Benjamin Constant. Teórico y político liberal
Antonio Rivero

Ahora que asistimos al resurgir de los fenómenos populistas, que ponen en duda las bases del sistema democrático, es un buen momento para regresar (y refugiarse) en los clásicos de la teoría política. En ellos podremos encontrar muchas de las respuestas a las vicisitudes que nos está tocando vivir y que parecían haber caído en el olvido tras las experiencias pasadas. Los autores de los textos clásicos también fueron testigos de periodos convulsos y escribieron desde sus propias vivencias. Probablemente algunas de sus tesis no sean aplicables al presente o estén obsoletas, pero la esencia de esos escritos, que gozan de una claridad abrumadora, es atemporal. Sus autores supieron diseccionar la naturaleza política del ser humano y elaborar propuestas para articular la convivencia de una sociedad proclive al enfrentamiento y al caos.

Nuestra democracia es heredera del sistema liberal que se consolida en el siglo XIX (aunque sus raíces se hunden algún siglo más atrás). La Revolución Francesa fue el pistoletazo de salida para una serie de transformaciones sociales y políticas que sacudieron el continente europeo y acabaron con el Antiguo Régimen. En la turbulenta Francia de finales del siglo XVIII, que pasó de la monarquía absoluta a la república para desembocar en el Terror y alumbrar después un Imperio en apenas un par de décadas, se dieron cita personajes que han marcado la evolución ulterior en el mundo de las ideas políticas. Con sus intervenciones articularon los postulados que luego se trasladarían a los textos legales y constitucionales. Pocas veces se pudo debatir con tanta pasión e inteligencia cómo se debía construir un Estado moderno. Es cierto que la realidad acabó por truncar la teoría, pero la semilla ya había sido plantada y en los años venideros terminará por germinar.

Entre esos personajes ocupa un lugar privilegiado Benjamin Constant. Nacido en Lausana (hoy Suiza), desarrolló toda su vida política en el país galo. Es uno de los grandes pensadores liberales de nuestra historia, aunque el paso del tiempo ha sido algo mezquino con él, relegándolo a un lugar secundario del que poco a poco se le va rescatando. Prueba de ese “olvido” es que, probablemente, pocos lectores ajenos al mundo de la ciencia política habrán oído en la actualidad hablar de él, a pesar de que sus escritos (y su actuación pública) sirvieron para consolidar y dar coherencia al nuevo régimen liberal. De ahí que la biografía que nos brinda el profesor Ángel Rivero (Benjamin Constant. Teórico y político liberal*) sea tan importante para recuperar su figura y su pensamiento, en un momento en el que la separación de poderes y las instituciones del Estado se hallan asediadas y cuestionadas.

Así explica el autor el sentido de su obra: “Benjamin Constant (1767-1830) fue una de las principales figuras del liberalismo político y uno de los fundadores del parlamentarismo moderno. Aunque su obra tuvo una importante influencia en el constitucionalismo español y su pensamiento fue conocido en la España de hace doscientos años, el tiempo ha hecho que su figura se haya vuelta borrosa y que la temprana recepción de sus libros se haya difuminado hasta casi el olvido. No deja de ser inquietante que fuera en España, en 1820, donde por primera vez se tradujeran las obras políticas de Constant y, al mismo tiempo, que jamás se haya escrito o publicado en español una biografía en la que esta obra quedara enmarcada”.

La obra del profesor Rivero no es una biografía al uso. No sigue un esquema cronológico que recorra la vida del protagonista desde su nacimiento hasta su muerte, ni se ocupa de las distintas peripecias vitales del protagonista. Se podría calificar, más bien, como un libro de iniciación al pensamiento de Benjamin Constant. Es un trabajo breve, escrito para un público no especializado y de lectura rápida. Lo que el autor busca es descubrirnos a uno de los grandes artífices del liberalismo político y dotarnos de las herramientas necesarias para profundizar en su obra intelectual. De ahí que los dos últimos capítulos sirvan de “apoyo”, en cuanto acometen un repaso biográfico de los hitos de la vida pública y privada de Constant, y de análisis, con comentarios, de la bibliografía más destacada que hay sobre nuestro protagonista.

El retrato de Constant que realiza el profesor Rivero es el de un pensador práctico, conocedor del funcionamiento de los entresijos del poder y cuya principal herramienta para construir su corpus doctrinal es su experiencia personal en el mundo de la política. Esta experiencia le permitió elaborar una serie de tesis destinadas a contrarrestar los abusos del poder absolutista, sin dejarse arrastrar por los impulsos demagógicos. La libertad se convierte en el concepto principal sobre el que se construye todo el ideario de Constant. Como explica el autor: “Se ha calificado a Constant de pensador postrevolucionario, pero la etiqueta no es del todo justa porque no recoge aquello que le es más distintivo: la defensa moderada de una libertad suficiente como la que disfrutaba Inglaterra desde la Revolución gloriosa en una sociedad igualitaria y moderna como era la de Francia. No hay en Constant la pretensión de ofrecer algo radicalmente nuevo que sirva para conjurar los problemas de las sociedades modernas, sino el propósito más humilde de sistematizar la experiencia política que ha servido para proteger la libertad en unos principios que ayuden a fundar un orden constitucional que actúe como su garantía”.

Constant, cuya vida privada bien podría servir como argumento para cualquier folletín (las mujeres y el juego fueron sus grandes debilidades), fue una destacada figura de la política gala de principios del XIX. El profesor Rivero no mezcla ambos mundos y centra su atención en su actividad parlamentaria y pública. De ella destaca su habilidad para adaptarse a los avatares del cambiante escenario de la vida francesa, que atravesó etapas antagónicas e idas y venidas de reyes, emperadores y revoluciones, sin abandonar por ello sus convicciones. Sobre todo, durante el reinado de Carlos X (1815-1830), en el que se erigió como líder de la “oposición” en las Cortes francesas y en defensor de las posiciones más liberales. La biografía analiza todos estos aspectos, relacionándolos con su personalidad y sus teorías e incluso valorando si estamos, en realidad, ante un pensador de izquierdas o de derechas.

Concluimos con una nueva cita del profesor Rivero que sintetiza lo que podremos encontrar en esta obra: “En las páginas anteriores he querido mostrar que Constant fue visto mucho tiempo como un pionero del liberalismo y un educador en sus principios. Esta doctrina era congruente con las sociedades modernas porque se hacía cargo del pluralismo al crear un sistema constitucional que servía de garantía a la libertad individual, la libertad de los modernos. Una libertad que solo podía protegerse mediante un sistema político nuevo, el gobierno representativo, que hace de la participación política no un fin en sí misma, sino un instrumento imprescindible para la protección de la libertad individual. Cuando hoy día oímos que la democracia liberal es una falsa democracia y que la verdadera democracia es el gobierno en el nombre del pueblo, el ejemplo de Benjamin Constant y sus enseñanzas vuelven a ser relevantes”.

Ángel Rivero es profesor titular de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid. Es doctor en filosofía por esta misma universidad y BSc (Hons) en Ciencias Sociales, Política y Sociología por la Open University (Reino Unido). Ha sido Visiting Scholar Fulbright en la Graduate Faculty of Political and Social Science de la New School for Social Research (Nueva York). Director del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UAM (2000-2003), es consejero científico del CEHUM de la Universidade do Minho (Braga, Portugal). Es autor de La constitución de la nación. Patriotismo y libertad individual en el nacimiento de la España liberal.

*Publicado por Gota a Gota, octubre 2022.