El pintor y arquitecto italiano Vasari (muerto en 1571) acuñó la palabra Rinascita (renacimiento) más tarde utilizada por Voltaire –ya como Renaissance – para designar el período de transición entre la Edad Media y la Modernidad, período al que consideraba no una mera reproducción de los antiguos, sino una época realmente renovadora y llena de creatividad y novedad. El «renacer» estuvo ligado a los intereses humanistas que proponían como ideal el hombre clásico y fue entonces cuando surgieron el espíritu de la filosofía moderna y sus tentativas de renovación frente al pensamiento medieval, a la par que las modernas ciencias de la naturaleza y un nuevo estilo de vida y de costumbres. Del teocentrismo medieval se pasó al antropocentrismo moderno, con el hombre como ser terreno y clave de la naturaleza y de la historia.
Más que una corriente homogénea, el Renacimiento aúna una pluralidad de escuelas filosóficas, artísticas y políticas cuyo rasgo común es la actitud que adoptan ante el hombre y la naturaleza. Insisten en la importancia del aspecto natural del hombre y del mundo y relegan a otro plano el destino sobrenatural y el más allá, tan omnipresentes en la cultura medieval. No es que Dios desaparezca de las doctrinas filosóficas –
Uno de los personajes más destacados del Renacimiento italiano, y también uno de los menos conocidos, es Bernardino Telesio (Cosenza, 1509-
La obra que ahora reseñamos nace al abrigo de los eventos conmemorativos del quinto centenario del nacimiento de Bernardino Telesio y, concretamente, en unas jornadas de estudio celebradas en la Universidad de Barcelona en noviembre de 2010. El libro recoge las ponencias impartidas en ellas y dos ensayos previos sobre el pensamiento del filósofo italiano. Estamos ante una exposición de marcado carácter filosófico y cuyo objetivo es, como se afirma en la presentación, exponer: «[…] los componentes fundamentales de la cosmología de Telesio en su estructura interna, y a la vez en su compleja relación con las ideas tradicionales (fundamentalmente aristotélicas) y con el amplio debate contemporáneo«.
No hay que olvidar que en el Renacimiento ciencia y filosofía no eran disciplinas tan alejadas. Los grandes pensadores se adentraban más allá de lo puramente filosófico y teorizaban sobre los fenómenos naturales, el cielo, las estrellas y las matemáticas, pues consideraban que todo estaba entrelazado: la aparición de la nova de Casiopea en 1572 y de un cometa en 1577 provocaron, por ejemplo, importantes debates filosóficos. Las obras de Copérnico o Galileo tuvieron una amplia repercusión en todo el pensamiento occidental, del mismo modo que los postulados de Francis Bacon influyeron en el conocimiento científico. Bernardino Telesio también participó del debate entre ciencia y naturaleza, al que dedicó su obra más influyente: «La naturaleza sobre sus propios principios«.
Los postulados sobre la composición del mundo natural de Telesio pueden parecernos hoy simples o incluso equivocados e inverosímiles pero en aquel momento supusieron un cambio radical frente a la concepción cosmológica de Aristóteles y sus seguidores. El filósofo italiano establece como principios de la naturaleza, por un lado: «la materia, definida físicamente como sustrato o «mole corpórea», absolutamente inmóvil e inactiva, totalmente pasiva, idéntica a sí misma en toda la extensión de la naturaleza, invisible y negra» y, por otro lado «los dos contrarios (el calor y el frío), principios incorpóreos y activos, que no pueden existir independientemente de la materia«. Estos dos últimos elementos, el frío y el calor que se asocian con la tierra y el sol respectivamente, están en permanente lucha por ocupar la materia y excluir al contrario. El enfrentamiento acaba por configurar un equilibrio dinámico y en perpetuo movimiento y mutación. El universo, siguiendo el razonamiento de Bernardino Telesio, es finito: el filósofo italiano busca, de este modo, alejarse de la escolástica de base aristotélica para explicar la física a través de la experiencia directa del sentido.
A lo largo de los diversos capítulos se analizan los principios básicos que rigen el pensamiento del autor italiano y su aplicación al estudio de la cosmología. El primero («Dios, naturaleza y alma en Telesio«) sirve de resumen e introducción. El resto (cinco capítulos más) abordan cuestiones específicas como el concepto de espacio en la obra de Telesio, la física celeste, los cometas, la vía láctea o la luz. En todos encontramos explicados los rasgos esenciales de la filosofía telesiana pero también muchas otras teorías defendidas por sus contemporáneos, que se opusieron o ampliaron las de Bernardino.
Bernardino Telesio y la nueva imagen de la naturaleza en el Renacimiento es una obra compleja, que requiere del lector una lectura sosegada y reflexiva si aspira a entenderla bien. Los principios filosóficos que en ella se manejan, sin ser excesivamente complicados, exigen un mínimo conocimiento previo. Pero una vez que superamos estos obstáculos, descubrimos un libro fascinante en el que no sólo disfrutamos de las originales teorías de Bernardino Telesio, sino que asistimos a uno de los períodos más interesantes de nuestra historia. Personajes como Ficino, Erasmo, Da Vinci, Bacon, Campanella, Nicolás de Cusa o Galileo se enfrentan a los misterios de la naturaleza y a las ideas filosóficas y científicas vigentes por entonces utilizando únicamente la razón y unos pocos instrumentos muy rudimentarios.
En síntesis, Bernardino Telesio ejemplifica como pocos el espíritu del Renacimiento. Más allá de lo acertado de sus teorías, destaca el esfuerzo que lleva a cabo por explicar el mundo sin acudir exclusivamente a la teología o a la metafísica.
*Publicado por Ediciones Siruela, noviembre 2013.