La historia está plagada de preguntas que comienzan con un «¿Y si…?» o «¿Qué hubiese pasado si…?» Cuando, transcurrido un prudente intervalo de tiempo, estudiamos un acontecimiento y vemos con perspectiva las decisiones adoptadas por sus protagonistas, solemos descubrir cómo el resultado de la historia hubiese sido radicalmente distinto si hubieran optado por otras soluciones (en ocasiones, con variaciones minúsculas). Sin embargo, por mucho que nos esforcemos, jamás comprenderemos las causas que realmente subyacen en los accidentes de la historia. Podremos valorarlos, estudiarlos, analizarlos de arriba abajo, incluso psicoanalizarlos, y nunca alcanzaremos a entender decisiones tomadas en un momento concreto. Tan sólo seremos capaces de elaborar hipótesis más o menos acertadas. Como explica Manuel Conthe en lo que ha denominado el «problema del peso«, al hacer un análisis retrospectivo de un incidente pasado se ignora el impacto subjetivo que en aquel momento tenían riesgos o incertidumbres que no llegaron a materializarse.
La Primera Guerra Mundial no ha escapado a este afán por plantear escenarios alternativos e incluso puede haberse convertido en uno de los acontecimientos históricos que más preguntas ha generado en este sentido, siendo miles los trabajos que han estudiado los motivos que llevaron a las potencias europeas a embarcarse en el conflicto. Ahora que celebramos su centenario, las librerías han inundado sus estantes con obras que abordan la contienda y escrutan las razones que condujeron a Alemania a la derrota. También se ha generado una abundante literatura sobre cómo se desarrolló militarmente la guerra.
La obra de Rubén Sáez Abad, Bélgica, 1914. Ludendorff rompe el cerrojo de Lieja*, se sitúa dentro de esta última categoría, es decir, entre los trabajos de historia militar. Su objeto es relatar la invasión alemana de Bélgica como primer paso de la estrategia germana (el conocido Plan Schlieffen) para envolver a los ejércitos franceses y derrotarles en pocas semanas. No obstante, las implicaciones que tuvo la conquista de Bélgica en la estrategia global, así como sus repercusiones en el resultado final de la guerra, hacen que el interés sobre el libro vaya más allá de lo meramente militar.
Rubén Sáez Abad sigue el esquema y las características marcadas por la línea editorial de HRM Ediciones (cuyas obras ya hemos reseñado en anteriores ocasiones): narración sencilla y amena, trabajos divulgativos dirigidos al gran público, incorporación de numerosos mapas y gráficos que facilitan la comprensión de los movimientos militares, y apéndices informativos que generalmente resumen los principales rasgos de los ejércitos en liza. Bélgica 1914 obedece a estas mismas pautas, lo que le convierte en un libro recomendable para los amantes de la historia militar y para aquellos que quieran acercarse a la Primera Guerra Mundial sin tener grandes conocimientos previos en la materia.
Para quienes todavía no conozcan el Plan Schlieffen, Rubén Sáez Abad lo resume en estos términos: «[…] el grueso de las fuerzas alemanas debía atravesar el territorio belga para, atacando desde el norte y con el mayor número de efectivos que fuera posible en el ala derecha, lanzar una ofensiva en profundidad destinada a copar al ejército francés dentro de una gigantesca bolsa. Tras conseguir doblegar la resistencia en el Oeste, los victoriosos ejércitos alemanes podrían encaminarse hacia el Este para presentar batallas a los contingentes rusos«. El plan era brillante y en apariencia simple, pero se demostró sumamente complejo pues nunca antes se habían movilizado tal cantidad de hombres y recursos; además resultaba casi imposible controlar todas las variables en un campo bélico tan extenso.
La obra de Sáez Abad se centra, tras hacer un breve resumen introductorio de las causas de la Primera Guerra Mundial y analizar el citado Plan Schlieffen, en la campaña alemana de Bélgica ¿Por qué fue tan importante la invasión de este pequeño país? Uno de los grandes interrogantes de la Gran Guerra es qué hubiese pasado si los ejércitos germanos no hubiesen encontrado tanta resistencia (en especial en Lieja) y hubiesen ocupado el país en menos tiempo, pudiendo, de este modo, destinar más tropas a la ofensiva contra los franceses. Dentro de esta tendencia por configurar escenarios alternativos, Bélgica se ha convertido en uno de los capítulos recurrentes para modelar un resultado distinto al realmente sucedido en 1914.
Sáez Abad no obvia esta cuestión, pero tampoco le concede un espacio excesivo. Su interés estriba en contarnos cómo se produjo la invasión y los problemas que tuvieron los alemanes durante toda la operación, problemas que llegaron a poner en jaque toda la estrategia germana. El Plan Schlieffen contaba con la rápida ocupación de las plazas fuertes belgas cuyo ejército apenas debía resultar una amenaza para las imponentes fuerzas dirigidas por Helmuth von Moltke. Sin embargo, la tenaz (y sorprendente) resistencia belga en las plazas fuertes de Lieja, Namur o Amberes retrasó y dificultó el avance alemán.
Dada la importancia que tuvieron la artillería y las fortificaciones al comienzo de la guerra, Rubén Sáez Abad dedica también un capítulo a la «Poliorcética en la Primera Guerra Mundial«, destacando su papel –
Tras la narración de la invasión alemana el 4 de agosto de 1914, la estructura de la obra adopta un orden cronológico que concluye con la última fase de batalla de Ypres el 11 de noviembre. Aunque las tropas alemanes solventaron el escollo belga en menos de un mes (el 26 de agosto ya estaban en suelo francés), el país no sucumbió por completo hasta los meses de octubre y noviembre cuando los últimos reductos (Amberes a la cabeza) cayeron bajo el dominio alemán.
Rubén Sáez Abad describe las operaciones de asedio y los enfrentamientos entre los ejércitos alemán y belga (éste apoyado posteriormente por refuerzos ingleses y franceses) para hacerse con enclaves estratégicos, pues apenas hubo grandes batallas a campo abierto. De este modo conocemos el asedio de Lieja, Namur y Amberes y las batallas de Charleroi, Mons, Le Cateau, Marne, Yser e Ypres. El resultado es una detallada explicación del avance alemán y las complicaciones a las que se enfrentó, hasta que finalmente fracasó el Plan Schlieffen y abocó a una larga contienda que desangrará a los contendientes.
Rubén Sáez (Teruel, 1978) es licenciado en Humanidades por la Universidad de Teruel y doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid (obtuvo la calificación de Sobresaliente Cum Laude con la tesis titulada «La Poliorcética en el Mundo Antiguo»). Fue precisamente su investigación sobre las técnicas y máquinas de asedio en la Antigüedad la que le llevó a obtener el Premio de Defensa 2004.
*Publicado por HRM Ediciones, mayo 2014.