Del Renacimiento se ha escrito mucho y desde todos los ángulos posibles. Se trata de un período fascinante que rompió (para algunos, de forma abrupta) con la tradición cultural que le precedía. Al gran público y a los especialistas, estas “transiciones” radicales siempre les han llamado la atención: así ha sucedido, por ejemplo, con la Revolución Francesa. Son períodos turbulentos y apasionantes en los que florecen las grandes ideas que condicionarán el curso de la humanidad. En unos pocos años, el orden establecido se derrumba y ya no hay forma, aunque se hagan amagos, de volver al punto de partida. Claramente, esos acontecimientos resultan de más interés que los pequeños avances que se producen con cuentagotas a lo largo de décadas o siglos. Ahora bien, ni el Renacimiento ni la Revolución Francesa son episodios espontáneos, pues hunden sus raíces en transformaciones, a veces imperceptibles, que otros hombres, muchos de ellos desconocidos u olvidados, ya habían puesto en marcha.
Resulta sumamente complejo acotar a unas fechas precisas cuándo empieza y termina el Renacimiento y determinar hasta qué punto eran conscientes los “renacentistas” de que estaban construyendo una forma distinta de entender el mundo. La nueva corriente de pensamiento lo impregnaba todo: desde el arte a la política, nada quedaba a salvo de su fuerza renovadora. Aunque muchas veces lo asociemos únicamente a la cultura y, en concreto, a las expresiones artísticas, lo cierto es que las ideas renacentistas se introdujeron en todos los ámbitos de la sociedad. La propia concepción del hombre y de su lugar en el mundo fue revisada y actualizada por pensadores que también participaron en los asuntos de Estado, lo que les permitió tener una imagen muy completa del comportamiento humano.
El pensamiento político renacentista es parejo a los cambios en el mundo de las ideas y de las relaciones internacionales. En este orden, nuevas potencias (una España “reconquistada”, una Francia victoriosa tras un siglo de batallas, unas ciudades estado italianas florecientes…) estaban transformando las reglas del juego e imponiendo su autoridad. El poder monolítico de la Iglesia también se vio cuestionado hasta producirse un cisma que condicionó el destino del continente europeo durante los siglos venideros. En este contexto histórico sitúa el punto de partida de un ambicioso proyecto intelectual el académico Benigno Pendás. Su Biografía de la libertad abarca desde el siglo XIV hasta el presente y tiene como propósito estudiar los ejes culturales que han conformado la historia de las ideas, con la libertad y el poder como axiomas prioritarios. El primer tomo de este magno proyecto es la obra que reseñamos: Renacimiento: nostalgia de la belleza.
Dejemos que sea el propio autor quien explique el diseño de su obra: “Este libro no es -obviamente- un tratado. Tampoco un manual o un prontuario. Lejos de mi ánimo presentar “una silva de varia lección” al modo de nuestro Pedro Mexía (1540). Por supuesto, no es una monografía llamada a glosar textos descubiertos a la manera muy digna de un anticuario del pensamiento político. Muy al contrario: el lector culto (que se presume como tal iuris et de iure) conoce la gran mayoría de los nombres y de los hechos que aquí se relatan. Nos situamos de forma consciente en el ámbito de las Ciencias de la Cultura, al viejo estilo de Dilthey, recuperando una tradición de discurso intelectual relegada al olvido desde hace quizá medio siglo. No es posible descubrir mediterráneos allí donde casi todo está ya bien dicho”. Y continúa: “Hemos vivido (o, mejor dicho, estamos viviendo) épocas de sobredosis ideológica y de saturación empírica. Es hora de volver a la lectura de los mejores porque siempre se disfruta y aprende. […] Añade Petrarca que no sirve de nada arrepentirse de los años perdidos y que debemos poner in actum lo aprendido. Esto se pretende con mejor o peor fortuna en esta Biografía de la libertad”.
El trabajo de Benigno Pendás es un reto intelectual al alcance de muy pocos académicos españoles. La síntesis que lleva a cabo sobre las ideas y la política renacentistas exige un conocimiento profundo de los temas que aborda y una capacidad analítica extraordinaria para condensar ese saber en pocas páginas. El resultado es un monumental estudio sobre el espíritu y la cultura política de aquel período. Ahora bien, el conocimiento enciclopédico del autor exige del lector una gran concentración a la hora de abordar el libro. La información, las citas y los pensadores tratados se suceden a gran velocidad y el profano puede verse superado por una narración que le sobrepase. No por eso el libro resulta denso y de prosa inaccesible, todo lo contrario, se lee con soltura. De todos modos, no estamos ante una novela de verano, sino ante un trabajo especializado dirigido a un público amplio, pero con ciertas nociones básicas de lo que se aborda.
Como ya apuntábamos, el Renacimiento es un alud que engulle la cultura de la época y se introduce en todos los recovecos de la sociedad. Para articular su estudio, lo que no es tarea sencilla, Benigno Pendás opta por una distribución temática de los capítulos del libro. Tras un primer epígrafe dedicado a la figura de Jacob Burkhardt, pionero en los estudios renacentistas, que sirve para sentar las bases de las páginas siguientes, se adentra en la esencia del pensamiento político. Su análisis combina las “grandes ideas” con el examen de los trabajos de los pensadores más importantes de la época. De este modo, se analizan las nuevas formas de entender la política, la aparición de los planteamientos utópicos, su relación con el mundo antiguo, la concepción del soberano y del modelo de gobierno o la visión que se tenía del poder, por citar solo algunos de los temas abordados, junto con los contemporáneos que reflexionaron sobre estas cuestiones.
También hay un elemento espacial muy destacado: varios capítulos ahondan en la difusión territorial del Renacimiento que, si normalmente se suele asociar con Italia (de hecho, en Italia tuvo su origen), se expandió por todo el continente europeo. De ahí que varios epígrafes estén dedicados a explorar cómo se desarrollaron las corrientes renacentistas en Francia, Inglaterra o el Sacro Imperio (con la Reforma protestante como protagonista). España ocupa un lugar preminente con hasta tres capítulos dedicados a ella y a las ideas que germinaron en la Península Ibérica.
Concluimos con esta reflexión del autor sobre los problemas que conlleva el estudio del Renacimiento: “Porque lo cierto es que el Renacimiento existe, a pesar de sus panegiristas; aunque —como es natural— hubo entonces cambio y hubo también continuidad, pues “solo hay verdad en los matices”, según escribió Benjamin Constant, siempre en busca del juste milieu como buen liberal doctrinario. A mayor abundamiento, nuestra percepción se modifica sin remedio en función de la época, el país o la especialidad académica del estudioso. El asunto se complica cuando el historiador es incapaz de controlar sus preferencias subjetivas o sus juicios de valor; en particular, cuando escribe al servicio de una causa, incluso (¡peor todavía!) si la estima digna de tal aprecio que no le importa ofender a la verdad: los intelectuales nacionalistas, da igual de qué nación, son un ejemplo perfecto de distorsión objetiva o subjetiva de la imparcialidad. De ahí que el estudio del Renacimiento (o del Barroco, de la Ilustración o de cualquier otro concepto nuclear de las Ciencias de la Cultura) sea inseparable del análisis riguroso de la circunstancia que sitúa a los intérpretes ante una visión particular”.
Benigno Pendás es Catedrático de Ciencia Política de la Universidad CEU San Pablo y ha sido Director del Instituto de Estudios de la Democracia en dicha Universidad. Su carrera académica se desarrolló con anterioridad en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid. Es presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Consejero de Estado y Letrado de las Cortes Generales. Fue Director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Escritor y conferenciante, ha publicado ocho libros y más de 50 artículos sobre Historia de las ideas políticas y Derecho público.
*Publicado por la editorial Tecnos, noviembre 2022.