MARCIAL PONS - UNIVERSIDAD ZARAGOZA AMERICA LATINA

América Latina de la independencia a la crisis del liberalismo 1810-1930
VV.AA.

Resulta preocupante el desconocimiento que la sociedad española tiene de la historia de América Latina. Tantos siglos compartiendo un mismo destino de poco sirvieron una vez que se produjo la independencia de las colonias americanas. Para el lector medio existe un gran vacío entre el período posterior a los años veinte del siglo XIX y la segunda mitad de la pasada centuria, cuando los periódicos volvieron a interesarse por las cuestiones de ultramar, a raíz de los golpes de Estado, el incipiente proceso democrático, el fútbol y las dictaduras, fenómenos que empezaron a copar las portadas. El mundo editorial español tampoco se ha preocupado excesivamente por suplir esta laguna y, salvo alguna honrosa excepción, apenas se publican obras sobre la historia de América Latina. A pesar de los intensos vínculos que nos unen, nos hemos dejado llevar por la apatía y conocemos mal, o muy poco, los avatares de la construcción de los Estados americanos.

La ruptura con la metrópoli a principios del siglo XIX no supuso un cambio revolucionario en las estructuras sociales de las antiguas colonias españolas que, en esencia, mantuvieron las mismas instituciones. La autoridad de Madrid, aunque evidente, se había ido haciendo más tenue, a medida que la libertad de los criollos y de los comerciantes americanos ganaba peso; de ahí que la sublevación no fuese excesivamente traumática y, una vez finalizado el levantamiento, la región no se sumió en el caos propio de estos sucesos. El camino a la independencia no fue inmediato, pero sí definitivo. No hubo vuelta atrás. Tras la secesión, los nuevos Estados tuvieron que crear una identidad propia prácticamente de la nada, para lo que se apoyaron en las mismas instituciones que acababan de derrocar. A diferencia de la Revolución francesa, no existía, al menos en la mayoría de los promotores, una voluntad de revertir el sistema: tan solo buscaban librarse de la pesada tutela española y obrar con mayor libertad. Se creó, por tanto, una nueva cultura política.

Las editoriales Prensas de la Universidad de Zaragoza y Marcial Pons Ediciones de Historia han puesto en marcha un ambicioso proyecto cuyo objetivo es, precisamente, abordar el estudio de las culturas políticas en contextos y escenarios diversos. Con este propósito han publicado seis tomos, en la colección Historia de las culturas políticas en España y América Latina, que abarcan el el período comprendido entre 1808 y 2013 en la península ibérica y en el continente americano. La obra América Latina, de la independencia a la crisis del liberalismo 1810-1930 corresponde al quinto tomo y, como indica su título, se centra en los años que van desde la independencia de las colonias españolas (y posteriormente portuguesas) hasta l930, cuando el sistema imperante sufre una profunda quiebra y se establecen nuevas formas de gobierno.

AMERICA LATINA - CONGRESO NACIONAL ARGENTINASegún explican las coordinadoras de la obra, las profesoras Nuria Tabanera y Marta Bonaudo, “La crisis de la independencia, la formación de la esfera pública, las prácticas electorales o los discursos de nación son solo algunos de los ámbitos de reflexión que más debate han generado en las historiografías americanistas en las últimas décadas. Y en ese debate, con posiciones a veces encontradas, en muchas de ellas ha estado presente el concepto de cultura política como herramienta conceptual que permite comprender e interpretar tanto la identidad como el comportamiento político de los sujetos. Las periodizaciones más habituales, que señalan una fractura en el contexto de los años treinta del siglo xx, han permitido a las coordinadoras establecer un marco de referencia en el que, desde el medio y el largo plazo, se aborde la historia de unas culturas políticas que no fueron inmutables y que en su origen, su formación diferenciada, sus prácticas, sus mecanismos de difusión y su declive estuvieron enlazadas a un contexto histórico tan perturbado y perturbador, tan conflictivo y alterado, como el que se extiende entre las independencias de las repúblicas latinoamericanas y la profunda crisis de la década de 1930”.

El eje de la colección son “las culturas políticas” de cada período y su evolución. Ahora bien ¿qué se entiende exactamente por culturas políticas? Con estas palabras intentan definirlas las coordinadoras de la obra: “Al elegir abordar el «hecho» político, fenómeno complejo si los hay, desde el enfoque de la historia cultural de la política, centramos los análisis en esas dimensiones que lo vinculan con un sistema de representaciones compartidas por grupos amplios en el seno de las sociedades. Es a ese sistema de representaciones al que se hace referencia cuando se habla de cultura o culturas políticas y el que permite tornar inteligibles comportamientos que, sin utilizar esta clave de lectura, parecen poco explicables […]. El inclusivo concepto que define este volumen ha hecho posible aproximaciones a las culturas políticas como espacios amplios, en los que los sistemas de referentes o de representaciones también tienen ramificaciones transversales y elementos compartidos con otras culturas, tanto en el mismo ámbito nacional como en ámbitos externos a las propias fronteras”.

En las obras colectivas prima la disparidad y esta no es una excepción. Las colaboraciones, aún siguiendo un eje temático, son lo bastante divergentes como para ofrecer distintos puntos de vista sobre cuestiones conexas, pero transversales, de la historia latinoamericana. Las aportaciones se encuentran dividas en tres bloques temáticos (“Las bases de la cultura política”, “Los espacios de circulación de las culturas políticas” y “Culturas políticas en acción”). El primero aborda algunos rasgos políticos-culturales de los nuevos Estados, como la política local (“El pueblo como actor histórico. Algunas reflexiones sobre municipalismo y soberanía en los procesos políticos hispánicos”), la religión (“La religión. De la independencia a las reformas liberales”), el papel de la mujer (“Género y cultura política liberal. La experiencia rioplatense (1880-1933)”) o la figura del caudillo (“Ciudadanía armada versus caudillismo. Tres historias bolivianas sobre violencia y ley constitucional, 1841-1875”). Como se desprende de los títulos de los epígrafes, algunos autores circunscriben sus trabajos a un marco espacial concreto (ya sea un país o una región que utilizan a modo de ejemplo), mientras que otros acometen un estudio más general, que abarca toda Latinoamérica.

AMERICA LATINA - BATALLA DE AYACUCHOEl segundo bloque, el más extenso, se centra en los medios de difusión de la incipiente cultura política. Hoy son las redes sociales y los medios de comunicación los que dinamizan el intercambio de ideas y opiniones y llegan, incluso, a condicionar la agenda política. Durante el siglo XIX, sin embargo, los instrumentos para crear la opinión pública eran más limitados, pero no por ello menos importantes. En este apartado se analizan cuestiones tan interesantes como la relevancia de la masonería y de los partidos políticos en el surgimiento de nuevas comunidades políticas de impronta republicana y liberal (“Logias y partidos en la circulación y difusión de la(s) cultura(s) política(s) liberal(es) (1830/50-1890)”); el uso interesado de las elecciones por las clases acomodadas (“Cultura política y sociedad: el drama de las elecciones en el Brasil del siglo XIX (1846-1881)”); la lucha dentro de la prensa por modelar la incipiente opinión pública (“La opinión pública como espacio de disputa”); el papel de la escuela en la formación de los nuevos ciudadanos y su labor de intermediación entre el Estado y las familias (“Estado liberal, escuela y familia: las tensiones en la formación del ciudadano”); el impacto de las manifestaciones en la política brasileña (“A ocupação política das ruas no Brasil independente” único artículo escrito en portugués) y, por último, el alcance de la milicia en la vida política americana.

Si en el primer bloque se hacía un repaso a los rasgos que conforman la cultura política y en el segundo a sus medios de difusión, el tercero se ocupa principalmente de la puesta en práctica de estos paradigmas. Los tres capítulos que lo conforman (“Liberales y liberalismos: de la épica al orden (1812-1860)”, “El republicanismo en Perú y Chile: derroteros y desafíos de un proyecto en américa del sur, 1810-1895” y “La cultura política anarquista: una alternativa a la cuba republicana”) exploran cómo cada familia (liberal, republicana y anarquista) intentó plasmar sus propuestas en la vida política latinoamericana. El liberalismo fue, al menos durante gran parte del siglo XIX, la ideología dominante en el continente y creó una identidad común en casi todos los países, sin que ello fuese óbice para que se diesen disputas internas o diferencias entre naciones. El republicanismo, minoritario pero muy combativo, fue consolidándose con el tiempo y resolviendo sus dilemas ideológicos. Por último, en el capítulo dedicado al anarquismo se intenta revalorizar este movimiento y su desarrollo en la última colonia independizada, Cuba.

A veces resulta complicado leer obras de estas características, pues el academicismo de los textos, la pluralidad de enfoques y la ausencia de un hilo narrativo desaniman al lector, que se puede perder entre tanta divagación. Aunque también en el presente libro son perceptibles estos inconvenientes, lo cierto es que, tratándose de una obra destinada a un público más especializado y cuyos autores son expertos que reflexionan sobre cuestiones concretas y técnicas, su interés hace más llevadera la lectura. Dada la escasez de trabajos publicados en España que aborden la historia de América Latina, esta obra representa una oportunidad para acercarnos a un continente con el que compartimos tanto pero del que conocemos tan poco.

*Publicado por Prensas de la Universidad de Zaragoza y Marcial Pons Ediciones de Historia, mayo 2016.