POLIFEMO - VALIMIENTO REINADO DE FELIPE III

Bajo acusación. El valimiento en el reinado de Felipe III. Procesos y discursos
Giuseppe Mrozek Eliszezynski

Siempre resulta complicado analizar las sociedades pasadas con los parámetros morales actuales. No se pueden aplicar las mismas categorías éticas, ni extrapolar hacia atrás nuestra idea de lo correcto e incorrecto. Hoy nos horrorizaríamos (o eso nos gustaría creer) si viésemos luchar a muerte a dos hombres, jaleados por otros miles en un anfiteatro. Tampoco es concebible la pervivencia de instituciones asentadas durante milenios en la historia de la humanidad, como la esclavitud, y difícilmente admitiríamos una sociedad estamental con barreras de acceso y leyes distintas para cada clase. De ahí que las investigaciones históricas hayan de ser precavidas al emitir juicios de valor sobre el comportamiento de personajes o actitudes del pasado. La Corte del Antiguo Régimen, por ejemplo, se regía por unos mecanismos de recompensas y mercedes que hoy asociaríamos a comportamientos corruptos y reprochables pero que eran totalmente aceptados en aquella sociedad, además de configurarse como la principal vía para sojuzgar a la, hasta entonces, correosa nobleza.

La ausencia de un sistema productivo eficiente y el pésimo concepto que se tenía de las actividades comerciales provocaron que la nobleza del Antiguo Régimen obtuviese sus ingresos principalmente a través de las rentas o del erario público. Para hacerse con un sustancioso botín era necesario tejer una red de amistades y clientes que permitiese al interesado, llegado el momento, acceder a uno de esos codiciados puestos en la Administración. La burocracia, en especial en los escalafones más elevados, estaba sujeta a una discrecionalidad absoluta. El monarca tenía siempre la última palabra. La cercanía al rey facilitaba, por tanto, la obtención de los oficios más sustanciosos, práctica que no era exclusiva de un solo país, sino proceder habitual en todas las Cortes de Europa.

Desde finales del siglo XVI, es decir, en los últimos años del reinado de Felipe II, el proceso de toma decisiones fue acotándose a un grupo cada vez más reducido de personas. Si los Consejos habían sido el sistema de asesoramiento preminente durante esa centuria, las Juntas empezaron a cobrar relevancia, a medida que se requería mayor rapidez y agilidad en la toma de decisiones. La muerte del monarca y la llegada al trono de su hijo, Felipe III, supusieron la aparición de una nueva figura, el valido, semejante a un Primer Ministros, cuyas competencias eran prácticamente ilimitadas y su poder, con matices, incuestionable. Ríos de tinta han corrido para analizar su influencia en la evolución de la Monarquía Hispánica, destacando los comentarios más negativos que positivos: normalmente, ha sido censurado como ejemplo de un nefasto y pernicioso sistema de gobierno durante el Antiguo Régimen.

VALIMIENTO REINADO FELIPE III - DUQUE DE LERMAEl primer valido español fue el duque de Lerma y en torno a él ha construido Giuseppe Mrozek Eliszezynski su libro Bajo acusación. El valimiento en el reinado de Felipe III. Procesos y discursos*. La obra del historiador italiano, resultado de su tesis, es un trabajo poliédrico. Se podría definir como un estudio del poder durante el reinado de Felipe III a través del éxito y caída de sus privados. Combina, de este modo, el análisis de la historia política, la historia institucional y la historia judicial. Tras los juicios, panfletos, sátiras y luchas de facciones, lo que emerge es la esencia misma de la monarquía del primer Austria menor. Así lo expresa Giuseppe Mrozek en la introducción del libro: “Único responsable del poder por ser rey por derecho divino, Felipe había dado cada vez mayor poder a unos hombres que, aunque erróneamente, actuaban en su nombre y con su aprobación. De esta manera el discurso se amplía a una cuestión más amplia sobre la naturaleza del poder real y la capacidad de delegar en otros. En el caso de que dicha capacidad de delegar sea aceptada como adecuada y correcta, surge la pregunta sobre los límites que se le deben imponer a esa capacidad. Aparece así un favorito, entendido como un simple ministro del rey que tiene un poder bien definido y limitado, frente a un favorito que comparte el mismo poder que el monarca y actúa como si fuera su propio alter ego. Como resultado, un proceso contra el favorito tiene que ser, al mismo tiempo, un proceso también contra el rey, de cuyo favor dependía total y únicamente el poder del valido”.

Los validos gozaron de una extraordinaria libertad de acción y de movimientos. Sus decisiones eran equiparables a las de los monarcas pero, a diferencia de estos, su poder no era absoluto y su persona no era irresponsable. Su figura, una constante en las monarquías de la época, tarde o temprano terminaba por caer, objeto de envidias e intrigas. Su excesiva exposición implicaba que, cuando todo se torcía, serían ellos los responsables del descalabro. El duque de Lerma y su hijo y sucesor, el duque de Uceda, sufrieron las consecuencias del incipiente deterioro político y económico de la Monarquía Hispánica, que dañó irremediablemente su imagen. Además, por muy extenso y asentado que fuese el poder del valido, siempre quedaba algún reducto de oposición que buscaba con ahínco la derrota del favorito del rey. En el caso español, y como muestra Giuseppe Mrozek, los críticos se reunieron en torno a la reina Margarita de Austria.

¿Hasta qué punto robaron y malversaron los caudales públicos el duque de Lerma y sus acólitos? No está del todo claro y sigue siendo objeto de un vivo debate en el mundo académico. Hay que tener presente la observación que acertadamente realiza el historiador italiano en su obra: “El concepto de corrupción, tal y como hoy lo entendemos, resulta difícil de aplicar a la sociedad del antiguo régimen, que se basaba en el don y la merced como instrumento principal para crear o fortalecer las alianzas políticas y las relaciones clientelares”. Es evidente que hicieron un uso interesado del Tesoro, pero esta práctica, tan extendida, difícilmente pudo ser el único motivo que condujese a su enjuiciamiento, contando como contaban de complicidades en puestos destacados en la Administración. Quizás sea más factible achacar a las disensiones políticas el inicio de los procesos judiciales contra estas personalidades. Así lo cree el autor: “Más allá de la codicia y del incuestionable enriquecimiento que marcó toda la carrera de los acusados, éstos no fueron juzgados sólo por unos pocos y clamorosos casos de corrupción, sino, sobre todo, por ser la clase dominante que había gobernado la Monarquía durante el reinado de Felipe III”.

La obra de Giuseppe Mrozek se articula en torno a dos ejes. Por un lado, se estudian los numerosos trabajos publicados sobre la figura del valido, escritos que fueron configurando el funcionamiento y las atribuciones de esta institución, además de construir el armazón teórico que justificaba (o no) la cesión tan radical de competencias del monarca a un vasallo. Por otro lado, se abordan los procesos abiertos a personalidades tan importantes y cercanas al duque de Lerma como Alonso Ramírez de Prado, Pedro Franqueza o Rodrigo de Calderón o, ya muerto Felipe III, los iniciados contra el duque de Uceda o el duque de Osuna. Gracias a la encomiable labor de investigación y archivo del joven historiador descubrimos facetas poco conocidas del funcionamiento de la política del Antiguo Régimen, así como los entresijos de la lucha política en la Corte del Rey Piadoso.

Puede dar la impresión de que la política bajo el absolutismo era monolítica. Nada más lejos de la realidad. La obra de Mrozek es un excelente testimonio que nos permite comprobar la lucha, soterrada y despiadada, de las facciones alrededor de los monarcas españoles (y europeos, pues tampoco en esto España fue un caso excepcional). La figura del valido, eje sobre el que se articulaba la Administración de la Monarquía Hispánica, personifica los defectos y virtudes de una sociedad compleja, arbitraria y contradictoria, de modo que analizar su naturaleza es crucial para acercarnos a las centurias centrales de la Edad Moderna. Giuseppe Mrozek, a través de un concienzudo examen de los documentos y escritos de la época, construye un relato sobre el poder (y su pérdida) en el siglo XVII, en el que sobrevuela en todo momento la esencia misma, con sus límites, atribuciones, legitimidades y responsabilidades, de la monarquía absoluta.

Giuseppe Mrozek Eliszezynski es doctor en Historia Moderna por la Universidad de Roma Tre. Tras leer su tesis doctoral en 2012, ha sido parte del grupo de investigación de la Universidad de Teramo para el proyecto europeo ENBaCH (European Network for Baroque Cultural Heritage). En la actualidad es becario en la Società Napoletana di Storia Patria de Nápoles, donde está terminando un estudio sobre el cardenal y arzobispo de Nápoles Ascanio Filomarino. Sus líneas de investigación se centran en la historia política y social de la Europa mediterránea en el siglo XVII, con especial atención al fenómeno del valimiento y a las relaciones entre la corte de Madrid y el reino de Nápoles.

*Publicado por la editorial Polifemo, noviembre 2015.