El Mediterráneo. Un mar de encuentros y conflictos entre civilizaciones
John Julius Norwich

La civilización occidental nació y maduró (quién sabe si morirá también) a orillas del Mediterráneo. Desde los fenicios hasta el siglo XVI, el Mare Nostrum fue el epicentro de la vida política, cultural y económica de nuestro continente. El descubrimiento de América hizo bascular la esfera de influencia europea hacia el Atlántico, aunque el antiguo mar de Tethys siguió manteniendo una preeminencia considerable en las relaciones internacionales. Pocos accidentes geográficos pueden presumir de ese pedigrí histórico. Por sus aguas han surcado embarcaciones de los pueblos más importantes de la historia de la humanidad: egipcios, griegos, romanos, normandos, mamelucos, otomanos… Los grandes imperios no dudaron en convertirlo en su principal objetivo, ya sea como vía para intercambiar productos, ya sea como puente para expandir su poder. La historia del Mediterráneo corre, de este modo, paralela a la del hombre en los tres últimos milenios.

Gran parte de nuestra cultura tiene su origen en las riberas del Mediterráneo, hasta el punto de que no podríamos comprender el mundo, tal como hoy lo conocemos, sin entender su importancia. La talasocracia ateniense, la expansión romana tras las Guerras Púnicas, la expansión árabe, la llegada de los normandos a la península italiana, las Cruzadas, el Renacimiento, la lucha entre la Cristiandad y el Imperio Otomano, la influencia española en el sur de Italia, las guerras napoleónicas, la unificación de Italia o las dos Guerras Mundiales, por citar alguno de los sucesos más relevantes, lo tuvieron como protagonista impasible. En más de una ocasión, sus aguas inclinaron la balanza al lado de uno o de otro actor y su aparente tranquilidad se convirtió rápidamente en tormenta huracanada.

La relevancia del Mediterráneo no ha pasado inadvertida para los historiadores, quienes no han dudado en dedicarle obras monográficas. Quizás la más conocida sea la del francés Ferdinand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, uno de los títulos más importantes de la disciplina histórica. Otro afamado historiador, en este caso británico, John Julius Norwich, se ha propuesto en El Mediterráneo. Un mar de encuentros y conflictos entre civilizaciones* un objetivo similar, aunque con un enfoque distinto. Como el propio autor señala, “A lo largo de los treinta y tres capítulos que siguen, hice todo lo que pude para centrar la atención en el propio Mediterráneo. Y también en eso he tratado de evitar en la medida de lo posible la geografía física. […] Todo lo que traté de hacer en esta obra tiene que ver principalmente con las vicisitudes de las tierras del Mediterráneo, en la medida en que su historia resultó afectada por el emplazamiento que ocupan en sus orillas. A su vez, esto significa importantes o tal vez sorprendentes cambios de acentos”.

El trabajo de Norwich no aborda tanto la historia del Mediterráneo como la de los distintos pueblos que lo habitaron (o navegaron). Es decir, el mar sirve como eje sobre el que construir el relato, que no es sino el de la civilización occidental. De forma amena y con una prosa ágil, el historiador inglés se abre paso entre la maraña de sucesos y acontecimientos que se desarrollaron en torno al Mare Nostrum a lo largo de casi tres mil años y nos ofrece una síntesis de nuestro pasado con un propósito claramente divulgativo. El suyo es un trabajo pensado para el gran público, que combina a partes iguales erudición y divulgación y que puede ser una herramienta muy útil para acercarnos a la historia de Europa.

El punto de partida del libro se sitúa en el Antiguo Egipto y el final se halla en la Conferencia de Paz de París en 1919, que puso término a la Primera Guerra Mundial. Durante este viaje, el historiador inglés muestra su “admiración” por el Mediterráneo, que define como un “milagro”, pues se ha convertido en la mayor cuna de culturas del planeta y ha alimentado a tres de las civilizaciones más asombrosas de la Antigüedad: Egipto, Grecia y Roma. Ha sido, además, testigo del nacimiento y florecimiento de las tres grandes religiones (judaísmo, cristianismo e islam) y medio de comunicación de tres de los seis continentes (Europa, Asia y África).

La fascinación de Norwich por esta cuna de civilizaciones se plasma en las más de setecientas páginas que conforman su libro. Reseñarlo es una tarea ardua, tantos son los temas que en él se abordan, correspondientes a un período tan prolongado de tiempo. Si en los primeros párrafos hacíamos una enumeración de los acontecimientos que podrían configurar el guion de la obra, ahora subrayaremos que, como suele suceder a la mayoría de los historiadores anglosajones, Norwich siente debilidad por Italia y por Grecia. El autor reconoce su preferencia por ambas naciones y admite que otros países, especialmente España, no reciben la atención requerida. De ahí que acontecimientos relativamente secundarios (por ejemplo, la independencia griega en el siglo XIX o la unificación italiana) reciban mayor atención que, por ejemplo, la batalla de Lepanto. Las preferencias del escritor son legítimas y bien puede servir este libro para acercarnos a una visión del Mediterráneo distinta a la que estamos acostumbrados.

El libro concluye con esta triste reflexión sobre el presente: “He hecho la crónica de muchos desastres y de no pocas tragedias. He considerado el Mediterráneo como una cuna y una tumba, un vínculo y una barrera, una bendición y un campo de batalla. Qué triste es ver cómo se convierte en un campo de juego, cómo se transforman los viejos puertos en puertos deportivos y cómo los trirremes son reemplazados por lanchas motoras. Es mejor dejar caer el telón mientras todavía sigue siendo el Mediterráneo de siempre, cuya historia hemos contado y cada gota del cual era noble”.

John Julius Norwich (1929-2018) estudió en el New College de Oxford. Desde 1952 a 1964 sirvió en la carrera diplomática, destinado a las embajadas en Belgrado y Beirut, y participó en la delegación británica de la Conferencia de Desarme de Ginebra. Autor de más de veinte libros sobre la historia de Europa y del Mediterráneo, su trilogía sobre el Imperio bizantino es uno de los textos de referencia de ese período histórico. Miembro de la Royal Society of Literature, la Royal Geographical Society y la Society of Antiquaries, en 1993, fue nombrado comendador de la Real Orden de la Reina Victoria y perteneció al Comité Ejecutivo del National Trust.

*Publicado por la editorial Ático de los Libros, noviembre 2018. Traducción de Emilio Muñiz Castro.