GOTA A GOTA - ALCALA-ZAMORA

Alcalá-Zamora. El fracaso de la República conservadora
Stanley Payne

Para bien o para mal, ya no hay políticos como Niceto Alcalá-Zamora, Manuel Azaña o Melquíades Álvarez, ni en los escaños del Congreso podríamos encontrar a personajes de la altura de Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Gregorio Marañón o Clara Campoamor. La política ha cambiado mucho desde los años treinta del pasado siglo. El Parlamento parece, en ocasiones, un esperpento y rara vez se hallan en él figuras de una talla moral encomiable. No es que antes fuera un nido de virtudes pero, al menos, la sociedad lo respetaba y por sus pasillos deambulaban personas excepcionales que servían de ejemplo al resto de los españoles. Hoy hay quienes niegan incluso su carácter representativo y han convertido la tribuna de oradores en un triste programa de tertulianos, en un circo mediático que termina por desprestigiar la vida política (aún más).

Más allá de que compartamos o no los ideales de Alcalá-Zamora, nadie podrá negar su extraordinaria capacidad intelectual y su sólida preparación. La biografía del primer presidente de la Segunda República es portentosa. Repasemos brevemente su trayectoria profesional: con solo diecisiete años era licenciado en Derecho (carrera que estudio de forma autodidacta y en la que obtuvo una media de matrícula de honor) y a los veintidós, letrado del Consejo de Estado (primero de su promoción). Tras finalizar sus estudios se dedicó a la abogacía, donde pronto se hizo un nombre. Nunca descuidó su faceta intelectual y siguió publicando estudios legales y literarios, lo que le permitió acceder a tres Reales Academias (Jurisprudencia, Ciencias Morales y Políticas y de la Lengua) de dos de las cuales fue presidente. Desde su llegada a Madrid se interesó por la política, en la órbita del Partido Liberal del conde de Romanones. Su propia carrera política comenzó en 1905, cuando fue elegido diputado por La Carolina, y terminará treinta años más tarde, en el exilio. Biografías como esta, por desgracia, apenas las encontramos hoy entre nuestros políticos.

¿Quién fue realmente Niceto Alcalá-Zamora? ¿Cuáles fueron sus ideales políticos? ¿Cuáles fueron sus aciertos y errores cuando ocupó la jefatura del Estado? ¿Qué le llevó a ser denostado por unos y otros al final de la Segunda República? A estas y otras tantas preguntas trata de dar respuesta el historiador estadounidense Stanley Payne en su obra Alcalá-Zamora. El fracaso de la República conservadora*, trabajo que se ajusta a los cánones de la biografía tradicional. Alcalá-Zamora es el protagonista indiscutible de la obra, en torno a quien se construye el relato. No obstante, Payne introduce algunos excursos que nos ayudan a comprender mejor el tumultuoso estado de la política española en la década de los treinta. Aunque el historiador americano examina la vida del político cordobés, la mayor parte del libro se centra, como no podía ser de otro modo, en los años en que ejerció como Presidente de la República.

ALCALA-ZAMORA Y AZAÑAAsí describe Payne a Niceto Alcalá-Zamora: “Aunque fue un líder clave de la democracia liberal, Alcalá-Zamora nunca llegó a comprender la política de masas del siglo XX. Era un hombre del siglo XIX, de profundas raíces provinciales, formado en la cultura política de la época de la Restauración, elitista y prodemocrático”. A diferencia de otras biografías, el historiador americano no se deja seducir por su biografiado. Sin llegar a ser despectivo, no faltan en la obra las críticas al Presidente republicano (“Esto revela un afán de protagonismo que fue clave en su personalidad”, “su comprensión de la política española y de sus dinámicas sociales y culturales era mucho menos perfecta de lo que creía”, “Él todavía pensaba en términos de los modos y métodos del Antiguo Régimen” o “Su capacidad de autoengaño adquiría en esto proporciones verdaderamente hercúleas”). Stanley Payne intenta ser justo en todo momento, ensalzando las muchas virtudes de Alcalá-Zamora y reseñando los errores de bulto que cometió el político e intelectual cordobés.

Sorprende cómo un monárquico liberal y católico se transformó en uno de los mayores adalides del republicanismo. Payne considera que la complicidad entre Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera, a la que Alcalá-Zamora se opuso desde un primer momento, provocó el descrédito de la monarquía a los ojos de nuestro protagonista y su evolución a posiciones más “radicales”. En palabras del historiador estadounidense: “En la primavera de 1930, Alcalá-Zamora abrazó la causa republicana como la única vía de salida a la debacle política del país, como el único medio para la construcción de un nuevo sistema democrático en España”. Ahora bien, el republicanismo de Alcalá-Zamora nada tiene que ver con las proclamas de los socialistas o de parte de la izquierda republicana. Desde su elección como presidente de República, intentó atemperar los ánimos más extremistas y quiso convertirse en el punto de equilibrio de la política española, incentivando una política de centro (de la que buscó ser líder, aunque con escaso éxito). Consciente de la necesidad de reformas de calado, luchó para evitar que se aprobasen las medidas más radicales, sabedor que, de ser promulgadas, arrastrarían a España a un callejón sin salida y a la Guerra Civil.

Si su elección como Presidente fue, más o menos, unánime, pronto se vio que su personalidad no se ajustaba bien a la nueva realidad política. Stanley Payne nos presenta a un Alcalá-Zamora muy activo, con afán de protagonismo, intrigante, preocupado por el futuro de la República y con unas convicciones casi inamovibles que chocaron, antes o después, con casi todo el espectro político del Parlamento. Las funciones del Presidente de la República eran amplias, pero Alcalá-Zamora quiso jugar un papel más destacado, inmiscuyéndose, siempre que podía, en el día a día del gobierno. Como señala el historiador americano, su relación con el centro izquierda fue más fluida que con el centro derecha, al que, una vez en el poder, intentó derribar constantemente. Payne critica a Alcalá-Zamora con estas palabras: “En concreto, ¿en qué se equivocó? Principalmente, en mantener el punto de vista de la primera coalición, la idea de que la República sólo podía ser un régimen del centro y de la izquierda”. A pesar de sus afinidades, fue la izquierda la que terminó por destituirlo (utilizando para ello un mecanismo manifiestamente ilegal) ante la oposición del Presidente a algunas de sus medidas más controvertidas.

ALCALA-ZAMORA GOBIERNO SEGUNDA REPÚBLICAEn defensa de Alcalá-Zamora hemos de decir que no era fácil lidiar con los políticos españoles durante la Segunda República. La polarización de los partidos crecía cada año y la inestabilidad e inseguridad se adueñaron de las calles. Aunque todos hacían sentidos alegatos pidiendo el respeto de la Constitución y de las leyes, pocos las cumplían y cada uno buscaba llegar al poder como fuera y perpetuarse en él. El Presidente hubo de hacer juegos malabares para mantener la cordura, algo que no siempre logró. Ahora bien, nadie podrá negar su verdadero compromiso con la República, más allá de los posibles errores que cometió. Las decisiones poco acertadas que tomó, las adoptó en aras de preservar el débil régimen republicano. Rara vez se entrometían sus intereses personales en sus acciones y no le movían el dinero, el poder o la fama (ya tenía todo eso), solo el anhelo de salvar a la República de sí misma.

La obra de Payne retrata a uno de los personajes más relevantes de la Segunda República. Si posiblemente no fuera quien mejor personificara este período (tal honor podría recaer en Manuel Azaña), su contribución a la causa republicana es indiscutible. Su autoridad y su prestigio dotaron al nuevo régimen de un aura de estabilidad que pocos hubiesen logrado. No creemos equivocarnos si decimos que no se entendería la Segunda República sin Niceto Alcalá-Zamora. De ahí que la biografía del historiador americano nos permita conocer al personaje, con sus bondades y sus imperfecciones, y el trascendental período que le tocó vivir. Si muchos criticarán las conclusiones de Stanley Payne y otros le acusarán de presentar una versión partidista de la historia, por nuestra parte, solo diremos que el lector tiene, con esta obra, una excelente oportunidad de adentrarse en una figura capital de la historia española del siglo XX.

Stanley G. Payne es Catedrático emérito de Historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. Ha publicado una veintena de libros sobre la historia de España y de la Europa contemporánea. Entre los más recientes, La Europa revolucionaria. Las guerras civiles que marcaron el siglo, La Guerra Civil española, y (con Jesús Palacios) Franco. Una biografía personal y política. Es miembro de la American Academy of Arts and Sciences y correspondiente de las Reales Academias de Historia y Ciencias Morales y Políticas de España. Gran Cruz de Isabel la Católica y miembro del Consejo Editorial de varias revistas, entre ellas la revista www.kosmos-polis.com.

*Publicado por la editorial Gota a Gota, abril 2016.