolland no tienen, ciertamente, la “envergadura” histórica de otros nombres que aparecen en esta compilación, pero tuvieron la suerte de ser amigos de Zweig, quien no duda en rendirles un sentido homenaje en sus respectivos libros. El cariño y la admiración que demuestra por ellos inundan estos trabajos, en los que el sentimiento se impone a la razón histórica.

Si quiere darse un capricho, no dude en adquirir las Biografías de Zweig. Pocos libros reúnen tanta sabiduría, inteligencia e historia como los trabajos que ha agrupado Acantilado en estos dos tomos.

Stefan Zweig (Viena, 1881 – Río de Janeiro, 1942) fue uno de los escritores más polifacéticos de la primera mitad del siglo XX. De origen judío, tras estudiar en Berlín y Viena, acabó viajando gran parte de su vida. Durante la Gran Guerra se trasladó a Zúrich, donde se adhirió a las causas pacifistas del escritor francés Romain Rolland. Más tarde volvió a su país, pero el nazismo le obligó a exiliarse en 1934. Zweig y su segunda esposa se instalaron en Londres y más tarde en Brasil, donde, profundamente desilusionados por el ambiente bélico que imperaba en todo el mundo, se suicidaron en 1942.

*Publicado por Acantilado, diciembre 2021. Traducción de Carlos Fortea, Roberto Bravo de la Varga y Tiana Puig i Soler.