GRANDE - PUV - DISCIPLINAS SABERES PRACTICAS

Disciplinas, saberes y prácticas
Víctor Navarro Brotons

Ciencia e historia son materias que rara vez aparecen juntas en un mismo trabajo. Existen estudios (y cada vez son más numerosos) que abordan el desarrollo o la evolución de las ciencias desde su origen hasta la actualidad, pero casi ninguno de ellos podría clasificarse como obra propiamente histórica. Suelen circunscribirse a individuos concretos y ocuparse únicamente de los aspectos técnicos, sin que el contexto histórico ocupe un papel destacado y sin ajustarse a los métodos del trabajo historiográfico. La mayoría son obras escritas por científicos (químicos, físicos, astrónomos…) que recorren a vuelapluma nuestro pasado hasta alcanzar el siglo XIX, momento en que se consolida la ciencia experimental y se producen los grandes avances científicos.

Por otro lado, los historiadores tampoco han sido muy propensos a adentrarse en el mundo de la ciencia, lo que puede deberse al desconocimiento que suelen tener de las nociones básicas de las disciplinas científicas. Uno de los axiomas fundamentales que rige cualquier estudio serio consiste en que para hablar de algo previamente hay que conocerlo a fondo y la inmensa mayoría de los historiadores carecen de la formación necesaria para comprender los postulados elementales de la física, de la matemática o de la química; de ahí, que en sus obras tan sólo mencionen de forma tangencial los avances y el impacto de estas disciplinas en los hechos que analizan.

Por supuesto siempre existen excepciones y el profesor Víctor Navarro Brotons es una de ellas pues reúne tanto la faceta científica, por su doctorado en Ciencias Físicas, como la histórica, por su cátedra de Historia de la Ciencia en la Universidad de Valencia. Su sólida formación le permite acercarse al mundo de la ciencia sin menoscabar las técnicas historiográficas. Prueba de ello es su obra Disciplinas, saberes y prácticas. Filosofía natural matemáticas y astronomía en la sociedad española de la época moderna*, que recoge diecinueve trabajos publicados entre 1995 y 2012 “en diversas revistas, como capítulos de libros o en actas de congresos, todos ellos referidos a la actividad desarrollada en el ámbito de las disciplinas matemáticas o físico-matemáticas y sus aplicaciones, así como en la filosofía natural, en la España de los siglos XVI-XVIII”.

Cosmographicum KEPLERNo es fácil resumir la estructura de esta obra pues se trata de artículos que abordan cuestiones dispares y heterogéneas. La única división apreciable es cronológica: tres grandes bloques que engloban el siglo XVI y comienzos del siglo XVII (primera parte); el siglo XVII y comienzos del XVIII (segunda parte) y el siglo XVIII (hasta 1767).

La impresión generalizada que despierta la Edad Moderna (por no hablar de la Edad Media) es la de una época absorbida por la religión, sin que en ella ocupen un papel preponderante los conocimientos que no estén íntimamente ligados a la salvación de las almas. La condena a las obras de Galileo y el papel de la Inquisición se han impuesto en el imaginario popular a los importantes, pero poco conocidos, avances producidos en el mundo de la ciencia durante aquellos siglos. Sin duda algunas medidas adoptadas por la Iglesia en aquella época restringieron o limitaron el acceso a importantes estudios, además de constreñir a los investigadores a cuidar sus trabajos por miedo a las consecuencias que pudiesen acarrear si contravenían las teorías “oficiales”. En conjunto, sin embargo, fueron pocos los sujetos perseguidos y la gran mayoría gozaron de libertad para desarrollar sus estudios.

La obra del profesor Navarro Brotons muestra una realidad mucho más compleja: las disciplinas científicas ocuparon un papel muy destacado (aunque reducido) en la sociedad de la Edad Moderna, y fueron en muchas ocasiones los propios religiosos los encargados de propagar las nuevas teorías. Sorprende por otra parte, al menos para el lego, descubrir cómo los grandes científicos de esa época abarcaban casi todas las materias. Por ejemplo, Jerónimo Muñoz (uno de los científicos más destacados de la España del siglo XVI) fue matemático, astrónomo, geógrafo, cartógrafo, helenista y hebraísta, y José de Zaragoza destacó como gran matemático además de cultivar la astronomía y la geometría.

DIBUJOS DE GALILEOUna de las grandes transformaciones de la cultura europea en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna -y así queda reflejado en el libro del profesor Navarro Brotons- fue el desplazamiento de los focos del conocimiento, desde los monasterios o las catedrales hacia las universidades. En España las universidades de Salamanca, de Alcalá de Henares o de Valencia, entre otras, fueron centros pioneros en la difusión de las nuevas corrientes científicas y en ellas se formaron las mentes más brillantes de la época. Hay varios capítulos dedicados a estas instituciones como “La enseñanza de la filosofía y las ciencias en las universidades: la reglamentación y la práctica” o “Escolasticismo, humanismo y ciencia en la Universidad de Valencia”. Junto a las universidades, van apareciendo otros organismos, generalmente asociados al poder público, que también canalizaron la actividad investigadora: de ellos sobresalen la Casa de Contratación, la Academia de Matemáticas de Madrid o el Colegio Imperial de Madrid.

Otro rasgo del desarrollo científico de la Edad Moderna es su carácter práctico. Las investigaciones que se llevaban a cabo tenían una finalidad concreta, muchas veces asociada a la navegación. No hay que olvidar que España en aquellos siglos era un imperio marino y dependía enormemente de la precisión de los instrumentos de navegación y de la calidad de los mapas cartográficos. Como se observa a lo largo de la obra que ahora reseñamos, la astronomía y las matemáticas fueron las disciplinas que más atención requirieron de los científicos de la época (al menos para los españoles). No obstante, muchas de estas investigaciones, especialmente en el campo de la astronomía, implicaban novedosas concepciones del mundo y desafiaban postulados tradicionales mantenidos por la Iglesia o la filosofía escolástica. Las obras de Copérnico o de Galileo, por ejemplo, no sólo tuvieron un impacto práctico sino que también abrieron un vivo debate sobre el hombre y el mundo.

MATEMATICOS EDAD MODERNALa circulación de las ideas y de las obras entre los diversos centros intelectuales de Europa fue también una constante, a pesar de las limitaciones que los distintos soberanos aplicaron para impedir la propagación de las más reformistas. Varios capítulos del libro abordan esta cuestión (“Relaciones científicas entre los Países Bajos y España”, “Aspectos de la obra cosmográfica de Pedro Nunes y su influencia en la cosmografía ibérica” o “La astronomía en las décadas centrales del siglo XVII: circulación de los conocimientos y prácticas entre los Países Bajos, Italia y España”). Por otro lado, también se analiza en el libro el tratamiento que se dio a las obras de Galileo (“Filosofía natural y disciplinas matemáticas: Galileo en España”) o de Copérnico (“Copérnico en España. El caso de Diego de Zúñiga”) por parte de eminentes científicos españoles. En todos estos capítulos se observa cómo la fluidez de las comunicaciones entre universidades y la recepción de las nuevas teorías científicas superaron con creces la censura impuesta.

Disciplinas, saberes y prácticas no está escrito para un público indocumentado. Muchos de los artículos requieren unos conocimientos previos de los que carece gran parte de la sociedad y el tratamiento técnico de alguno de ellos exige del lector un sincero interés en la materia, sin el cual podría quedar abrumado por la exposición de teorías y modelos. Estamos ante un libro sobre la historia de la ciencia y de sus protagonistas escrito por un experto y dirigido a especialistas o, al menos, a iniciados en esta materia y a quienes pretendan adentrarse en ella.

Víctor Navarro Brotons es catedrático (jubilado) de Ciencias Físicas en el Departamento de Historia de la Ciencia y Documentación de la Universidad de Valencia. Ha publicado cientos de artículos en revistas especializadas y es autor de más de una veintena de libros. Cofundador de la revista Llull, ha sido codirector de la revista Cronos de historia de la medicina y de la ciencia. Es miembro de la Academia Internacional de Historia de la Ciencia y de varias sociedades de la Historia de la Ciencia.

*Editado por Publicacions de la Universitat de València, septiembre 2014.