Arias Navarro y la reforma imposible (1973-1976)
Alfonso Pinilla García

La Transición se ha convertido (con sobradas razones) en el gran éxito de la política española del siglo XX. Fue un ejemplo a seguir en todo el mundo de cómo pasar de un régimen dictatorial a una democracia. Curiosamente, algo que debía ser motivo de orgullo de todos los españoles se está convirtiendo en un arma política y en objeto de críticas por parte de algunos partidos o movimientos sociales. Más allá de los intereses personales de quienes efectúan esos ataques, lo que subyace en sus planteamientos es un gran desconocimiento de lo que realmente sucedió en aquellos años y una miopía notable sobre la realidad política de la España de los setenta. Porque la Transición fue ejemplar, pero pudo no serlo. Hubo momentos en los que el país estuvo al borde del precipicio y, de haber dado un paso en falso, los fantasmas del pasado hubiesen reaparecido.

Hoy damos por sentado que la Transición sucedió de la única manera posible, algo que es probablemente equivocado porque en aquellos momentos la situación era muy volátil y nadie sabía qué ocurriría al día siguiente. Había demasiadas variables y muchos protagonistas dudaban qué camino escoger. La incertidumbre fue la tónica dominante del período. Los riesgos de que la violencia se desbordase eran muy elevados, ya que los extremos de uno y otro “bando” desconfiaban del proceso y no descartaban la fuerza como instrumento para defender e imponer sus tesis. De ahí el mérito de algunos pocos hombres que lograron capear la tormenta y, en una serie de hábiles maniobras, encauzar el cambio de la forma más pacífica posible. La sociedad española también supo responder con madurez a la propuesta que se le hacía de dejar atrás la dictadura y abrazar la democracia y así lo demostró en las urnas.

En medio de ese caos que era España tras la muerte de Franco, emerge la figura de Carlos Arias Navarro. Hoy apenas se le recuerda y es visto como un paréntesis en un procedimiento inexorable que ya se había puesto en marcha. A pesar de su “mala prensa” tuvo un papel destacado en aquel momento, ya que sucedió a Carrero Blanco tras su asesinato en la presidencia del gobierno, cargo que Arias ostentaba cuando falleció el dictador. Franquista convencido, hubo de lidiar con un escenario que le superó inmediatamente. Sin apenas apoyos del régimen y mal visto por quienes aspiraban a la llegada de una democracia de verdad, su suerte estaba echada de antemano.

El profesor Alfonso Pinilla aborda en Arias Navarro y la reforma imposible (1973-1976)* la presidencia de Carlos Arias Navarro y su encuadre dentro de la Transición. El trabajo explora desde una óptica algo distinta a la que estamos acostumbrados las luchas intestinas en el seno del régimen franquista y la complejidad de un proceso en el que había demasiadas aristas y frentes abiertos. El propio protagonista se vio arrastrado, a pesar de sus tímidos intentos aperturistas, por una corriente que no fue capaz de entender ni controlar. Uno de los grandes méritos del autor se halla en explicar de forma accesible para el profano lo sucedido en aquellos años y hacerlo sin perder un ápice de rigor histórico. No es fácil ahuyentar al cacareo político de estos temas, pero, en este caso, lo que tenemos ante nosotros es un buen libro de historia.

Así explica el propio profesor Pinilla el propósito de su trabajo: “Este libro es la crónica de esa imposibilidad, la exposición de ese rosario de contradicciones que desembocó en la “dimisión” (más bien cese forzado) de Arias al frente de la jefatura del Gobierno, en el verano de 1976. Dos años y medio en los que Arias asistió al entierro de Franco y a la coronación de un rey al que siempre despreció. En este tránsito, Arias se consideró albacea de Franco, custodio de su obra, sobre la que estaba dispuesto a introducir ligeras modificaciones para perfilarla y adaptarla a los nuevos tiempos, sin violar su esencia. He aquí la imposibilidad de su proyecto reformista y el origen de los vientos cruzados que hubo de soportar un presidente desgarrado entre su pasión franquista y su razón aperturista; un hombre fiel a sus convicciones y, a la vez, azuzado por la necesidad de sobrevivir políticamente a una encrucijada histórica donde lo viejo no terminaba de derrumbarse y lo nueva era incapaz de surgir”.

El punto de partida de la obra se sitúa en el atentado contra Carrero Blanco y concluye con la dimisión de Arias Navarro. En ese corto intervalo de tiempo, España cambió de forma drástica: de una dictadura pasó a ser una democracia europea más. Nuestro protagonista (muy a su pesar) fue testigo de excepción de lo acontecido en esos años. Arias Navarro sirve de hilo conductor del libro, aunque en cierto modo no es el personaje principal, papel que ocuparon otros. El retrato que ofrece el profesor Pinilla de Arias Navarro no es ni bueno, ni malo: no entra en consideraciones morales, tan solo trata de dilucidar los problemas que hubo que afrontar ante un escenario tremendamente complejo y las soluciones que trató de dar. Un presidente del Gobierno que lo fue casi por sorpresa y que siempre caminó a marchas forzadas para evitar que el país se descompusiese. Su receta fue ofrecer unas tímidas reformas que no contentaron a nadie, pero que abrieron la esclusa para que la presa se desbordase.

El estudio de la presidencia de Arias Navarro sirve al autor como pretexto para llevar a cabo un análisis del estado de fuerzas en aquella España de 1975 y 1976. La muerte de Franco solo supuso el punto final de un régimen que había entrado en fase terminal años atrás y trataba de sobrevivir a un mundo que ya no reconocía. Los defensores de la continuidad del régimen, que ocupaban mayoritariamente los puestos claves en las instituciones, no iban a ceder sus prerrogativas y se atrincheraban en sus posiciones. Mientras tanto, la oposición, apenas articulada y organizada tras años de marginación y exilio, empezaba a carburar y a mostrar sus cartas. En medio de ambos “contrincantes” se encuadran una serie de personas que trataban de evitar que la situación se descontrolase. Los juegos de equilibristas entre estas tres fuerzas durante esos años constituyen el verdadero núcleo de la presente obra y que tan bien sabe explicar el autor.

Resulta llamativo comprobar lo fácil que hubiese sido que España descarrilase en algún momento durante aquellos años. La pericia de algunos hombres evitó que así sucediese. Arias Navarro contribuyó, a su manera, a encauzar la situación y a evitar problemas mayores. Una vez que ya no fue necesario, se le empujó a dimitir para dejar paso a quienes iban a tutelar lo que hoy conocemos como Transición.

El autor concluye su obra con esta reflexión: “Por todo ello, este libro termina con una fundamental conclusión: los Gobiernos de Arias supusieron un “fértil fracaso” para quienes anhelaban un cambio de régimen. Aquella “reforma imposible” rompió barreras, desgastó diques, allanó el camino para el torrente transformador que vendría después. Ese torrente estaba alimentado por la creciente movilización social, la progresiva unidad de la oposición política y la crisis interna de un régimen al borde de la extinción. Así como en la ciencia los errores engendran futuros aciertos, algunas historias políticas — como la que aquí se narra— confirman que de flagrantes fracasos pueden surgir insospechados frutos”.

Alfonso Pinilla García es profesor titular de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura. Ha sido investigador en la Universidad París X-Nanterre y profesor invitado en la Université D’Artois. Sus estudios se han centrado en el análisis de la Transición a la democracia, el proceso de integración europea y la reflexión teórica y metodológica sobre la Historia. Entre sus últimos libros destacan: La legalización del PCE. Historia no contada (Alianza, 2017), Golpe de timón. España: desde la dimisión de Suárez al 23-F (Comares, 2020) y La Transición en España / España en transición. Historia reciente de nuestra democracia (Alianza, 2021).

*Publicada por Libros de la Catarata, junio 2023.