En los últimos años ha surgido una corriente, impulsada tanto por especialistas como por divulgadores, que trata de rescatar del olvido a figuras ejemplares del pasado de España. Quizás la más paradigmática sea la de Blas de Lezo, ignorado durante siglos y restituido como héroe nacional recientemente. Personajes similares empiezan a surgir por doquier en un país que tradicionalmente les ha negado el reconocimiento, dando poco valor a este tipo de semblantes. Los arquetipos de “héroes” españoles solían ser, más bien, lazarillos, pícaros y buscones, quienes, por cierto, siguen estando bastante presentes en nuestra sociedad. La gallardía, la inteligencia o la destreza militar no siempre han triunfado en nuestro imaginario popular: basta echar un vistazo a la literatura nacional para comprobarlo. Sin embargo, no carecemos de figuras dignas de elogio, más bien lo contrario, solo hace falta profundizar un poco en nuestra historia para descubrirlas.
Un imperio forjado con las armas y las exploraciones a tierras remotas es un vergel para la proliferación de personajes extraordinarios. La historia del descubrimiento y la conquista de América, poco y mal conocida al margen de algunos lugares comunes, es una de las empresas más fascinantes que se han llevado a cabo. Sus protagonistas tienen apellidos españoles en la mayoría de los casos. Si fue increíble la conquista de miles de kilómetros cuadrados con medios precarios, también supuso una tarea hercúlea dotar de un sistema administrativo que gestionase el territorio ganado. A veces, resulta más difícil consolidar lo logrado que lograrlo. España supo erigir un entramado político que perduró más de dos siglos y que le permitió controlar a millones de habitantes, dispersados a grandes distancias tanto de la metrópoli como entre ellos.
No solo extendió sus dominios el Imperio español por el centro y el sur del continente americano. El legado hispano en lo que hoy es Estado Unidos es incuestionable. Ese otro de los episodios olvidados de nuestro pasado que, poco a poco, empiezan a recuperarse. Lo mismo sucede con la participación española en la Guerra de Independencia americana. No es posible saber qué habría sucedido si España no se hubiese involucrado en el conflicto, pero, probablemente, las Colonias habrían tenido serias dificultades para alcanzar sus objetivos sin la presión que se ejerció sobre las posesiones británicas del sur. Es en este contexto donde emerge Bernardo de Gálvez.
Este militar malagueño tiene el honor de ser una de las ocho personas (junto a Winston Churchill, el general La Fayette o la Madre Teresa de Calcuta) a las que el gobierno estadounidense ha concedido la ciudadanía honorífica. No es un reconocimiento menor, viniendo de un país poco propenso a conceder la condición de ciudadano a quien no nace en su territorio. La labor de Bernardo de Gálvez durante la Revolución norteamericana fue determinante para su triunfo y, a pesar de que hoy se le conoce principalmente por la toma de las ciudades de Mobile y Pensacola, hasta entonces en manos inglesas, nuestro compatriota tuvo una vida deslumbrante, que el historiador Gonzalo M. Quintero Saravia relata en Bernardo de Gálvez. Un héroe español en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América*.
El trabajo de Quintero Saravia es un monumental repaso a la vida de nuestro protagonista. Tan solo hay que ojear las más de dos mil notas y la extensa bibliografía que cita para constatar el descomunal esfuerzo del autor para documentarse. El resultado es un libro exhaustivo que recorre minuciosamente, pero con amenidad, los pasos de Bernardo de Gálvez desde sus orígenes hasta su temprana muerte, poco antes de cumplir los cuarenta años. Una vida llega de sobresaltos y aventuras que le llevó desde la refinada Corte madrileña hasta el árido desierto de Sonora.
Así sintetiza el autor el propósito de su libro: “Bernardo de Gálvez fue uno de esos españoles que se sienten más en casa en América que en la propia Península Ibérica. En ese continente pasó la mayor parte de su vida adulta. En América conoció a su mujer, allí nacieron sus tres hijos y fue donde pidió ser enterrado. Apoyó la Revolución Norteamericana al mismo tiempo que combatía y trabajaba por la idea de un imperio ilustrado, conceptos ambos que para él lejos de ser contradictorios, se reforzaban mutuamente. Hoy, más de dos siglos y medio después de su muerte, este libro busca profundizar en las últimas décadas del imperio español en tierras norteamericanas y en el papel de España en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos a través de la biografía de Bernardo de Gálvez”.
Bernardo de Gálvez es un personaje llamativo. Nacido en el seno de una familia de orígenes humildes, logró labrarse una sólida posición en la España del siglo XVIII. La figura clave del clan familiar fue José de Gálvez, uno de los políticos más relevantes del reinado de Carlos III, que ejerció una gran influencia sobre el destino de nuestro protagonista, si bien la relación que tuvieron tío y sobrino fue complicada. Se puede decir (con matices) que Bernardo de Gálvez se hizo a sí mismo y que triunfó gracias a sus propios méritos. Es cierto que tuvo ayuda y que la suerte le acompañó en momentos cruciales, pero su fama se debe en gran medida a sus logros personales. Quintero Saravia retrata sus vericuetos vitales, desde sus primeros pasos en el pequeño pueblo malagueño de Macharaviaya hasta su nombramiento como virrey de Nueva España, tres décadas más tarde.
El núcleo de la obra se centra en la estancia americana del biografiado, en particular, en sus acciones al frente del ejército español durante la Guerra de Independencia americana, aunque también se analizan sus campañas contra los apaches unos años antes y bajo la tutela de José Gálvez y su labor como gobernador de Luisiana. Los epígrafes dedicados a la Revolución americana muestran la complejidad de liderar y organizar un ejército en circunstancias extraordinarias. La falta de recursos se había de suplir con ingenio y con decisión, rasgos que Bernardo de Gálvez mostró en todo momento. Quintero Saravia detalla el desarrollo de la campaña y las dificultades que tuvieron que atravesar las tropas españolas antes de hacerse con la victoria. Al mismo tiempo, examina las relaciones entre las potencias participantes y el entramado diplomático tejido en torno a la guerra.
Como suele suceder con las buenas biografías, junto a la descripción del personaje se revela el mundo que le rodea. Así sucede con este trabajo. A medida que descubrimos quién fue Bernardo de Gálvez y cuál fue su aportación a la historia de España, se muestra la poliédrica sociedad en la que vivió, con sus luces y sombras. Resultan especialmente interesantes las páginas dedicadas a la vida en el continente americano. La organización social era mucho más heterogénea y menos rígida que en la Península: el contacto con pueblos indígenas y la continua inmigración que arribaba a los puertos americanos generaban un crisol de culturas que convivían en un mundo por construir. El autor explica con detalle cómo se articulaban las relaciones sociales en aquella tierra y cómo el Imperio español intentaba mantener bajo control unas posesiones tan alejadas de la capital.
La fama que obtuvo Gálvez con su victoria en Pensacola fue rápidamente recompensada con su ennoblecimiento y con el nombramiento, primero como gobernador de Cuba y luego como virrey de Nueva España, cargo que hasta ese momento ocupaba su padre. La obra de Quintero Saravia concluye con una exposición de la política reformista que Bernardo de Gálvez impulsó en tierras americanas, así resumida por el propio autor: “Durante su corto mandato como virrey de la Nueva España, cuyo territorio abarcaba gran parte del sur de los actuales Estados Unidos, México y toda Centroamérica hasta Panamá, Gálvez diseñó y puso en marcha un ambicioso plan de reformas. Por ejemplo, cuando tuvo que hacer frente a una muy grave hambruna provocada por malas cosechas, puso en práctica sus ideales ilustrados al ocuparse de aliviar las miserables condiciones de los más pobres campesinos. Adoptando el principio de la felicidad pública, un término que implicaba un fuerte sentido de responsabilidad por el bienestar de las capas más desfavorecidas de la sociedad por parte de sus gobernantes”.
Gonzalo M. Quintero Saravia, doctor en Historia de América por la Universidad Complutense de Madrid y en Derecho por la UNED, ha sido fellow del Weathherhead Center for International Affairs de la Universidad de Harvard. Es autor de varios libros sobre la historia de América del siglo XVIII y principios del XIX. Esta obra fue galardonada en 2018 por la Society for Military History con el Distinguished Book Award a la mejor biografía publicada en Estados Unidos.
*Publicada por Alianza Editorial, febrero 2021.